«Paco». No hacen falta más señas. En círculos guitarrísticos, por no decir flamencos, este nombre al que contestaría medio país, sólo puede referirse a un individuo.
Nacido en Algeciras en 1947, Francisco Sánchez Gómez, Paco de Lucía, ha forjado una carrera brillante que abarca casi medio siglo y ha revolucionado el toque flamenco de manera contundente y definitiva. Sin miedo a decir ningún disparate ni a erizar partidismos, se podría resumir la historia del toque moderno con el escueto cuarteto: Montoya – Ricardo – Sabicas – Paco. Ha habido otros maestros, no cabe la menor duda, pero revolucionarios, estos cuatro.
Para los más jóvenes tocaores, que ahora prefieren la etiqueta ‘guitarristas’, Paco de Lucía es la prehistoria del toque flamenco – un viejo maestro al que hay que rendir debido homenaje, pero cuya forma de tocar ha perdido cierta relevancia. Nosotros de más edad todavía recordamos como aquel muchacho de cara inocente irrumpió en el ambiente, sacudió la estructura existente y nos mostró un nuevo camino con sólo dos instrumentos: su guitarra y su genio. Como comentó el mismo Paco hace poco, «La evolución del flamenco está en una guitarra y en una voz. No por el hecho de que se meta un acordeón, una flauta o una batería es lo moderno. Eso es como vestir a la mona de seda. Lo que vale es la esencia. La evolución está en dentro del propio instrumento, en los matices». Nadie mejor capacitado para pronunciar esas sabias palabras.
Nos mostró un nuevo camino con sólo dos instrumentos: su guitarra y su genio.
En 1965 otro maestro del toque, Mario Escudero (Alicante, 1928), me contó una anécdota que en su día no tuvo mayor trascendencia porque sólo se trataba de otro niño prodigio de entre tantos. Pero a estas alturas la escena que describe queda como un momento congelado en la historia del flamenco cuando un niño cogió el testigo de las manos del establecimiento sin que nadie se diera cuenta.
Pepe de la Isla, Mario Escudero, Pedro Cortés, Rafael el Negro, Paco de Lucía Cortesía de Paco Ortíz
En 1963 Los Chiquitos de Algeciras, Paco y su hermano mayor Pepe, habían sido contratados por el bailarín/bailaor José Greco poco después del triunfo de los muchachos en el Concurso Internacional de Flamenco de Jerez, y se encontraban en Los Ángeles. Paquito, que tenía quince años por entonces, era tercer guitarrista de la compañía, con Ricardo Modrego y Manolo Barón. Fue la primera vez que el niño había salido de España, y los guitarristas Mario Escudero, Juan Serrano y Julio de los Reyes, junto al cantaor trianero Pepe Segundo fueron al hotel donde paraban los artistas. Como cuenta Mario: “Barón nos preguntó si habíamos oído tocar al niño ya. Dijimos que solamente en el show pero que no habíamos visto nada en particular. Entonces nos llevó al cuarto donde Paquito, rellenito y tímido, tirado en la cama en pantalón corto, leía los tebeos. Barón le dice ‘oye, Paco, tócale una mijita a estos amigos’ y Paco, cortadito pero obediente, coge la guitarra y pregunta ‘¿qué toco?’. Contesta Barón, ‘un poquito por bulería, niño’.” Cuenta Mario que al escuchar esa música Pepe Segundo, el cantaor, se reía nerviosamente pero los tres tocaores estaban francamente alterados y sólo podían susurrar “joé…..joé”.
De los Reyes contaba otra historia que presenció años después. Con los tocaores Pedro Cortés (padre), Emilio Prados y Diego Castellón, hermano de Sabicas, y el cantaor malagueño Paco Ortiz llevaron a Paco, ya un joven de veintitantos años, a casa de Sabicas. Paquito muy respetuoso obedecía todo lo que decía el veterano, y éste le pidió que tocara un poquito. Le dio su guitarra y Paco hizo sus perrerías, asombroso como siempre. A la media hora Paco le tendió la guitarra a Sabicas y le pidió que tocara. El maestro se disculpó…que no había estudiado ni tocado hacía días, afirmaba…pero cogió la guitarra y ante el espanto de todos su mano izquierda temblaba como hoja al viento. Paco Ortiz corrobora aquel momento y comenta: “¡aquello era increíble!…¡ver a ese monstruo temblando delante de aquel niño! Te das cuenta de la magnitud que Paco tenía, a esa edad ya, como guitarrista, el dominio, la madurez y la técnica apabullante.” No obstante, Paco de Lucía había escuchado a Sabicas una década antes de aquel encuentro, cuando sus grabaciones llegaron a España, y Juan José Téllez, biógrafo de Paco, recoge la siguiente afirmación de éste: “Con Sabicas, descubrí una limpieza de sonido que yo nunca había oído, una velocidad que igualmente desconocía hasta ese momento y, en definitiva, una manera diferente de tocar.”
“Los discos están ahí y los conciertos se los lleva el viento”.
Ya con mundo recorrido, su nombre consagrado y horizontes nuevos del flamenco explorados con su Camarón, de improviso Paco acompaña a Antonio Mairena en el Festival de Cante de las Minas de La Unión. El otoño de la máxima figura del cante de la época coincide con la primavera del joven tocaor, y el proceso de relevo de las generaciones casi está completo. Por soléa y por bulerías, dando un aire a Melchor de Marchena, guitarrista habitual del cantaor para no despistar, el muchacho sigue, mima, abriga y apoya el cante clásico de manera exquisita y experta dejando a los presentes, y al mismo Mairena, profundamente impresionados.
Lo demás es historia. Poco después de La Unión nos sorprende la imagen de Paco de Lucía sentado en un escenario pasándolo bomba con músicos extranjeros cuyos nombres no podemos pronunciar. “¿Qué es esto? ¿Qué sabrá esta gente de compás?” Pero el Chiquito de Algeciras siguió el camino que tenía que seguir, hacía buena música para el gran público y se convirtió en máxima estrella mundial.
Ahora cuando está a punto de salir su última grabación, “Cositas buenas”, Paco nos dice que la gira que va a realizar por América y Canadá entre enero y febrero del 2004, será la última: “los discos están ahí y los conciertos se los lleva el viento”.
“¿Quién no suena a Paco, Dios mío? Es imposible. Ha cogido tantos caminos, ha abarcado tanto… es el jefe, es el Dios de la guitarra» Tomatito