A punto de salir a la venta las entradas para la cita flamenca resaltamos algunos de los espectáculos de cante, toque y baile más destacados de su programación
A falta de poco más de dos meses para el inicio oficial el próximo 5 de septiembre de la Bienal de Flamenco de Sevilla y cuando se ponen a la venta las entradas (con descuentos del 15 por ciento para las que se adquieran antes del 31 de julio) os contamos los detalles de algunos de los espectáculos de cante, toque y baile más destacados que pasarán por los distintos espacios.
Por supuesto, como decía aquel, toda elección conlleva una renuncia, por lo que hacer una selección entre las 51 propuestas que propone esta Bienal accidentada -que se inaugura sin la anunciada presencia de Eva la Yerbabuena y que llega haciendo frente a la incertidumbre generada por la pandemia del COVID-19 con un programa reducido y la ausencia de espacios emblemáticos como el Teatro de la Maestranza-, implica dejar fuera muchos otros que merecerán la pena.
Además, si algo tiene de poderoso el flamenco es que es un arte arraigado al instante, que muta, sorprende y cuestiona, con lo que aún resulta más complicado -y absurdo- mantenerse firme en determinadas preferencias y defender a ultranza tus convicciones. Digo esto como aclaración previa a la lista que sigue para que vaya por delante que se ha seguido un criterio absolutamente personal, que tiene en cuenta las propuestas más novedosas, los artistas que más difícilmente vemos en la ciudad, o las expectativas o trascendencia que despierta el espectáculo, más allá de los gustos individuales. A partir de ahí, todo será una aventura. Así que busquen, elijan y disfruten…
1. Rocío Molina. Baile. 6 de septiembre. Teatro Central. Espectáculo: Extracto de Trilogía de Guitarra.
Es verdad que lo que presenta la bailaora en esta Bienal no es un espectáculo estrictamente novedoso en lo formal. De hecho, Molina lleva tiempo trabajando en piezas que tienen la improvisación y la creatividad como base como lo que nos trajo a los Jueves Flamencos de Cajasol o los Impulsos que desarrolló el pasado verano al Festival de Itálica con artistas como Rafael Riqueni, con el que ahora repite. Es decir, lo que veremos es un diálogo de la guitarra flamenca y la danza a manera de trilogía en un programa doble compuesto del Inicio (Uno), con el mencionado guitarrista, y de Al fondo Riela (Lo otro del Uno) con Eduardo Trassierra y Yerai Cortés. En cualquier caso, más allá del eje de la creación, Rocío Molina destaca porque es una de las bailaoras más completas, salvajes, complejas, enigmáticas, camaleónicas, inquietas y libres que tenemos dentro y fuera del flamenco. Por eso, nos fascinó con Caída del cielo, nos llevó al delirio en la improvisación de cuatro horas que representó en la Bienal de 2016 (Giraldillo al Baile) y nos hizo derramar lágrimas con los movimientos íntimamente milimétricos que brindó en su colaboración con Rafael Rodríguez ‘El Cabeza’.
2. Jesús Carmona. Baile. 11 de septiembre. Teatro Lope de Vega. Espectáculo: El Salto.
El nombre de Jesús Carmona lleva años sonando en la lista de bailaores más virtuosos, pulcros técnicamente hablando y con más proyección del flamenco. Ha sido primer bailarín del Ballet Nacional de España; Premio Desplante del Festival de las Minas de la Unión 2012 y candidato a los premios MAX en 2014 como mejor bailarín principal, entre otras cosas. Sin embargo, los espectáculos con su propia compañía –Cuna negra & blanca (2012), 7 Balcones (2013) e Ímpetu’s (2015)- han tenido un recibimiento desigual y, por alguna extraña razón, el artista ha tenido mayor recorrido en los tablaos madrileños o los circuitos internacionales que en la capital andaluza. En este sentido, este reencuentro se prevé especial. Primero porque, tras una etapa de investigación y de búsqueda de, Carmona se encuentra en un momento de madurez artística, en el que ha encontrado un perfecto equilibrio entre una rebosante energía y una exquisita elegancia. Y segundo porque El Salto, coproducción del Teatro SadlersWells de Londres, La Bienal y el Flamenco Festival,propone una interesante reflexión sobre la masculinidad en el siglo XXI. Promete.
