'Guitarras de cal' de Fernando González-Caballos

Se dice que escuelas guitarrísticas bien definidas en el flamenco, sólo hay dos: las de Jerez y de Morón de la Frontera (Sevilla). El joven antropólogo moronense Fernando González-Caballos, habiendo recibido la Beca de Investigación Pedro Bacán, ha hecho un estudio precisamente de ésta última, la de su pueblo, un trabajo que estaba pidiendo a gritos ser realizado ya que Morón siempre ha sido pueblo de tocaores pero no existía ningún estudio serio.

 

El libro se divide en dos partes no etiquetadas como tales, pero sí
bien diferenciadas, y empezaremos por la segunda porque es el verdadero
meollo de la obra. Incluye los testimonios directos de 19 guitarristas
de Morón (o estrechamente vinculados con el pueblo) hablando largamente
de su formación artística y ofreciendo sendas perspectivas
personales respecto al toque de Morón, desde el más veterano
Manuel Morilla, hasta los hermanos Paco y Juan del Gastor, el hijo del
cantaor Joselero, Diego de Morón o el joven Daniel Méndez,
componente habitual de la compañía de Antonio Canales. Estos
testimonios detallados están intercalados con citas directas de
personas tan relevantes del mundo flamenco como Paco de Lucía o
Ángel Álvarez Caballero. También se retrata a los
guitarristas desaparecidos que fueron importantes para Morón. Estas
minibiografías y declaraciones conforman una imagen multidimensional
y extremadamente útil de una forma de tocar a menudo mistificada
que muchos sólo relacionan con Diego del Gastor, guitarrista que
adquirió una importancia singular a partir de los años sesenta
cuando a raíz de un libro, «Art of Flamenco» (1962) del
autor y estudioso norteamericano Don Pohren, jóvenes norteamericanos,
«los últimos señoritos andaluces» como dice Ricardo
Pachón, hicieron el peregrinaje al pueblo para conocer al maestro.

La primera mitad del libro empieza con un repaso histórico condensado
del flamenco en general, y de la guitarra flamenca en particular para
ubicar el tema. Incluye un capítulo 'Características musicales'
que propone una orientación musical rudimentaria que ayuda al lector
no entendido a acercarse al tema central del libro. Hay un capítulo
«La música como generador de identidad» que lleva una
fuerte carga antropológica que podría llegar a cansar al
aficionado de a pie, y que proyecta cierta sensación incómoda
de estar estudiando una tribu indígena con la lupa virtual del
investigador, pero entonces nos remitimos al subtítulo del libro,
«Estudio etnográfico del toque de Morón», y sabemos
que el autor cumple al pie de la letra.

La juventud de González-Caballos es refrescante pero con 29 años
no tiene conocimientos directos de la historia reciente y más dinámica
del toque flamenco por lo que se ve obligado a depender de la recopilación
de datos de segunda mano. La desventaja de este sistema queda patente
cuando habla de la guitarra flamenca contemporánea y el «nutrido
grupo» de creadores a la cabeza de los cuales sitúa a Manolo
Sanlúcar como «el primero de esos jóvenes». Es
posible que se haya basado en las respectivas fechas de nacimiento de
Sanlúcar (1943) y Paco de Lucía (1947), ignorando que Paco
había causado furor en el mundo flamenco varios años antes
de que el sanluqueño empezara a probar las aguas con sus primeros
experimentos discretos.

A pesar de algunos defectos menores, estamos ante un documento de incalculable
valor. Se tratan temas tan interesantes como la poca o nula participación
de las mujeres en las peñas, el aislamiento de Morón («por
Morón no se pasa – a Morón hay que ir expresamente»)
o la disminuida relevancia de los festivales de cante. Aunque cierta perspectiva
personal haya invadido esta obra presentada como rigurosamente científica,
se podría decir que representa la de la nueva generación
que rechaza el concepto de la pureza, y el resultado final logra un perfecto
equilibrio gracias a declaraciones como estas:

Paco del Gastor: «Hoy está la juventud entusiasmada
con la forma de cantar de Camarón y la forma de tocar de Paco.
Esa misma juventud no ha echado en cuenta a figuras como Antonio Mairena,
Caracol o Don Antonio Chacón. Tampoco conocen la guitarra de Sabicas,
de Niño Ricardo, Melchor de Marchena y mucho menos de Diego del
Gastor. […] Tengo puesta mi fe en conseguir que el toque de mi tío
Diego se amolde a la actualidad».

Daniel Méndez: «Se puede tocar por Morón
empleando otro tipo de falseta y, sin embargo, sonar a Morón, cosa
a la que la gente no está acostumbrada porque aún hoy siguen
con la venda puesta. Lo que pasa es que, al ser un toque técnicamente
poco dotado, muchos aficionados se acercan a él y lo defienden
creyendo haber encontrado la panacea del toque gitano, cuando no es más
que un escudo histórico que lo único que hace es ocultar
una falta de estudio.»

Paco Delgado 'El Leri': «Lo que ellos hicieron ha quedado
en la historia, pero no podemos alimentarnos sólo de eso, sino
que hemos de evolucionar a partir de ahí, sin perder el aire, pero
tampoco limitándonos a ello. […] Yo creo que en Morón
queda guitarra para rato, incluso me atrevería a decir que es el
lugar de España en el que hay más guitarristas por metro
cuadrado.»

Ver
ficha del libro

Galería
fotográfica 'Morón Flamenco' – Manuel Gilortiz

 

Estela Zatania


Salir de la versión móvil