PERICON de Cádiz -Juán Martinez Vilchez. Cádiz, 1901-1980–

Carlos Arbelos – Barcelona, 27 de mayo de 2001

Texto de la conferencia pronunciada por Carlos Arbelos, el 27 de mayo de 2001, en el Centro Cívico La Colina de Badalona (BCN) con motivo de las jornadas de homenaje en el 100 aniversario del nacimiento de Pericón de Cádiz, organizadas por la Tertulia Flamenca de Badalona.

Buenos días queridos amigos: Un saludo a todos los representantes del Ayuntamiento y de las distintas entidades culturales que nos acompañan. Por supuesto a todos ustedes que han tenido la gentileza de acompañarnos en esta buena mañana, bienvenidos. Nos hemos reunido para homenajear a Juan Martinez Vilchez, Pericón de Cadiz.

Desde estos días y hasta que finalice el concurso El Yunque, la FECAC y la Tertulia Flamenca de Badalona quieren tributar homenaje a este cantaor, toda vez que en este 2001 se cumplen 100 años de su nacimiento. Como ellos dicen Pericón será por los tiempos, el ángel y la magia, la referencia y auténtica memoria de la más gloriosa época flamenca gaditana. Pericón nació el 20 de setiembre de 1901 y falleció en 1980 quiere decir que este hombre fue testigo de excepción del casi total desarrollo del arte flamenco en el siglo que acabamos de terminar. El tuvo una intensa vida artística en la que fue conociendo todos y cada uno de los avatares del mundo flamenco en ese siglo. Además, era una persona con una gran lucidez e inteligencia que le permitía discernir facilmente lo bueno de lo malo. También era muy buen aficionado y como tal muy curioso de cómo se hacían cantes antiguos y siempre buscaba con sus compañeros nuevos matices en los cantes que desarrollaba. Dos cosas tiene el flamenco, se cansó de decir en su vida: «medía y compás». «Si no conoces la medía de los cantes y su compás mal futuro tendras como cantaor»: decía Pericón.

Que como buen gaditano era largo con la grasia y con el poder de fabulación y fantasía que sólo ellos saben tener Pero estabamos párrafos más atrás en el tiempo que le tocó vivir. El escuchó a los grandes cantaores de finales del siglo XIX, porque su afisión le viene de muy pequeñito. Supo del cante en los cuartos y padeció los caprichos de quienes corriendose una juerga, sumaban a ella cantaores, tocaores y en algunos casos hasta bailaoras. Estamos a principios del siglo XX, no había otra forma que de conocer el cante que escuchándolo directamente. Radios, gramófonos, son cosas posteriores y no siempre al alcance de familias humildes como las de Pericón. Vivió con hambre el período previo a la guerra civil. Al colegio fue tres o cuatro años. Prefería salir a pregonar caramelos, para llevar unos reales a su casa. Vivió como espectador la guerra, y la posguerra la pasó con hambre y miedo cantando en los pescantes de los coches de caballos. Conoció la vida en los cafés cantantes y ventas de aquel tiempo y participó en los espectáculos de lo que se dio en llamar la Opera Flamenca junto a Pepe Marchena. En 1936 compitió en el concurso del Circo Price ganando el premio por siguiriyas y soleares.

Al concluir la guerra formó parte del espectáculo «Las calles de Cadiz» junto a la Niña de los Peines, Pepe Pinto, Niño Ricardo, Conchita Piquer y otros grandes de la época. Compañía con la que recorrió toda España Más tarde, a partir del año 1952 residió en Madrid, donde volvió a vivir las juergas con señoritos y aristocratas y se sumó a la vida flamenca de los tablaos Todos los días durante trece años estuvo cantando en el tablao Zambra.

Conoció apartir de los años sesenta la revalorización y dignificación que comienza a hacerse del arte flamenco en diferentes círculos de intelectuales y artistas de otras ramas. Toda su gaditanería ha quedado impresa en su discografía y en algunos programas de televisión que llegó a grabar ya de mayor. De su obra en discos hay que destacar su participación en la histórica antología de la firma Hispavox de los años sesenta. Esto es un relato rápido de las circunstancias de su vida, para hacernos una idea del tiempo en que vivió. A partir de este punto quiero hacer una reflexión sobre la importancia de los intelectuales en la vida del flamenco.