3. El Pele. Cante. 15 de septiembre. Teatro Lope de Vega. Espectáculo: A sangre.
No nos engañemos. Se llama A Sangre pero podría tener un título cualquiera. Precisamente a El Pele no le pedimos ni originalidad en el formato ni riesgo en la escena. La valentía en su caso está en su propio cante. En esa forma personal de abordar los palos y en ese eco, lastimero y limpio, con el que mece los tercios, jugando casi. El cantaor cordobés es intuitivo, emocional y nada predecible. Con él hemos vivido momentos mágicos, como el de la soleá que le valió un Giraldillo en la Bienal de 2013, y como otros tantos recitales de los que hemos salido emborrachados de su duende, pero nunca sabremos cómo tendrá la noche y, desde luego, nunca será igual a otra. Carismático, sensible, creativo, único en sus formas y con un gran legado de letras y estilos a sus espaldas, es uno de los pocos maestros del cante jondo que nos quedan. Algunas noches una querría cerrar los ojos y quedarse en bucle escuchando sus soleares infinitas…
4. María Moreno. Baile. 18 de septiembre. Teatro Central. Espectáculo: More (No) More.
Con el premio a la artista revelación en el Festival de Jerez y el Giraldillo de la pasada edición de la Bienal en la misma categoría, la gaditana es hoy día una de las grandes esperanzas del baile flamenco. Y, lo más difícil, gusta igual a la afición ortodoxa que al público más vanguardista. Algo que consigue porque en su baile se siente el poso de la tradición, pero no como un peso que constriña sino como un asidero que le permite volar. Después de la agridulce presentación de su anterior propuesta De la Concepción, en la que tuvo que hacer frente a fallos técnicos, la protagonista del Flash Mob de este año, promete resarcirse con esta obra que supone la conjunción del talento de tres jóvenes andaluces de distintas disciplinas. La Moreno, el director y dramaturgo Rafael R. Villalobos y el diseñador de moda Palomo. Una idea en la que su baile racial y profundo se articula a través de una serie de estampas inspiradas en experiencias, inquietudes y reflexiones de María Moreno como artista y como mujer. Mágica, segura y sólida, tiene una de las miradas más potentes.
5. Tomás de Perrate. Cante. 19 de septiembre. Lope de Vega. Espectáculo: Tres golpes.
“¿A mí me van a venir a explicar lo que es el cante?”, me decía a modo retórico el pasado verano en una charla que mantuvimos tras su actuación con Israel Galván en Fla.co.men en el Festival Flamenco On Fire de Pamplona. La conversación venía a raíz de algunas críticas recibidas por Soleá sola, la propuesta que trajo a la pasada Bienal junto a Alfredo Lagos, Raúl Refree y Proyecto Lorca. Y es que, siendo descendiente de una de las grandes dinastías gitanas del cante, como son los Perrate de Utrera, hay quiénes no entienden que las inquietudes de este artista le lleven a coquetear hasta el desvarío -bendito- del jazz, el swing, la música electrónica, el rock o el tango argentino. Sin embargo, en este camino del artista, que cabalga entre lo ancestral y lo contemporáneo, no hay vuelta atrás y así lo quiere demostrar con estos Tres Golpes, que se estrena en España tras el éxito de su presentación en enero en Nîmes. Brinden con su voz aguardentosa y viajen de Nueva Orleans a Utrera.
6. ¡Fandango! Baile y Cante. 22 de septiembre. David Coria y David Lagos. Teatro Central.
Esta coproducción de la Bienal con el Teatro Nacional de Chaillot de París, que se estrenó en enero, es sin duda uno de los montajes más esperados. La obra, que se presenta con un fuerte contenido emocional, casi desgarrador, une al bailaor David Coria, con el cantaor David Lagos, dos artistas a los que hemos visto crecer artísticamente y que viven esperanzadoras revoluciones paralelas. Así, ¡Fandango! es en palabras de Coria “una extravagante fantasía de un mundo español, un mundo flamenco, donde damos rienda suelta a pasado, presente y futuro (posible o no) de nuestra historia”. Un lugar donde el concepto musical de Hodierno, el espectáculo con el que Lagos nos levantó de la silla en 2018 y que luego ha dado fruto a un fantástico disco, adquiere forma en el cuerpo y el concepto estético de un bailaor impecable. Si asistir a la evolución de estos artistas, en plena ebullición creativa, nos ha regalado momentos mágicos, verlos juntos nos entusiasma.
