De Estrella a la Golondrina
JUAN VERGILLOS Son documentos preciosos. De intimidad. Estrella en casa. En la casa del padre. También en la cueva, en ca el Curro Albaicín. Tan valiosos como precarios desde el punto de vista técnico: una sola cámara en alguno de ellos. Sin apenas montaje. Técnicamente son regulares pero el valor documental está por encima de otra consideración. Estrella en casa. Bueno, también hay un concierto en el Patio del Aljibe de la Alhambra. Éste es de 2004 y los anteriores de 2000. Es decir ambos documentos están realizados durante los preparativos de los dos discos que hasta la fecha ha publicado Estrella Morente (exceptuando ‘Calle del aire’, que en principio iba a ser un disco coyuntural, navideño, y al final se quedó en un delicioso medio camino). Este es el repertorio que se ofrece, en estricto directo, el que luego se recogería en los discos.
El concierto en La Alhambra, la presentación del espectáculo ‘Pastora, 1922’, se concibió en un primer momento como un disco en directo. Pero no se llegó a realizar: todos sabemos que lo vendrían serían ‘Mujeres’. Es un documento interesante, con el viento y todo que sopló aquella noche. Estrella arropada por las guitarras de Pepe Habichuela, Josemi Carmona, Miguel Ángel Cortés y Miguel Ochando. Y las mujeres del barrio y de la familia. Más interesantes aún resultan las otras dos películas. Estrella pierde espectacularidad y gana intimidad. Verdad. Sobre todo con la complicidad femenina. Canta con y le canta a su madre, a Loles del Cerro, a La Porrona. Esas son las mujeres de Estrella, a mi parecer, más que Edith Piaf o Rocío Jurado. Es un punto de vista. Sobre todo, descubrimos a un personaje fascinante: Isabel La Golondrina. Un testimonio excepcional del cante y el baile en las cuevas. Una mujer que tiene en su voz y en su mirada la historia toda del flamenco en Granada. Isabel canta y habla cómo y donde quiere. No se preocupa de pisar a Estrella o de romper con la formalidad de la grabación preguntando, en pleno concierto, a Juan Habichuela, si la puede llevar luego de la fiesta al barrio de La Chana. Esta espontaneidad es la verdad del arte y la vida. Es la budeidad que otorgan los años. Y cómo canta la señora. Para hacerle un disco. Es dignísima heredera de aquella Golondrina que glosó, con aciertos y errores, José Carlos de Luna. Sin duda el descubrimiento del film. Y Estrella. Estrella jovencita. Todavía no está revestida de la espectacularidad que ya observamos en ‘Pastora, 1922’. Es casi una adolescente. Deliciosa, bellísima. Cincelando los estilos: los tangos del Cerro, la soleá de Triana. Firmemente asistida por Juan Habichuela. A veces algo pedante, sobre todo al hablar de Enrique: su admiración de hija la disculpa. Y otras humilde, asumiendo su calidad de receptora de toda una tradición cantaora y bailaora, la del Sacromonte. Bebiéndose los cantes, los gestos y las palabras de esa gran señora del flamenco granadino, y prácticamente anónima, llamada Isabel la Golondrina. |