Un mito vivo. Los principios de la Nostalgia
por Otto Lorenz Böger Por fin, una generación de aficionados al flamenco conoce y vive un mito de su generación, la generación de aficionados que se suma al flamenco ya entrados en los años 90. Ha sido necesario esperar. Se acabó la inexcusable mirada hacia un flamenco que desconocemos de primera mano, de los críticos que se han hecho con el Duende como el argumento principal de su sentir flamenco y de creernos obligatoriamente que aquello es como lo hacía éste o aquel artista flamenco. Además de su baile, que no es poco, nos podemos permitir el lujo, por fin, de reflexionar de primera mano, y nos ofrece la posibilidad de empezar a ver cambios. Su último espectáculo “La Edad de Oro” , será, si no lo es ya, un modelo a seguir. En “La Edad de Oro”, se juntan tres artistas flamencos, un cantaor, un guitarrista y un bailaor, y los tres sin moverse de la escena en ningún momento ofrecen un espectáculo de flamenco completo, complejo, y sobre todo flamenco. Con este espectáculo se marca una línea en el tiempo y en el discurrir del flamenco, marca lo que puede ser el fin de esos montajes mastodónticos, en los que el flamenco es sólo una excusa para contar una historia. Eso va a quedar como una época del flamenco, que por supuesto, marca y ha marcado una generación. Una etapa que arranca en los años 70 y que ya ha comenzado a agonizar. ¿Cuántas historias recuerda Usted de las que nos han contado en estos 30 años? Quizás se recuerde mejor tal o cual artista de la época, pero muy pocas veces lo que nos han querido contar. Lorca, Lorca, Lorca, principalmente sobre él ha girado el flamenco en los 30 últimos años. En “La Edad de Oro” con Fernando Terremoto al cante, Alfredo Lagos a la guitarra e Israel en el baile, se ha configurado un espectáculo flamenco en el que Terremoto, un cantaor flamenco de “alante”, no se ve interrumpido por el baile en ningún momento. Por citar un ejemplo, uno de los pocos momentos en el que Fernando canta al baile, es el fandango, en el que Israel Galván representa con su baile la guitarra. Y el remate de esos fandangos, eso, eso quedará como una obra de arte para los tiempos. Este potaje no se ha hecho en un día, este mismo cuadro, cambiando ahora a Alfredo Lagos por el Niño Josele, fueron los que ganaron el premio de la Bienal del año 1.996, y fueron pueblo por pueblo de Andalucía a representar su premio. Entonces aquello parecía una unión circunstancial y forzada por haber sido ganadores de una Bienal, entre otras cosas debido a que Fernando Terremoto no acompañaba con su cante a bailaores, su cante es “alante”. Esta generación de aficionados tiene ya su mito, vivo, y joven, puede ser el principio de la nostalgia que viene en el período que hay entre mito y mito. Puede ser el principio de las nostalgia, en cualquier caso, de una nostalgia, que llegará si es que debe de llegar, pero al menos es otra nostalgia.
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