Resumen: Especial La Unión. 48º Festival Internacional de Cante de las Minas
48º FESTIVAL INTERNACIONAL DEL CANTE DE LAS MINAS La Unión (Murcia) Agosto, 2008
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Ha pasado casi medio siglo desde que Juan Valderrama llegara a La Unión y fuera abucheado por querer cantar cantes autóctonos en lugar de canciones de su repertorio popular (cosas que aprende una en este eventazo singular). Esa anécdota dio lugar a la histórica puesta en marcha del Festival Internacional del Cante de las Minas al que tenemos el gusto y el honor de asistir una vez más este año. Para los que creen que este festival se limita al cante minero, que sepan que además de un amplio programa de actividades paralelas que incluye presentaciones, exposiciones, trasnoches y cursillos, el programa está estructurado en dos partes fundamentales: las galas, que este año han sido cuatro, con figuras como el Lebrijano, Miguel Poveda, Cañizares, Antonio Canales o Manolete entre otros, y el concurso, que se desarrolla a lo largo de cuatro días, con prestigiosos premios en cante, baile y guitarra fue fueron fallados anoche, sábado, 16 de agosto. Cada año el festival homenajea a conocidos individuos relacionados con el flamenco. Este año, el homenaje tuvo carácter póstumo para honrar a dos personas fundamentales en la historia del festival, muy queridos en La Unión y recientemente desaparecidas: el cantaor unionense Pencho Cros, destacado transmisor de los cantes mineros, y Asensio Saez, escritor, periodista y pintor. LAS GALAS Después de una jornada de homenaje al minero, y la actuación de los ganadores del año pasado, la primera de las cuatro galas fue a cargo del Ballet Nacional de España, bajo la dirección de José Antonio, con tres obras. Si “Caprichos”, con coreografía de Fernando Romero, es un espectáculo de baile sin argumento, “Golpes de la vida”, estrenada hace diez años y coreografiada por el mismo José Antonio y Rafael Campallo, cuenta la historia de un viejo maestro y su aventajado alumno. “Cambalache”, creación de Antonio Canales, pretende representar el desarrollo multicultural del flamenco. Como es de esperar de una compañía de esta categoría, el punto más notable es la disciplina y nivel técnico, y el aforo completo mostró su entusiasmo y admiración.
El domingo día 10 empezó discretamente para acabar por todo lo alto. Con una estética retro futurista, a Rafaela Carrasco, que protagonizó la primera parte, le costó arrancar los aplausos. Su producto es danza contemporánea con referencias flamencas, un divorcio en proceso del cante y la repetición de movimientos secundados por el repiqueteo de pies. Gustó con locura a unos cuantos, pero al reservado público de La Unión, Rafaela no logró convencer. La segunda parte compensó sobradamente la decepción de la primera, gracias a la presencia de Miguel Poveda que horas antes recibiría el Castillete de oro, máximo galardón honorífico del festival. Una vez más el hijo espiritual de todos los unionenses y máxima figura para la afición, con su fiel guitarrista Chicuelo, metió al público en el bolsillo con un largo y entregado recital que no tuvo un solo momento flojo. El 2008 es el año de Poveda, y hay indicios de que el joven catalán está en vías de convertirse en fenómeno social: al final de su actuación, la gente hacía cola para alzar sus hijos pequeños al escenario para que Miguel los besara. Tenía palabras para Pencho Cros al que siempre se refiere como “mi maestro”, y un verso emotivo por mineras: “Quiero llegar a La Unión / date prisa tartanero / porque mi maestro Pencho / esta noche va a cantar / su cantecico minero” . El lunes 11 de agosto abrió con un recital de guitarra a cargo de Juan Manuel Cañizares con la segunda guitarra de Juan Carlos Gómez y percusión. Diez años al lado del maestro de maestros Paco de Lucía (se decía así de Pepe Marchena – con más razón podemos decirlo de Paco), hace que Cañizares tenga los gestos de su mentor, y bastante de su decir musical. Con piezas evocativas, dulce amargas y sensibles, cierta uniformidad entre ellas, alguna melodía cogida prestada del folclore y unas alegrías con armonía especialmente hermosa, dejó al público embelesado.
Antonio Canales. Salta al siguiente párrafo si no es de tu gusto, o piensas que está acabado o sobrevalorado, porque la que os habla, es admiradora suya vitalicia, desde antes de que fuera conocido, desde antes de aquella obra con Mariquilla grabada en vídeo hará veinte años, así que corres el peligro de que no te hable con tanta imparcialidad como de costumbre. Con esa limitación de responsabilidad, os comunico que Canales sigue siendo el genio que siempre ha sido, porque la genialidad no caduca como un brik de leche, y porque el desafío de las facultades mermadas la alimenta y destila. Y si Canales hace más con menos, el histriónico joven Amador Rojas, tan magnifico en el papel principal de “Kahlo caló”, aquí hace menos con más, pero se vende muy bien y el público le otorga el aplauso más grande. La última gala de las cuatro tuvo lugar el martes día 12, con un menú degustación. Primer plato, Manuel Cuevas, ursaonense, Lámpara Minera del 2002, sobrado de facultades y con el notable guitarrista Juan Ramón Caro, un cantaor vistoso pero algo superficial. Segundo plato, Nano de Jerez, todo lo contrario del anterior, casi mudo pero derrochando personalidad al lado de su guitarrista Pascual de Lorca. Tercer plato, Juan Peña “Lebrijano” con Pedro Ma. Peña al toque: la voz que en años recientes le había traicionado tantas veces, en esta ocasión, sorprendentemente fuerte y flexible permitió que el viejo maestro cantara a gusto su habitual repertorio. Y para postre, el magnífico bailaor granadino Manolete… lo de la farruca, lo de taconear sentado, lo de las cantiñas, y vaya elegancia intemporal, y qué manera de sentar cátedra con el cuerpo.
LOS GANADORES Lámpara Minera 2008, Rocío Márquez Limón, 22 años, onubense, es la nueva reina del cante minero, y poseedora de la codiciada “Lámpara Minera”. Dos hombres, veteranos del concurso y excelentes cantaores, no pudieron con la exquisita dulzura de la voz de Rocío, tan apta para estos cantes. La joven se llevó un total de cuatro premios incluidos los que dan derecho a la Lámpara.
El máximo premio de baile, el “Desplante”, ha sido especialmente interesante y reñido este año, con dos magníficos jóvenes madrileños que alzaron el nivel de años recientes. Dos estilos radicalmente diferentes, la sutil coquetería de Concha Jareño, y el agresivo farruquismo de Alfonso Losa. Al final, éste resultó ganador del Desplante, y aquella tuvo que conformarse con el segundo premio. En guitarra, un solo finalista no fue capaz de llevarse el premio del Bordón que este año ha quedado desierto, igual que el premio especial para jóvenes cantaores, pero Isidoro Pérez vuelve a Granada con el segundo premio en guitarra solista por su taranta y fandango abandolao.
El segundo premio en cantes mineros fue para el cordobés Rafael Espejo “Churumbaque Hijo”, que lleva un par de años tras la Lámpara, y también consiguió el premio de siguiriyas por su excelente interpretación. Los premios de cartageneras y soleares fueron para Juan Antonio Camino ‘Wencesla’, y Jesús Corbacho vuelve a casa con el premio de malagueñas. El joven granadino, Sergio Gómez ‘El Coloraíto’ ganó un premio por su farruca con una dulce y personal interpretación que enamoró al público entero.
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