PUREZA INDOLORA
Texto: Estela Zatania Miguel Flores Quirós, «Capullo de Jerez», a sus 53 años es el ídolo de gran parte de la afición joven. No es necesariamente el público de la canción aflamencada facilona; el Capullo también tiene a sus seguidores entre los aficionados al cante que reconocen en él un tipo de pureza que es suya propia, no la de los libros y flamencólogos. Es la autenticidad que surge de vivencias desde niño en la jerezana Calle Nueva, de una madre que cantaba y de una época dinámica cuando el cante aún existía como forma de vida. El Capullo es un cantaor carismático y creativo que por su honestidad artística y su formación, logra conectar con un público muy diverso. De lo contrario ¿cómo iba a revolucionar a miles de personas en la Fiesta de la Bulería como hizo en la última edición que se celebró en el gran estadio Chapín de Jerez? El que fuera durante años figura de culto, se ha convertido en algo más grande. Con esta grabación el cantaor se mantiene firme en su línea, e incluso la deja mejor definida, rechazando las superficialidades a las que recurren otros para satisfacer la demanda por una música flamencoide sin complicaciones. No es que el Capullo no tenga un repertorio basado en los palos más populares del flamenco, sino que lo interpreta con pasión, personalidad y conocimientos.
El CD abre con una rumba, «Son de lunares», cuya mezcla de instrumentos, coros y estructura general, recuerda las rumbas de los años 80, la época todavía formativa del Capullo, lo cual le permite hacerla actual – lo auténtico siempre cunde. Auténticas también las bulerías que siguen con el título «Perdón». Cocina su receta jerezana con los pinches Diego Amaya, Niño Jero y Jerito a la guitarra, y Joaquín Grilo que pone detalles de baile. Es una canción por bulería, pero con este cantaor la barrera entre canción y cante corto se disuelve, gracias a su manera de construir las melodías (originales de él, igual que las letras), su fraseo sumamente flamenco y por supuesto, su manera de viajar por el compás. «Flor de Canela», el tema que da el título al CD, es una canción que se ajusta al compás de tangos relajaítos con cierto aire de pop contemporáneo sin que llegue a «concesión comercial», porque el Capu, como lo llaman los incondicionales, no concede nada, y sabe ganar al público entregándose tal como es. Posee el envidiable don de sorprender haciendo el mismo repertorio de siempre: bulerías, tangos, rumbas y fandangos. Por fandangos, derrocha flamenquería recordando al Niño de la Calzá, pero con el toque personal que siempre tiñe todo. En el marchoso tango «La Culpa», sale a la superficie su admiración por El Barrio, influencia que asimila y emplea con gran efecto; el tranquilo decir del Selu modera el agresivo del Capu. Esto conduce a la soleá por bulería, el palo anárquico, eminentemente flamenco y jerezano que se ajusta sublimemente a la personalidad de un cantaor que sabe aprovechar toda la latitud implícita para expresar su visión personal. La bulería «Las flores» tiene un aire y fraseo con ganas de rumba, pero todavía falta la conocida rumba del Capullo, la que sus fans corean en los conciertos, la del «Pan y queso». El CD se despide con lo que es el final casi obligatorio de todo cantaor jerezano, el improvisado fin de fiesta por bulerías a palo seco. Grabado en una venta para huir de la frialdad del estudio de grabación, son siete minutos redondos del cantaor solo ante el peligro, las palmas apenas suenan, el compás empapa el aire y el Capullo monta su fiesta particular, la que tiene lugar permanentemente dentro de su cabeza y de la que nos hace partícipes. Hacia la mitad se anima solito.Seleccionando los cantes con paladar, su voz se rompe una y otra vez, el juego de las sílabas y las re-pe-ti-re-pe-ti-ciones, homenajeando la voz de La Perrata y por fin subiendo»…por la Calle Nueva y Cantarería, con Camarón a mi vera diciendo ‘Capullo mío’». Pureza indolora, la suya propia. |