MARTIRES DEL COMPÁS. 'Empaquetado al vacío'

Jacinto González

Nuevo trabajo discográfico de la agrupación resultante de unir un genial poeta gaditano con los aires revolucionarios de unos músicos sevillanos. Si en trabajos anteriores se produjo un viaje musical hacia tendencias africanas o exploraciones hacia profundidades flamencas, en ésta ocasión haremos una visita al lado más latino de Nueva York. No sin antes dar un amplio paseo por un cubano malecón (hermano del gaditano Campo del Sur). También meteremos en este viaje cierta presencia flamenca y un punto de vista muy personal de la rumba.

 

 

El disco se inicia con «La guasa de la memoria», donde un sugerente
texto del «enano repelente» recordando en cierto modo a Jero
nos introduce en un tema con ambiente rumbero. Una variante del estilo
de los Chichos que podría ser prácticamente prima hermana
de Estopa pasado por un punto de vista mártir. ¿Estaremos
ante el invento de una nueva modalidad de rumba?.

Posteriormente pasamos a «Palestinos», con su total esencia
cubana. Y desde allí, llegamos al primer single, «Anda que
no ni ná». Un tema en la linea de «La guasa de la memoria»,
imprescindible. Poco más tarde se vuelve a cruzar el océano,
para encontrarnos con «Juana Peña». Primer tema en un
disco de Mártires de creación ajena, Hector Lavoe.

A continuación se llega a la gran joya del disco, ese tema que
quizás sea el más recordado en posibles olvidos (como suele
ocurrir con los mejores temas de cada disco). Una bulería que roza
respecto al cante en ciertos momentos el terreno de la soleá. Con
un toque limpio, donde se pueden destacar principalmente las breves pero
intensas falsetas intermedias. Y la letra, sencilla, muy sencilla. Pero
técnicamente perfecta. Además, muy buena la idea dentro
del diseño del librillo de letras de asignarla como una canción
de karaoke. Todo aquel que se considere mártir seguro que se pasara
horas tarareando ese «no vale la pena…».

Y del incomprendido desencanto sentimental nos vamos a una historia de
amor en la esquina con la cincuenta y seis. Un pequeño beso musical
que nos llega desde «Nueva York», donde es muy grande tó,
pero más grande es cierto amor. A destacar en éste tema
la intervención de Rocío Vazquez.

Y a la sombra de la canción de los rascacielos nos encontramos
el momento cumbre poético de ésta obra de arte. Como muestra
una estrofa:

Aún recuerdo el aire
que me envolvió a su paso
olas que vienen y van
sorprendió a mi corazón
la brisa de su mirada:
una lluvia de color

Una vez que se ha escuchado esto, cualquier calificativo sobre «Liquimbá»
está de sobra. Un gran tema, simplemente. Para cerrar esta trilogía
de ambiente americano iniciada con New York, el tema más impactante
del disco, «Escombros». ¿Estamos ante los Iron Maiden
del flamenco?.

Si mezclas un poco de heavy con cierto punto de rock andaluz de Medina
Azahara, a su vez mezclado con los propios mártires.. ¿qué
puede salir? una bulería a lo King Crimson. Tema polémico,
sin duda. Y de allí se llega a «mi bosque», otro gran
texto, otro gran acompañamiento. En éste caso quizás
más cerca de la soleá que en «no vale la pena»,
pero con un remate por bulerías espectacular, al estilo mártir.

Como cierre oficial al disco, el habitual homenaje africano. Para hacernos
recordar que es un territorio tan vecino como el resto de Europa. Ciertas
cosas que en ocasiones se nos olvidan… en fin, nunca debieramos olvidar
que los corazones habitan en el mundo, y no debiera existir cuantificación
de mundos en sus razones.

Y llega el cierre extraoficial del disco… ¿La mandrágora
pasada por cierto aire gaditano con ambiente de canción infantil
no apta para niños?… un misterio. ¿Todo esto tiene sentido?,
obviamente lo tiene, y está «Empaquetado al vacío».
Imprescindible.


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