Las castañuelas o palillos, son un instrumento propio español, tanto que se consideran como el instrumento nacional del folclor español, aunque su origen se le atribuye a los Fenicios, por el año 1000 A.C.
Pía Villar
Su nombre derivaría del latín castanea, es decir, castaña y de ahí es posible que derivara posteriormente hasta llamarse castañuela, como se le conoce principalmente en la actualidad. Consisten en trozos de madera (generalmente castaño, aunque se utilizan otras maderas como el ébano o el granadillo), que se entrelazan con una cuerda y que de acuerdo a su sonido, se colocan en la mano derecha e izquierda. Un par de castañuelas se conforma por un macho y una hembra, siendo la hembra la que posee el tono más alto y la que se toca con la mano derecha. Colocado en la mano izquierda, el macho marca el ritmo que es adornado con las combinaciones que realiza la mano derecha para lograr una gran variedad de efectos.
En un principio se tocaban con cuatro dedos mientras se agitaban con la muñeca, pero posteriormente se descubrió que con el dedo corazón de la mano, se lograba un mejor sonido. Finalmente, en el siglo XVIII pasaron a utilizarse en el dedo pulgar, pues se consideraba que era más fino o elegante tocarlas así, y de esta manera se introdujeron en la sociedad más refinada de la época, para acompañar seguidillas y boleros en fiestas sociales.
Carmen Amaya amplió el uso de las castañuelas
Su correcta conservación influye en el sonido que emitan, es decir, para que alcancen el sonido ideal, se deben tocar muchas horas y siempre se deben guardar en una funda especial, para protegerlas de la humedad y de temperaturas extremas.
En general, las castañuelas son un instrumento que se utiliza principalmente para bailes regionales folclóricos (donde algunos todavía se mantiene su uso en el dedo corazón), escuela clásica española e incluso para acompañar algunas óperas, como Carmen, entre otras. Algunas veces las vemos en las tunas o estudiantinas. También existen concertistas de castañuelas, quienes trabajan con orquestas importantes aportando el carácter típico español con este peculiar sonido. Han existido grandes concertistas de castañuelas, como por ejemplo Antonia Mercé (La Argentina), Lucero Tena (cómo no recordar la típica caja de castañuelas «Lucero Tena»), Carmen de Vicente ó José de Udaeta que con 86 años ofreció un recital de palillos en el Festival de Jerez de 2004 que fue votado el mejor espectáculo del festival por la prensa especializada.
En Andalucía, las castañuelas se emplean en el dedo pulgar y su utilización es principalmente para acompañar sevillanas o bailes de la familia de los fandangos, como los verdiales o los fandangos de Huelva. También se han utilizado bastante en las seguiriyas, propiamente flamencas, por ser el estilo que más se acomodaría al sonido de este instrumento, además de la soleá, la caña, la guajira o incluso los caracoles, que es una variante de cantiña. Gracias a su dominio técnico y extraordinario sentido rítmico, la legendaria bailaora catalana, Carmen Amaya, contribuyó a popularizar las castañuelas.
En las últimas décadas los palillos o castañuelas casi habían caído en desuso, pero actualmente gozan de renovado interés y vuelven a aparecer en obras nuevas, más notablemente del Ballet Flamenco de Andalucía.
Cabe destacar que en Oviedo existe un museo arqueológico donde se exponen diversos tipos de castañuelas, encontrándose ejemplares realmente asombrosos y de mucha antigüedad. En la actualidad, las castañuelas se confeccionan con materiales como la tela prensada o la fibra de vidrio, que garantizan su durabilidad sin ir en desmedro de la calidad.