Por fin llegó empaquetada la urgencia de la leyenda. Ya está aquí el venerado y esperado disco que tanta ansiedad ha despertado en aficionados y arrimados, que ha hecho que guitarristas jóvenes y no tan jóvenes acaricien la desesperación de la incertidumbre. Porque al más puro estilo gringo, la estrategia promocional ha sabido situar las miradas en torno a este nuevo trabajo con adelanto de videoclip incluido, los medios se han partido las piernas por conseguir una entrevista con el maestro y no ha faltado quien aporte un granito de misterio o la anécdota sentimental durante la grabación.
De todo, incluyendo sus declaraciones, se extrae que Paco de Lucía ha alcanzado la madurez artística que él tanto ansiaba. Y no hablo de la que ha tenido siempre, sino de la que él andaba buscando.
Cuando una persona se replantea su afición y la necesidad personal de gustarse independientemente de lo que piensen los demás, está dejando en un segundo plano el sufrimiento del creador del que tantas veces nos ha hablado el maestro. Y aunque todos sabemos que Paco siempre anduvo en una dimensión distinta, considero que este momento profesional lo pasea por una órbita más cercana, más humana, más íntima.
Todos sabemos que Paco siempre anduvo en una dimensión distinta
Cuando empecé a escribir este artículo, inicié mi reflexión intentando buscar un título que definiera el disco. Idea que descarté justo cuando desembarqué en el término “Intimista”. No estaba seguro de que se me entendiera en el estricto sentido en que lo utilizo.
“Cositas buenas” es un disco de flamenco, que no sólo de guitarra. Cuando todos esperábamos que el Dios de la sonanta volviera a dar otra vuelta de tuerca al instrumento, éste nos sorprende con un disco que presenta su concepción del flamenco, sin forzar el virtuosismo. Nos presenta una guitarra sin grandes alardes, flamenquísima, impecable y con extraordinaria riqueza armónica, pero sin alardes.
Algunos guitarristas coinciden en que la primera audición del disco les provocó cierta decepción, y este desencanto fue desapareciendo con posteriores audiciones, cuando se van descubriendo esos detalles, esas “cositas buenas” que el de Lucía nos regala, y que se identifican en los cierres, en las vertiginosas armonías, en los acompañamientos del cante.
Foto: Rafa Manjavacas
Son muchas las “cositas buenas” de este disco, pero las mejores no se centran en la guitarra exclusivamente, sino en las formas flamencas de este artista. En este sentido, Paco sigue estando en otra dimensión. No creo que exista ningún guitarrista que pueda desarrollar con tanta naturalidad un disco de cante flamenco.
Fue Saramago quien dijo en una ocasión que no existe el triunfo absoluto porque va de la mano del fracaso. Y es que para triunfar en algo hay que renunciar a otras cosas, hay que fracasar en otras cosas. Con el transcurrir del tiempo, la balanza de la vida nos dirá si estábamos equivocados en nuestros triunfos por nuestros fracasos.
Paco, como genial que es, está equilibrando la balanza en este disco de flamenco, de cante, que no sólo de guitarra, presentando su íntima concepción del cante y del sonido flamenco. Ahí está el verdadero alarde de esta entrega. Y de alguna forma, vuelve a abrir la caja de Pandora con respecto a las nuevas tendencias, reivindicando las formas de raíz. Lo que nos vende ahora, es la esencia del flamenco, de su flamenco, aunque para ello haya tenido que tomar prestado algún que otro rasgueado de Tomatito para el cierre de la bulería.
Y donde podemos apreciar esto de forma más sobresaliente es en la soleá por bulerías, cuya única descripción posible es la indefinición del duende. Sorprendente en su concepción, en su desarrollo, en su cadencia, en su velocidad… También es sorprendente que nadie le pegara con la guitarra en la espalda al cantaor (espero que si el maestro lee esto, lo interprete como un guiño). Claro que si para el cante se hubiera utilizado otra voz, me pregunto si le habría restado fuerza al resultado final.
Otra clave son los coros, con estribillos pegadizos y de extremada dificultad. Se presentan como pilares de cada uno de los temas, como ejercicios de equilibrio, pese al vértigo que provocan, ya que no se acercan a la dulcificación empalagosa sino que se mantienen entrelazados al desarrollo flamenco, forman parte, en definitiva, de la intimidad flamenca de Paco. De forma soberana, con gusto, con conocimiento y desde su verdad, el maestro ha hablado… Hagamos nuestras sus enseñanzas… pero sólo hasta el séptimo corte, porque no logro entender cómo se ha colado el octavo.
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