Sin ellos, sin su aporte, sin su compromiso muchos trozos de la memoria del flamenco los hubiésemos perdido. Algunos ejemplos son Falla y Lorca, quienes se empeñaron en realizar el concurso de cante jondo de 1922, para salvar lo que quedaba del arte gitano andaluz. Mairena recibió el apoyo de Molina para ordenar su memoria. Anselmo Gonzalez Climent dejó testimonio de cómo era una época. Moreno Galvan contribuyó a engrandecer el flamenco con sus coplas, aupando a Menese a la fama.

Y muchos y muchos más que con su trabajo y su afisión han contribuido a situar al Arte Flamenco en el sitio en que hoy se encuentra. Pero en relación a Pericón quien es la persona que nos ocupa hoy, quiero destacar a dos intelecuales. Uno; José Luis Ortiz Nuevo «El Poeta de Archidona», alma mater de la Bienal de Sevilla, investigador y estudioso de todo lo flamenco. A él debemos que haya recogido la memoria de Pericón.

Y la recogió tal como era en estado puro y no la corrigió, ni la interpretó. La dejó para la historia de la misma forma que surgía de la boca de Pericón, en un libro que se llama Las Mil y Unas Historias de Pericón. Para hablar de Pericón hoy, yo desde mi ignorancia voy a recurrir a esa obra que es punto de referencia obligado para hablar del genial gaditano.

Pero les dije que para hablar de Juan Martinez Vilchez había que hacer referencia a dos intelectuales. Uno es José Luis Ortiz Nuevo, a quien acabo de mentar y el otro es el poeta Luis Rosales. Éste nos ha dejado una descripción sin parangón. Que yo se las voy a leer para que ustedes tengan un perfecto retrato de nuestro homenajeado. Se pregunta Luis Rosales: «¿Conoceis en la vida moderna, compostura más grave que la del cantaor que, en el cuadro flamenco, está esperando que le toque su turno? Pues bien, de atrás le viene el pico al garbanzo.

Recordamos a uno de nuestros cantaores preferidos. Viste siempre de negro, como vestía la nobleza española en los tiempos de los Austrias. Lleva camisa de chorreras y zapato de tacón alto. En su atuendo muestra arcaismo, señorío y un cierto dejo sacerdotal. Se mueve lento y parsimonioso, y al moverse deja ver sus asomos de camisa en los puños. No hay compostura como la suya . Su gravedad es tal que unicamente al sentarse advertimos que es grueso. Tiene los ojos claros, impasible, semientornados, y aunque le llamen 'Arsa Pericón', no mueve la cabeza, no gira el cuerpo, mueve los ojos solamente. Parece un buda.

Canta hierático, quietísimo y garboso, como si no moviera un solo músculo de la cara. Aún en su mismo silencio hay sorna. Tiene algo de ritual, pero condescendiente, y mueve las manos de una manera tan precisa que nos encanta y nos alegra verle sacar el pañuelo. Cuando se sienta, se sienta completamente bien, igual que el agua llena el vaso. «Arsa, Pericón», y entonces, al levantar el brazo para cantar, deja la mano quieta y alta como si le doliera. Tiene un brillo perlado en la piel y el sudor no le moja la cara. De cante en cante pestañea. Este es su único movimiento.

Sí, es cierto! en el mundo flamenco no ha habido compostura como la suya» Ya tenemos un retrato de Pericón y también lo hemos situado en el tiempo que le tocó vivir y sabemos que nos dejó un trozo de su memoria escrita. Pues ahora, vamos ha echar una mirada al legado cantaor que nos dejó. Primero nos vamos a centrar en la televisión. Dos programas se ocuparon en forma monográfica de Juán Martinez Vilches. Uno , «Rito y Geografía del Cante»corresponde al año 1974 y el otro dos años más tarde es presentado por el poeta y escritor Fernando Quiñones bajo el nombre de «Flamenco». Obviamente son de la Segunda Cadena de la Televisión Española y cada uno de ellos dura media hora. Los cantes que interpreta en uno y otro practicamente son los mismos. Bulerías, soleares, tanguillos, alegrías, tangos y la malagueña chica de El Mellizo. Todo su sabor gaditano, toda su dulzura y toda su jondura quedan reflejados en estos programas de televisión. Los dedos de sus manos siguiendo, o mejor dicho creando el compás sobre la mesa, sus teorías sobre el cante, sus anécdotas y su propio cante se desgrana en esas dos medias horas.

