Francisco Gutiérrez Carbajo 'La poesía del flamenco', Almuzara, 2007, 211 pp.

Teoría del conocimiento poético

JUAN VERGILLOS

La obra no se limita a estudiar las formas (estrofas, versos, rimas, pausas, procedimientos estilísticos), los temas o el contexto literario en el que surge la poesía flamenca. Estos estudios están en función de una teoría poética. Para Gutiérrez Carbajo la poesía, y en concreto la lírica flamenca, es una forma de conocimiento de nuestro entorno, natural, social, familiar, y de nosotros mismos. La poesía flamenca explica el mundo, lo acota o proyecta, y nos explica a nosotros. Da razón de la extrañeza del vivir y crea belleza. Finalmente, según el autor de esta obra, la poesía flamenca posee una dimensión política insoslayable.

Gutiérrez Carbajo plantea que la cuestión de los límites es tan engorrosa que no merece la pena confiar en una estricta división entre lo científico y lo artístico, entre lo popular y lo artificioso. Así, en este estudio de seguidillas y cuartetas arromanzadas, Gutiérrez se retrotrae al Marqués de Santillana para seguir con De Mena, Díaz Rengifo, Valdés, Covarrubias, Correas, Milá y Fontanals, Bécquer, Valera, Costa y Menéndez Pidal. Otras referencias teóricas van del romanticismo de Herder a las teorías individualistas de Croce. Si los románticos consideran la poesía popular como propia del pueblo, en el siglo XX gana la consideración de esta como “poesía del hombre, de todo hombre” (Sánchez Romeralo), con todo lo que ello implica.

Francisco Gutiérrez Carbajo ‘La poesía del flamenco’, Almuzara, 2007,

 

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En lo que se refiere a los estudios filológicos y literarios de la copla, Gutiérrez resume las contribuciones de Machado Álvarez, García Gómez, Cansinos Assens, Lorca, Ropero Núñez, Bañuls y Pérez Orozco, entre otros, remontando el origen de la copla flamenca a las jarchas, refutando así el origen gitano de la poesía flamenca defendido por Molina y Mairena entre otros. Ello no le lleva a negar la importancia de la presencia gitana en la lírica jonda y con este presupuesto afronta la obra del “antigitanista” Schuchardt, como del “gitanista” Machado Álvarez, amigo del anterior y cuyos diálogos encontrados dieron frutos muy jugosos.

Que la aparente frialdad de las disciplinas académicas y “científicas” encierra no pocas, y calientes, premisas ideológicas lo demuestra la afirmación, harto discutible, de Bañuls y Pérez Orozco de que la copla flamenca presenta las formas dialectales de la estricta “norma sevillana”.

El capítulo dedicado a las estrofas es un auténtico tratado de métrica flamenca, con explicación de las diferentes variedades, la genealogía de la estrofa, y las diferentes teorías explicativas al respecto de las mismas que los filólogos han ofrecido a lo largo de la historia. Digamos en resumen que entre la cuarteta octosilábica, la seguidilla y la seguiriya (o seguidilla gitana en el decir de los estudiosos) hemos explicado el ochenta por ciento de las coplas flamencas. Tan sólo encuentro una ausencia notable en este perfecto resumen de un tratado de métrica flamenca, y es la estrofa de la milonga del tipo Pepa de Oro, que es una décima. También se incluye un largo capítulo dedicado a las peculiaridades del romance flamenco, en donde se hace un buen resumen de las contribuciones de Di Stefano, Suárez Ávila, Pedro Piñero, Virtudes Atero y el propio Gutiérrez Carbajo, entre otros.

 

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