Espectáculo: Adioses. Idea original: Sara Jiménez. Coreografía: Sara Jiménez, Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola. Dirección escénica: Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola. Intérpretes: Niña de Espejo, Martí Corbera y Sara Jiménez. Composición musical: Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola, Niña de Espejo y Sara Jiménez. Lugar: Museo Atalaya. Festival de Flamenco de Jerez. Fecha: Viernes, 25 de febrero. Aforo: Lleno.
Desde el patio de butacas me planteo muchas veces qué le lleva a los artistas a mostrar eso que vemos. De dónde les brota esa idea que tratan de exponer en un escenario y cuál es el impulso que les empuja a sumergirse en un determinado argumento, estado, concepto o emoción y no en otra cosa. A quién quieren bailar, cantar o tocar con eso que presentan. ¿Para qué y por qué? Me doy cuenta entonces que cuando la obra funciona las respuestas siempre van llegando solas, porque están detrás de cada gesto, de un detalle, de la luz, de la música, del movimiento. Sin embargo, cuando es fallida, nos quedamos atónitos y, como me comentaba una periodista a la salida del Atalaya, con “muchas preguntas” más en la cabeza.
Ésta es la sensación que dejó el estreno en solitario de Sara Jiménez, una peculiar e interesante bailaora a la que conocemos por su prometedor trabajo con Estévez&Paños, que apareció en el Atalaya con ‘Adioses’, una propuesta dura, lenta y hermética que se presentaba como una suerte de oda a las despedidas, ausencias y exilios geográficos y emocionales.
Así, planteada como un poema visual, la obra dirigida por Juan Kruz iba esbozando versos a través de monótonas melodías, que intercalaban canciones (de folclore, música antigua, coros infantiles, coplillas…) y algún esbozo flamenco o pre-flamenco. En esta atmósfera, con la que entendemos se pretendía generar un ambiente cansino y asfixiante, se sucedían repetitivas coreografías cuyo peso recaía más en la iluminación o en el juego sutil con los elementos escénicos (una sábana, unas varas, unos hilos, instrumentos de percusión…) que en el propio baile. Esta vez, por cierto, alejado de cualquier código, lenguaje o emoción flamenca. En este sentido, ‘Adioses’, del que valoramos el riesgo, resultó un ejercicio introspectivo en el que la excesiva afección de los tres solventes intérpretes (Niña de Espejo, Martí Corbera y Sara Jiménez, perfectos en la ejecución) no logró conectar con el patio de butacas porque faltaba fluidez, ritmo y transmisión. Como si no hubiéramos sido invitados a la catarsis que parecían experimentar ellos. De ahí el desconcierto. De ahí las nuevas dudas…