Incluso en uno de ellos, está con su familia en piyama y hace una mijita de un pregón de caramelos, que hacía cuando era niño, que es para comérselo. No me extraña que pregonando de esa forma, volviese a su casa con los mismos caramelos que salía a vender y trajese dinerito. Hasta su propia madre se sorprendía de su talento. Felix de Utrera, gaditano de adopción lo acompaña con la guitarra y entre los palmeros hay uno de lujo: Curro La Gamba, marido de La Perla de Cádiz. En el terreno discográfico no tiene una gran producción, pero sin embargo hay cosas de mucho valor para nuestro arte flamenco. Comenzó a grabar tarde, tarde en relación a su vida artística que comenzó muy pronto. Sus primeras grabaciones en discos de pizarra datan del principio de los años cuarenta y corresponden a las casas discográficas Odeón y Columbia.

El historiador, escritor y buen coleccionista José Blas Vega tiene registrados 16 cantes de Pericón en esa época. Según los créditos son seguidillas, dos variantes de malagueñas, cantiñas, dos estilos de alegrías, varios estilos de bulerías, incluida una con fandango. fandangos y guajiras. Alternativamente está acompañado en el toque por el Niño Ricardo y Melchor de Marchena. Lo mejorcito de la época. Al ver esto seguramente, José Blas Vega pensó que la herencia de Pericón iba a estar coja y con casi setenta años lo comprometió a participar en la en la Magna Antología del Cante Flamenco que por ese entonces estaba preparando para la casa Hispavox, que en ese tiempo dirigía Rafael Pastor.

Y aquí sí que está lo bueno… En ésta obra que mereció un premio del Ministerio de Cultura a principios de los años ochenta Juan Martinez, acompañado por la guitarra de Felix de Utrera, excepto en el mirabras que lo hace Andres Heredia, deja impresionado lo siguiente: Siguiriyas de Enrique Ortega, bisabuelo de Caracol. Soleares del Morsilla, hijo del Mellizo. Bulerías de Antonio Herrero, cantaor en su juventud, posteriormente destacó como tocaor. Cantes de Enrique Butrón, cantaor quien nunca se profesionalizó y creó un estilo de alegrías Cantiñas de Romero El Tito. A quien se le atribuye la creación de la romera. Guajiras por bulerías de Espeleta, cantaor que participó en el espectaculo Las Calles de Cadiz junto a Pericón de quién fue muy amigo. Otras guajiras festeras. Tanguillos, el mirabras, villancicos Y las dos malagueñas de El Mellizo.

La granaina y malagueña chica de El Mellizo y El Prefacio con la malagueña doble. Estas dos malagueñas han merecido innumerables elogios de entendidos, flamencólogos y músicos de otras disciplinas. Pero lo más importante está en que ha sido ejemplo para muchísimos artistas que desconocieron el arte de El Mellizo. Cuenta Pericón que en una oportunidad esta malagueña le costó la guantá más gorda que se llevó en la vida. En una oportunidad, en una fiesta privada le estaba cantando a un hombre que él no sabía que recientemente había enviudado. Desconociendo este hecho le cambió la letra ?a la mare mía? por ?a la pobre mujer mía? La cuestión que al decir esta copla lo vé al hombre levantarse emocionado y llorando que se acerca a él. Y cuando lo tuvo a tiro le soltó una soberana hostia. Cuando se recupera, le reprocha ? Por Dios, que ha hecho usted? Y el hombre, claro, le pide disculpas, le dice que se emocionó mucho y que perdió el norte. Pero que por favor se la vuelva a cantar. Y le suelta Pericón: ? Hombre con mucho gusto, pero espere usté que me suba a la azotea.? Las cosas de Pericón, que recordó más de una vez… Volviendo al tema de su discografía, previamente a la de de Hispavox había intervenido en otras antología, una de la casa Vergara, con cinco cantes: soleares, alegrías, tangos, la malagueña del Mellizo y lo más destacable en ésta, a mi juicio, es la petenera corta y larga. Eminentes flamencólogos han estudiado la obra de Pericón, pero quizá quien más atención le ha puesto es el ya mencionado, José Blas Vega. Teorizando sobre este tema sostiene que: «Enrique El Mellizo apartándose de la línea rítmica y melódica de Juan Breva, revolucionó el proceso de la malagueña, creando un nuevo estilo que servirá de campo musical a intérpretes posteriores» «Este genial compositor que dejó huellas de su talento en otros cantes hizo de su malagueña una obra de arte.

