¿Qué tenía esa voz de Antonio Fernández de
los Santos, apodado en principio El Mono y que ha pasado a la historia
del flamenco como El Chaqueta? Ramón Soler, co-autor de la clásica
obra «Antonio Mairena en el mundo de la siguiriya y la soleá»,
en una labor de afición, investigación y mucho amor, comienza
diciéndonos que “Este es un libro de lamentaciones”
al referirse a “aquello de lo que ahora podríamos disfrutar
y no podemos”. Son pocas, demasiado pocas las grabaciones que nos
dejó un cantaor único, especial, irrepetible…y achaca
esa voz, según declaraciones de Chaquetón, sobrino recientemente
desaparecido, a una afección laríngea provocada por beber
un vaso de agua helada después de sudar cantando en un festival,
siendo todavía muy joven.
Sin embargo, bueno es tener presente que la pura voz no es todo, es un
elemento importante, sin duda, pero si no fuera unida a ese asombroso
conocimiento de los cantes y del compás, de poco serviría,
como lleno de ejemplos está la historia del flamenco. Esa voz del
Chaqueta ni fue ni es fácil que guste a todos por igual –
hay quien la encuentra hasta desagradable, como hay quienes encuentran
desagradable la voz de Pastora,¡nada menos!
El Chaqueta con Carmen Amaya
Es notable la disección que Soler aporta en la segunda parte de
su obra sobre cada cante que hacía El Chaqueta, analizando orígenes,
tanto posibles como ciertos; opiniones de peso, ya de los sobrinos Chaquetón,
el Flecha, su
viuda Adela (hija del cantaor El Pili), como de Chano Lobato, Antonio
Arenas, etc. Labor de aficionado verdadero y enamorado del tema, requisitos
indispensables para lograr algo semejante.
Este libro, «ANTONIO EL CHAQUETA/Pasión por el cante»,
es acompañado por un estupendo regalo para los oídos: dos
CDs con casi todas las grabaciones del linense extraordinario, este amo
del compás, dominador como muy pocos ha habido, hay o habrá…amén
de una colección de fotografías más que interesante
y la inclusión de letras, tanto de los cantes como de los cuplés
por bulería que nos dejó Antonio Fernández de los
Santos.
Págs. 15-16:
«Nos alegra por un lado que haya habido cantaores de su
calidad, que con su contribución han hecho que este arte sea
aún más importante y, sobre todo, más hermoso,
más conmovedor. Pero por otro, nos entristece el haber tenido
a Antonio Fernández de los Santos ahí al lado, hace tres
días, y comprobar que no se le ha valorado como inequívocamente
mereció. Es lamentable que haya quedado relegado a la romántica
clasificación de artista de artistas, de cantaor venerado y respetado
por sus compañeros. Al aficionado esta sola circunstancia lo
avisa ya de que Antonio el Chaqueta debió de ser un artista fuera
de lo común, porque el flamenco es un mundo donde las malquerencias
son corrientes, donde las facciones y los partidismos demasiado apasionados
-y estúpidos a veces- abundan más de lo deseable. Pero
aquí, sorprendentemente, hay unanimidad entre entendidos, artistas
y aficionados.»