Francisco Celdrán – Jefe de Prensa del Festival Internacional de Cante de las Minas
CARTEL ANUNCIADOR DE ESTA XLI EDICIÓN DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE CANTE DE LAS MINAS.
OISEAUX DANS UN PAYSAGE
Oleo sobre tela
1969 Bis 4. Septiembre 1974
216 x 174 cm.
Obra comenzada en el año 1969 y finalizada en septiembre de 1974, en la que destaca el gran formato que Joan Miró trabajó en varios óleos, con el fin de experimentar la gestualidad dinámica y el movimiento corporal sobre grandes dimensiones.
Los carteles del Festival constituyen su iconografía más popular, singular y sorprendente. No es sólo arte flamenco lo que el festival ofrece cada año; también ha tenido la audacia de colgar en las paredes de medio mundo, las creaciones de los más celebrados artistas de este siglo.
Todo cartel lo es en función de que exprese un grito desde la pared. En nuestro caso, el grito de La Unión, de la mina y del flamenco, unidos y entrelazados para que las gentes nos reconozcan. Se trata de añadir cultura a la cultura específica y colosal que ya caracteriza a todo el arte jondo. Nos sentimos orgullosos de que una obra maestra grite ¡Festival¡, cada verano, desde las esquinas y escaparates de nuestro país asombrando a los ciudadanos, pregonando nuestro Certamen desde el vértigo sublime de un pincel genial que se recrea pintando su propia alma.
Estos meses estivales los colores del Festival son los colores con los que Joan Miró ideó su «Pájaros en un paisaje». Toda obra de arte es un paisaje inabarcable que una vez realizado, escapa de su creador. Reinterpretarlo a nuestro gusto puede ser una osadía o una profanación.
En cualquier caso, es una tarea ociosa, otra «pasión inútil» que, como tal, merece llevarse a cabo. Expuestos los motivos y guarecido tras un localista afán de interpretación, despliego la fantasía: Miró sin proponérselo, ni imaginárselo siquiera, nos regala tres colores elementales: El negro que lo invade todo, negra mina, pozo negro, vida negra, suerte negra, muerte, luto, desesperanza. Tintura de dramáticas ausencias. Color del dolor asediándolo todo, pero siendo, a la vez, motivo y sustento del rojo y el amarillo que alumbran como un faro sobre la boca de lobo de una noche oscura del alma. Rojo y amarillo, sangre siempre vivificadora, a veces inútilmente derramada; amarillo de luz al final de un túnel.
Negro, rojo y amarillo, este año, en el Festival nos descubren los colores de La Unión. La paleta de los sueños que pinta nuestro atormentado paisaje, negro, negro, negro, rojo y amarillo, lleva en esta ocasión, la huella clara y genial de Joan Miró. Pájaros en un paisaje: Sobre la sierra minera; pájaros de luz atrapados en el lodo de la bahía de Portmán; el cante de una minera que escapa, volando, del pecho negro y rojo de un hombre cuya luz más vital brilla en el destello atronador de un quejío jondo. En definitiva, tres golpes de color que sirven para interpretar un oscuro y profundo mundo del que mana sin cesar un dolorido canto.