Esta malagueña tan distinta de las demás por su jondura y desarrollo melódico ha sido muy cultivada a partir de los años cincuenta, sufriendo confusas transformaciones que han afectado su carácter original». En la obra señalada como Magna Antología del Cante Flamenco ?sigue diciendo Blas Vega- hemos conseguido a través del gran maestro del cante gaditano: Pericón, la conservación y trasmición directa de éste cante, delimitándolo y aclarándolo ya que podemos apreciar la diferencia que existe entre la malagueña chica y la grande, poco conocida y mal ejecutada en la mayoría de los casos». «La malagueña chica, nació en 1903, en el Puerto de Santa María, en el transcurso de una fiesta en que cantaban El Mellizo y Chacón, en un momento que a Enrique, ya mayor, le fallaron las facultades». «Delante de la malagueña grande algunos cantaores cantan como preparación el Prefacio de la misa, siguiendo una tradición de que El Mellizo se inspiró en la música gregoriana.

También existe la costumbre de interpretar estas malagueñas preparándose como similitud tonal con una granaina. Idea que puso en práctica Aurelio Selles, el cual ha reelaborado y fundido estos dos estilos de malagueñas a través de su personalísima interpretación, que sigue fielmente Pericón», termina diciendo Blas Vega. Con anterioridad a esta antología de la casa Hispavox, Pericón había participado en la primera experiencia de este tipo de grabaciones que realizan los franceses en los años cincuenta. Cuenta Pericón que estando en el tablao Zambre llegaron unos franceses para grabar la primer antología que se hizo del cante flamenco. Hablaron con Perico el del Lunar y él se encargó de juntar a los artistas para que cada uno hiciera sus cantes. Entonces fue ?rememora Pericón- y buscó a Pepe de la Matrona, al Niño Almaden, a Rafael Romero, a Jarrito, a Bernardo el de Los Lobitos y a mí mismo. Él, Perico el del Lunar, nos iba diciendo los cantes que debíamos hacer. El de los Lobitos salía cantando los cantes de trilla; el de la Matrona hacía la serrana de verdad; Almaden los cantes de Chacón y yo hice la malagueña del Mellizo, alegrías y tientos.

Comprueben ustedes la prodigiosa memoria de Pericón. Entre aquella grabación y el momento en que recuerda esto junto a un magnetofón de Ortiz Nuevo, han pasado 25 años, sin embargo recuerda a cada artista con los cantes que hicieron. La anécdota que cuenta Juan de esta grabación, que por cierto fue un éxito mundial es que recuerda que en el equipo de los franceses estaba un ciego, técnico de grabación y no vean cómo era el ciego. Se metía en su cabina y empezabamos a ensayar, y cuantito se daba un tono que no era, ya estaba avisando el ciego para que rectificáramos. El oido más fino que he conocido, el del ciego, decía Pericón.

En éste capítulo de la memoria de Pericón, hay por cierto mucha fantasía, y también una gran capacidad de fabulación, porque le gustaba mucho contar historias en que los animales hablaban o eran protagonistas principales, y no falta su poquito de guasa. Lamentablemente yo no les puedo trasmitir esas anécdotas porque para hacerlo hay que tener la sal y el gracejo gaditano y yo desgraciadamente no lo tengo y ese salero no se aprende en ninguna escuela, ni se compra en ningún supermercado. Pero vean ustedes lo de la guasa. El contaba que una vez un señor le pregunto de donde había salido el cante flamenco. Entonces Pericón contaba una historia, que decía se la había contado el Morsilla, que era hijo de El Mellizo, quien había leido en un libro lo siguiente: En el año 1512, en el 1512, hubo uno que escribía partituras flamencas y a unas les ponía solea, a otras siguiriyas, a otras malagueña, y así sucesivamente fue escribiendo todos los cantes y llenó un fardo entero de partituras. Y en ese mismo año de 1512 atracó una goleta en la bahía de Cádiz y empezaron a bajar el cargamento que venía para Cádiz. Y cuando acabaron se dieron cuenta que venía un fardo muy raro, sin origen, ni destinatario, ni nada…

