El festival logra la madurez como una de las citas musicales más singulares de Andalucía uniendo lo mejor del flamenco con el folclore y la vanguardia. El recuerdo a la figura de Javier Pineda Lazo, Potajito, recientemente fallecido, ha estado presente en todas las actividades.
Del 27 al 29 de junio pasados ha tenido lugar en Casares la séptima edición del festival flamenco Rosa Fina, con un balance que ha superado con creces las expectativas.
Un tiempo inusualmente frío para estas fechas fue la nota discordante en una edición que ha destacado por una programación que ha incluido cante, toque, baile, poesía y videocreación, dando cabida a lo clásico y a la vanguardia, también al folclore, y que ha sido del gusto del público. Todo ello en un marco incomparable como es el casco histórico casareño, en el que el elenco de artistas dio lo mejor de sí mismo.
De la programación cabe destacar el acto de distinción, a título póstumo, de Javier Pineda Lazo, Potajito, como Hijo Predilecto de Casares, por una vida dedicada a la conservación del folclore casareño y de la afición al flamenco. Ha sido uno de los eventos más emocionantes y originales de los últimos años en Casares.
Un festival que le toma el pulso al flamenco actual
“Razón común”, una obra capitaneada por Tomás de Perrate, que ha aunado imagen, sonido y palabra, ha sido la propuesta de vanguardia de una edición del festival que ha tomado el pulso al flamenco en todas sus expresiones.
El baile ha tenido como nombre propio a Rafael Ramírez, bailaor esteponero que ha dejado constancia de por qué su carrera se está consolidando tan rápido.
El cante clásico ha encontrado un magnífico representante en la inconfundible voz de José Valencia, con una propuesta que incluyó un amplio repertorio de palos flamencos, mostrando al público su gran dominio del compás.
El toque ha estado muy presente en esta edición, con Juan Martín y Chaparro de Málaga con espectáculo propio, pero también con las magníficas guitarras de Paco de Amparo, Juan Requena, Manuel de Herrera o Curro de María, que con su maestría han acompañado magníficamente a los cantaores.
El folclore también ha tenido su espacio en esta edición de la mano de Los Malagatos, retrotrayendo el flamenco a sus orígenes, al pueblo, a la calle, dejando al público con ganas de más.
El mejor cierre para una edición de madurez
Esta edición no pudo tener un mejor cierre que la actuación de Sandra Carrasco y David de Arahal sobre el repertorio de Pepe Marchena, una sensible y original propuesta que puso el contrapunto necesario a un año en el que, habiendo dado cabida a las abrumadoras voces de Perrate o José Valencia, no podía crecer en intensidad para mantener la emoción. La sutileza y la jondura de la obra que han creado de la mano esta pareja de artistas, cante y toque, emocionaron al público: tendrá que pasar mucho tiempo para que quienes asistieron en la fría noche del sábado al festival puedan olvidar esta magnífica actuación.
Galeria fotográfica de Claudia Ruiz Caro
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