Guitarra: Juan Antonio Muñoz. CD. + ‘Mis recuerdos de Antonio Mairena’ Juan Antonio Muñoz. Libro, 132 pp.
Una grabación imprescindiblepor Juan Vergillos
Me gusta más el disco que el libro. Este último tiene más valor documental (fotografías, correspondencia inédita del cantaor con el autor) que ensayístico, mientras que aquel une al documental una absoluta calidad artística. La de uno de los más importantes intérpretes de la historia de este arte, paradigma del neoclasicismo flamenco de los años 50 y 60, e influyente teórico. La importancia teórica de Mairena reside ante todo en lo influyente que fue en su momento, sobre todo por el eco que tuvo entre cierta intelectualidad antifranquista ese concepto de lo gitano-andaluz. No obstante, hoy existe una sana corriente crítica hacia este concepto y esta teoría, hasta el punto de que no goza de crédito alguno en la inteligencia flamenca, dada la tergiversación histórica y las altas dosis de racismo que contiene. Digo todo esto, no sólo por situar la figura frente a los escasos lectores que no la conozcan, también por contextualizar teóricamente el presente libro, que une, al bosquejo humano de Mairena, visto por el amigo que lo admiró y trató, en este orden, una defensa, insostenible hoy a mi entender, de la teoría de Mairena. Ésta tuvo sentido en su contexto histórico, pero hoy día, dicho queda, resulta insostenible. Ni se sostiene esa defensa numantina de la figura de un cantaor que está, hace décadas, en el Olimpo flamenco. Sobre todo con el argumento de que sus críticos “no saben darse una vueltecita por bulerías”. El argumento se desmiente por sí mismo ya que, de seguirlo hasta sus últimas consecuencias, nadie podría opinar de toros sin enfrentarse a cinco miuras primero, ni de cine sin haber dirigido las tres partes de ‘El padrino’. Mairena no necesita defensa, porque se defiende por sí mismo. Los papistas más papistas que el papa no hacen sino arrojar sombras sobre una credibilidad que es ya, por siempre, inquebrantable. Los tiempos de adscripciones absolutas corresponden a nuestra infancia política, intelectual y afectiva y cualquier ser maduro se distingue por su facultad de criticar y asumir las críticas de los demás. Ahí está la obra monumental de Mairena, incuestionable e indispensable para la historia de este arte, a la que contribuyen en no poca medida los inéditos de esta edición. Se trata de ocho cantes registrados en directo con la guitarra del autor-editor de esta obra, Juan Antonio Muñoz. Grabaciones particulares de 1973, 1976, 1977 y 1980. Es decir, realizadas en la cumbre de sabiduría y capacidad cantaora de Antonio. Porque esa fue otra de las virtudes del mairenero: sus facultades jamás menguaron, murió en el cenit de su capacidad comunicativa. Los que me siguen habitualmente saben que éste es el Mairena que yo prefiero: el directo, el que canta sin el freno de la responsabilidad del estudio de grabación, sin la espada de Damocles de “la posteridad”, esa mentirosa. Mairena libre de ese “cargo que yo me he echao” como dice en sus memorias, respecto a su labor de dignificación de lo que él llamada “cante gitano-andaluz”. Desde su muerte han visto la luz inéditos registrados en La Unión, junto a Paco de Lucía, en los festivales andaluces, en la Universidad de Sevilla y en la peña El Taranto de Almería. Ahora se les unen estas grabaciones caseras, con las lógicas deficiencias técnicas. Vuelva a conmoverse dejándose seducir por las cuatro series soleaeras (tientos, seguiriyas por partida doble y cantiñas completan la obra), experimentando como poco a poco el cantaor va minando nuestras facultades intelectuales para culminar en la emoción más visceral. Además, algunos de los cantes y letras incluidos, como las soleares “de los alfareros de Triana”, jamás han sido registrados en los discos oficiales del cantaor. Mairena en directo, ahí es nada. |