Entonces dijeron: – ¿Qué será esto? Que será? – Vamos a ver de que se trata… Y entonces fueron y rajaron el fardo y vieron que eran partituras flamencas. Alegres y sorprendidos, fueron cogiendo del fardo lo mejorcito, que se quedó en Cádiz. El resto lo volvieron a empaquetar y lo mandaron para Jerez. Y en Jerez pasó lo mismo, y lo que quedó lo mandaron para Sevilla. Y de Sevilla fue para arriba. Por esto -decía Pericón- es porque en Cádiz se canta mejor que en ningún sitio de España y los mejores cantaores han salido de la Bahía. No me dirán que la historia no tiene guasa. Guasa, que no es maldad, simplemente es sorna. Y ya por último, quiero compartir con ustedes lo que considero es el testamento escrito flamenco de Pericón. En él habla, con mucha sabiduría y con salero de la aficion y del cante. Y creo que esto nos toca a todos, porque somos aficionados y somos amantes del cante. Y esta es la opinión sobre estos temas de un gran artista. Dice en la última etapa de su vida, cinco años antes de que lo perdiésemos.. «Ahora, desde luego, hay más afición que antes, lo que pasa que antes, la gente se metía más en juerga y hoy no. Hoy se van a un tablao o se van a este sitio y al otro y no se meten tanto en juerga como antes. El que ha vivido de las fiestas sabe lo que es eso, por que ha tenido que pasar por todo , por lo bueno y por lo malo, por los aficionados de verdad y por los aficionados que no les gusta nada más que el cachondeo.

A mí me han pillado de los buenos y de los malos, porque muchas veces he visto yo llegar a Villa Rosa una reunión, meterse en un cuarto, y al rato tener que irse, porque en el de al lado había un jaleo que no se podía aguantar. Y también, han venido señores sólos expresamente a escuchar flamenco, sin mujeres ni nada y se han metido en un cuarto y han estado diez y doce horas nada más que escuchando cante. Venga cante, y venga vino y venga jamón o pescado. Y muchas veces he visto aficionados de verdad echar a mujeres del cuarto ?mujeres que eran un monumento- pero que no se sabían estar calladas y ha hecho así el señorito, ha llamado al metre, y le ha dicho que haga el favor de acompañar a las damas.

Pero otros han llegado con mujeres, y algún artista les ha pedido que por favor se callen y le han contestado que uno lo que tiene que hacer es cantar, y claro, así no hay manera de cantar. Ya te pueden dar tos los dineros del mundo que no cantas, porque no es por lo que te paguen, porque te vayan a dar esto o lo otro. Es por el trato que te den, por como te consideren y el respeto que tengan para lo que tú haces. Y también, luego, las atenciones que tengan contigo, los mimos que te den. Que si quiere usté un purito, que si el vino que usté diga, que si lo que usté quiera tomar… entonces aunque estes ronco, te esfuerzas de una manera y cantas. Pero si te vienen con guasa, con cachondeo, entonces no puedes abrir la boca y si no tienes más remedio que abrirla, es a mala leche, y así no se puede cantar. Porque para cantar, y para cantar bien, hay que estar a gusto. Y luego han estado también los sabiondos, los que sin saber nada, pero nada de nada, han llegado con exigencias y con impertinencias. Como uno que un día me dijo que lo que yo cantaba no eran malagueñas, que la malagueña de verdad era esa de que bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas…. Y así ya te pueden dar millones que no cantas. Y otro… que apareció una noche en Cadiz, pidiéndome bulerías negras. Y le tuve que cantar siete u ocho bulerías diferentes, hasta que en una de ellas el tío dijo: Esas, esas son las bulerías negras. No vean lo que yo he tenido que pasar ?sigue contando Pericón- y lo que he tenido que hacer para vivir en esto del cante, porque siempre ha tenido uno que decir cosas de mentira por no disgustarse con la clientela. Como una vez que yo estaba cantando por solea y uno me dijo:?Que buenos martinetes, Pericón? .

