Domingo 20 de mayo del 2001. Una tarde de primavera anunciaba la llegada de tiempos más cálidos y el final de las madrileñas fiestas de San Isidro. El Parque de las Vistillas regalaba el color de sus árboles, colores que también llenaban el cielo con una puesta del sol de matizados azules que se perdía en el horizonte, debido a que el terreno permite unas vistas espectaculares desde un parque con vestidos de verbena popular. Sube al escenario la Paquera de Jerez junto a Parrilla, la gente les recibe con una gran ovación, principalmente un numeroso grupo de japoneses que llevaba horas entre las primeras filas esperando el momento. Al lado del escenario, El Corral de la Morería, lugar sinónimo al triunfo madrileño de la cantaora al entrar en su cuadro con veintitrés años causando expectación. Con el sonido de la bulería, la cantaora perteneciente a la familia real del festero palo estremece con el imposible eco de su voz al público asistente…
Una artista que había nacido en el año 1934, jerezano barrio de San Miguel, en una familia muy vinculada al comercio en el mercado. No pasaría mucho tiempo desde el comentado éxito en el madrileño tablao de las Vistillas en 1957 hasta sus primeras giras por el país con artistas como Farruco, Chocolate, o Farina. Tras encabezar cartel con éste último en dos espectáculos en 1965, vendrían temporadas estables tanto en Los Gallos de Sevilla como en los madrileños Canasteros de Manolo Caracol. En el año 1971, conseguiría en el Concurso Nacional de Córdoba el Premio Niña de los Peines. A estas alturas, La Paquera se había convertido en artista imprescindible de importantes festivales y demás eventos flamencos.
Foto: Carlos Arbelos En tiempos más cercanos en el tiempo, cabe reseñar el gran reconocimiento actual de su arte con la concesión de varios premios como homenaje, estando prevista entre otros la entrega de la medalla de oro de las Bellas Artes de manos del Rey Juan Carlos I. Hace tan solo dos años, realizó una gira por Japón, teniendo la oportunidad de llenar teatros provocando expectación y un recibimiento espectacular. Esta última semana de abril del 2004, La Paquera se convertiría oficialmente en hija predilecta de Jerez de la Frontera, sentimentalmente ya no era necesario. Francisca no volverá a la plaza de toros jerezana por septiembre, pero a buen seguro que su recuerdo se hará notar en el aire de la festera cita anual. Jerez está de duelo, ha perdido un mito. |