7. Mercedes de Córdoba. Baile. 24 de septiembre. Teatro Central. Espectáculo: Ser. Ni conmigo ni sin mí.
Mercedes de Córdoba ha crecido artísticamente siendo alumna aventajada de los grandes maestros del baile y con el aval de ser considerada la más fiel discípula de Eva la Yerbabuena. Sin embargo, tras hacerse con el Premio Nacional de Córdoba y conseguir el segundo premio en el Festival de La Unión, que le auguraban una prometedora carrera en solitario, la bailaora prefirió huir del rédito rápido e iniciar un proceso de búsqueda en el que se reconociera a sí misma. Un camino de liberación y reconciliación que culmina en este Ser. Ni conmigo ni sin mí, que estrenó en el Festival de Jerez justo antes de que el mundo se parara. Aquí, desde el fundamento más tradicional, pero explorando nuevos terrenos, nos encontramos con una bailaora madura, que rebosa seguridad, y que se maneja igual de bien en la ternura que en el arrebato. Una bailaora que siente lo que baila y que no olvida que la danza son emociones. Estén atentos a la belleza de la composición musical de Juan Campallo y de la complicidad que ambos transmiten y prepárense para la soleá final.
8. Ana Morales. Baile. 28 de septiembre. Teatro Central. Espectáculo: En la cuerda floja.
Hay bailaoras que por su virtuosismo, su rabia o su fuerza te remueven rápidamente del asiento. No es el caso de Ana Morales. A esta bailaora, elegante, sensual, poética y reflexiva, hay que masticarla lentamente. Lejos de buscar lo efectivo, ella practica una danza orgánica e intimista en la que cada movimiento parece responder a una pregunta. Por eso, en sus propuestas escénicas, siempre pulcras y coherentes, uno se va sumergiendo en su mundo hasta sucumbir en las emociones más profundas. Con una avalada trayectoria como directora de su propia compañía y el respaldo de la crítica y la afición -fue Giraldillo al Baile en 2018 por Sin Permiso. Canciones para el Silencio- En la cuerda floja se plantea como un nuevo reto para Morales, que seguirá aquí en esa búsqueda del equilibrio, la armonía, la belleza o la sutileza que marca su forma de entender la danza. Esta vez, además, con la colaboración especial de José Quevedo El Bolita.
9. Rosario La Tremendita. Cante. 29 de septiembre. Lope de Vega. Espectáculo: RT (Tremenda)
A La Tremendita la hemos visto crecer en los escenarios de su ciudad y evolucionar artísticamente hasta encontrar su voz propia y convertirse en la flamenca que abandera. De hecho, ya detectamos un punto de inflexión en su carrera con Delirium Tremens y advertimos su solvencia y recursos en el excelente trabajo que realizó en el Don Quixote de Andrés Marín, donde claramente nos señaló qué es aquello que le interesa y qué la diferencia al resto de cantaoras. Para empezar, a Rosario le apasiona el flamenco, pero también otras cosas. Se confiesa aficionada al cante más ortodoxo, que conoce a la perfección, pero además es músico. Por eso, sus propuestas llevan siempre un concepto musical detrás, una idea. Y si a veces en los comienzos, esta carga se traducía en proyectos poco nítidos o abigarrados, ahora da gusto verla expresarse en libertad. Así, en esta plenitud artística, Rosario La Tremendita se atreve por fin con su “espectáculo más personal y profundo”. Un discurso experimental, construido desde la raíz, que promete ser vibrante, dinámico, emotivo y crítico con las desigualdades. ¡Vamos allá con el flamenco eléctrico!
10. Israel Galván&Le Cirque Romanes. Baile. 2 de octubre. Teatro Central. Espectáculo: Gatomaquia o Israel Galván bailando para cuatro gatos.
Da igual que les encante, les desconcierte, les sature, les indigne, les divierta o les vuelva locos. Incluso aunque sean de los que dudan de su genialidad, de los que cuestionan lo innovador de sus propuestas, de los que se han llegado a cansar de sus parodias o de los que se aburran, como me ocurrió en la revisión de Arena con la que se inauguró la pasada Bienal. El caso es que siempre querrán volver a ver bailar a Israel Galván porque, como explica Pedro G. Romero, en el dossier de esta nueva propuesta, el sevillano lleva años bailando para el público del futuro. Señalando hacia aquello que viene y removiendo a los espectadores del asiento. A veces desde la absoluta desnudez física y espacial, como ocurre en Solo; otras buscando lo estrambótico, el caos, como en La fiesta; algunas con humor y la ironía (Fla.co.men), otras con rabia. Pero atinado siempre, hasta en las equivocaciones. En esta ocasión, y a tenor del título de la propuesta, adivinamos -y esperamos- que podrá ocurrir cualquier cosa. Galván y cuatro gatos en el sentido literal y metafórico que se quiera. Un nuevo salto mortal para este bailaor que junto con el guitarrista Caracafé, su hermana Pastora Galván y toda la familia Romanès, nos invita a su peculiar circo. Por supuesto, podríamos incidir también en el virtuosismo de su técnica, en el profundo trabajo que practica sobre su cuerpo, y en los enigmas que esconde su danza. Pero mejor, comprar las palomitas y sumarse al juego.