Y yo en vez de decirle, no señor eso no son martinetes, eso es soleá, pues yo le he dicho. Usté sabe mucho de esto, porque son unos martinetes muy raros que hay metidos por soleá. Y así me lo he ganao y no he perdio un cliente. Recuerdo que cuando el concurso de las alegrías en Cadiz, que Manolo Vargas se llevó el primer premio y a mí me dieron el segundo, después del concurso nos fuimos a una fiesta con unos cuantos del jurado y uno de ellos, habiendo yo cantao por soleares, se vino hacia mí abrazandome y me dice ?Pericón, olé por esas malagueñas. Y cuando ha llegado la hora de cantar en un teatro ha pasado tres cuartos de lo mismo. Que si tu has visto un ambiente de cariño, pues has salido con ganas y te has comido el teatro, pero si has salido con miedo y has visto en la primera fila un mojin raro, pues ya se te ha metido el garabato y no das pie con bola. Porque el cante es una cosa muy especial y tanto influye que tú estes bien, como que la gente que te escuche te atienda y te aliente de verdad. Hay gente que te escucha con respeto y luego habla con respeto de las cosas del cante sin presumir de saber esto y lo otro.

Es en esas ocasiones en las que uno se encuentra con la aficion verdadera cuando uno canta a gusto y canta bien». En estas reflexiones de Pericón que se encuentran como epílogo en el libro de José Luis Ortiz Nuevo «Las mil y una historias de Pericón de Cadiz» encuentro muchas verdades sobre el cante y una verdadera lección viva sobre este arte tan dificil y complejo. Por ejemplo, dice Juan Martinez: «El cante flamenco es lo único que no se aprende en el planeta tierra y el que no sabe hacer compás puede cantar bien, pero no sabe cantar porque le falta lo principal que es el compás.

Es cómo el que escribe con bonita letra, pero no sabe escribir porque tiene muchas faltas de ortografía y eso le pasa al que no saber hacer compás, que puede cantar bien , pero no sabe cantar porque le falta lo principal: el compás. Porque todos las cantes tienen su medía y como no los midas, pues no dices nada. Por eso hay cantaores que cantan bien, con la voz bonita y todo eso, pero no te llegan al corazón porque no han medido bien los cantes. Sin embargo, otros que no tienen casi voz se la administran de una forma, midiendo bien y entonces tú ya tienes que decir esto es bueno?. Y luego hay que saber juntar el compás de la guitarra con el del cante. Es importante que los dos que esten tocando y cantando vayan por el mismo camino y a la misma hora, porque si no, no se puede, y parece que es una pelea de gatos en vez de cante flamenco. Y luego están las voces, porque hay voces bonitas, pero luego a la hora de cantar por soleá o cantar por siguiriyas resultan que no son tan bonitas porque esos cantes requieren unas voces hechas, voces que tengan eco y que te dejen luego el eco metido en el cuerpo. Y para el cantaor está la afición. Que, si quien canta no tiene afición ya no tiene nada que hacer en el flamenco. La afición exige que seas un esclavo y un martir del oficio. Que siempre estés pensando en cómo hacer mejor los cantes y en aprender y en querer saber más y más, para poder hacerlo mejor. Por ejemplo, un hombre con afición era Ramón Montoya, con lo que era Ramón Montoya, cuando estábamos en Villa Rosa cogía la guitarra a la hora de la cena y se quedaba allí la cena fría y él venga practicar y practicar, siendo como él era un monstruo de la guitarra. Y lo mismo que pasa con la guitarra pasa con el cante y pasa con todo, si no tienes afición no llegas nunca a nada». Queridos amigos, éste era el pensamiento de Pericón.

Con él llegamos al final de esta charla. Con un Viva Cai! y Viva Pericón!, les digó muchas gracias por su atención.


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