Por fin se edita en formato DVD, con todos los honores, este clásico del cine flamenco documental. Me refiero a ‘Flamenco’ (1995), de Carlos Saura.
¿Alguien da más? por Juan Vergillos
Son muchos los valores flamencos contenidos en esta película. Los protagonistas y sus intervenciones fueron minuciosamente calibrados de manera que la cinta no presenta depresiones de intensidad: todo su metraje es esencial. Por ella desfilan los grandes intérpretes del momento, bajo la desnuda mirada de Storaro, de manera que resulta casi imposible destacar algo sobre el conjunto, más allá del propio gusto. Con todo no nos resistimos a recordar algunas secuencias a vuela pluma: inefable el primer plano de La Paquera en su salía buleaera; nadie había retratado con tanta verdad a la cantaora, uno de las más prolíficos flamencos en esto del séptimo arte. O la cálida sensualidad criolla de Merche Esmeralda. El ritmo categórico de Diego Carrasco. La queja telúrica de Agujetas, con el sobrecogedor silencio final; tampoco se había filmado el martinete hasta entonces de esta forma descarnada. La serena visceralidad de Toronjo. El lírico crujido existencial de Fernanda de Utrera, único de los participantes, junto con Chano Lobato, que intervino también en la película de Neville ‘Duende y misterio del flamenco’ (1952), el único precedente de mérito con el que cuenta esta obra. La intervención de Fernanda de Utrera el que es acaso el momento de más emoción de ‘Flamenco’: en un plano fijo, notarial, desmenuza esa soleá suya tan necesaria, la más importante del siglo que se nos fue, desnuda de artificio y de recursos técnicos, casi sin voz, en el puro esqueleto del cante: una verdad esencial. O el perfil helénico de María Pagés. El desconsuelo íntimo por tarantas, rezo minero hecho copla, de Carmen Linares. La afinadísima miel de Lole. El ronco clamor de Rancapino. La geométrica seducción de Belén Maya. Y por supuesto el torso desnudo de Cortés. Y muchos más momentos destacados (ya hemos dicho que el nivel artístico y cinematográfico se nos antoja insuperable), puesto que hablamos de los más importantes intérpretes de este arte. Así a los citados añadamos los nombres de Morente, El Chocolate, Mario Maya, Tomatito, Manuela Carrasco, Mercé, Antonio Toscano, Manolo Sanlúcar, Matilde Coral, Paco de Lucía, Menese … Algunos eran valores emergentes en vías de consagración, como Belén Maya o Farruquito, para los que la cinta supuso un fuerte espaldarazo. Otros se fueron (Paco Toronjo, Farruco, La Paquera, El Chocolate), pero ahí quedó su arte impresionado para poder ser degustado por las generaciones futuras. La obra se ofrece en un único paquete junto a ‘Sevillanas’ (1992), que puede ser tenida como un precedente de la anterior. Allí dieron su canto de cisne dos intérpretes fundamentales del siglo XX: Lola Flores, con una interpretación de las sevillanas rocieras asombrosa, surreal y desnuda. Y Camarón de la Isla, con unas sevillanas firmadas por Isidro Muñoz que duelen como seguiriyas, afiladas, definitivas, íntimas, terminales. A ellos, debemos añadir los nombres egregios de Manuel Pareja-Obregón, Toronjo, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Rocío Jurado, Salmarina, Los Romeros de la Puebla y las Corraleras de Lebrija. ¿Alguien da más? |