11. Dani de Morón. Guitarra. 3 de octubre. Reales Alcázares. Espectáculo: Creer para ver.
Desde que Paco de Lucía se fijara en él para incluirlo en su última gira de Cositas buenas, Dani de Morón ha llevado a cabo una carrera ascendente en la que pronto pasó de ser una de las jóvenes promesas de su generación para convertirse en uno de los guitarristas más personales, inteligentes y audaces. Así, con una interesantísima obra discográfica -que inició con Cambio de Sentido y continuó con El sonido de mi libertad- en la que ya demostró su prodigiosa técnica, su criterio y sobre todo su sensibilidad en la composición, afrontó el desafío de ponerle sus cuerdas a las voces de los cantaores más representativos del presente siglo en 21 la propuesta con la que se estrenó en solitario en 2016 en el Alcázar de Sevilla, escenario al que ahora vuelve con su Creer para ver. Delicadeza, pulso, inquietud, ansias, sensatez y riesgo. Todo eso hay en Dani de Morón y sino vean para creer.
12. Andrés Marín. Baile. 3 de octubre. Monasterio de la Cartuja. Espectáculo: La Vigilia perfecta.
Siendo unos de los bailaores más queridos en su tierra, más admirados y reconocidos internacionalmente y una referencia para muchos de los jóvenes artistas, Andrés Marín probablemente sea también de los que más ha cabreado a la afición de la cita jonda por sus vanguardistas propuestas, siempre arriesgadas y a veces incomprendidas. En cualquier caso, y hasta cuando no convence, introducirse en la estética de Marín es un viaje. Primero porque el suyo es un baile consciente. Es decir, él no interpreta o ejecuta un baile, sino que pone su cuerpo -y su cabeza- al servicio de una idea, bajo la firme convicción de que el arte es algo sublime capaz de transformar el mundo. Regalándonos sus tesis y sus conclusiones. Y segundo porque nos arrastra en ese trance obligándonos siempre a observar el detalle, manteniéndonos alerta. En esta ocasión, además, llega con La vigilia perfecta, un conjunto de micro-piezas que serán ejecutadas por las dependencias del Monasterio de la Cartuja en las horas canónicas, desde antes del amanecer hasta la hora de completas en un espectáculo abierto al público. Todo el proceso será documentado y filmado y constituirá una obra de arte visual. Ya saben, no se duerman.
12+1 – Los más uno, según cada cual.
En esta ocasión he dejado fuera a figuras consagradas que son apuestas seguras como Estrella Morente, que clausura la cita con Morente & Carbonell; el bailaor Farruquito y el pianista Dorantes, que ya anunciamos en la pasada edición como imprescindibles, o el maestro Antonio Canales, que tanto nos sigue enseñando… También los recitales de guitarristas como Antonio Rey, que sorprende con su toque penetrante y visceral, Manuel de la Luz, una de las sonantas más serenas y prometedoras, o Daniel Casares, el entusiasmo. Y de cantaores como José Valencia, una de las voces más sólidas y versátiles de lo jondo; Pedro El Granaíno, uno de los metales más bonitos del flamenco; María Terremoto, una revelación que ya ha dejado de serlo con la soltura y el poderío que desprende en las tablas o Rancapino Chico, la excelencia en el cante corto. Tampoco he incluido la obra que traerá el violagambista Fahmi Alqhai y la bailaora Patricia Guerrero a la impresionante joya barroca que es la Iglesia de San Luis de los Franceses o las interesantes propuestas musicales del joven Diego Villegas y del veterano Gualberto, que forman parte del ciclo previo que tendrá lugar en agosto. Pero, como decía al principio, toda selección tiene sus márgenes. Dicho esto, si pueden, no se las pierdan.
Programación completa de la XXI Bienal de Flamenco de Sevilla