Entrevista: Silvia Cruz Lapeña
La Chana es puro contraste: puede ser una diva y la mujer más humilde del mundo
Muchos en el mundillo flamenco de Barcelona conocen el proyecto que lleva a cabo Lucija Stojevic. Su documental sobre Antonia Santiago Amador “La Chana” acaba de recaudar los 12.000 euros que había pedido en una plataforma de crowdfunding para acabar la historia que le ha ocupado casi todas las horas de su vida en los últimos años. Esta croata criada en Austria y formada en Edimburgo llegó a la bailaora barcelonesa como se llega a todas las cosas buenas de la vida: por casualidad. Ahora, espera poder acabar la cinta a finales de año y presentar una historia que aunque habla y se centra en la vida de una flamenca, es universal. La Chana, que se caracterizó por su baile improvisado, velocísimo y salvaje, despareció de la escena en el mejor momento de su carrera. Los motivos de ese abandono, su vida entonces y la de ahora, la segunda vez que abandonó el baile, su regreso a los escenarios en 2013 y la personalidad de una artista poderosa y excepcional son algunos de los temas en los que se ha centrado Lucija.
¿Cómo llegas a la historia de La Chana?
Fue gracias a la profesora y musicóloga Beatriz del Pozo, a la que conocí cuando grabé un vídeo para el diario inglés The Guardian sobre flamenco en Cataluña. Nos hicimos amigas y un día me dijo que quería presentarme a su maestra. Así conocí a La Chana, que enseguida me contó que no quería que le pasara como a Carmen Amaya y que la gente hablara de ella cuando ya estuviera muerta. Me animó a hacerlo también el hecho de que no se hubiera hecho nada parecido, algún reportaje sí, pero nada a fondo. Lo cierto es que me chocó que teniendo una artista de este nivel en España no se la reconociera como merecía.
¿Qué te cautivó del personaje?
Lo que más me gustó fue ver a La Chana bailar en la película The Bobo. No pude evitar preguntarme qué le pasaba, de dónde venía ese sufrimiento que transmitía al bailar, qué le pasaba por la cabeza.
¿Y lo descubriste?
Este documental me ha ayudado a entenderlo. Ella dice que cuando baila se va a otros mundos pero también creo que ella no puede evitar bailar. Es natural en ella, es una necesidad física y emocional. A veces está sentada y no para de mover los pies. ¡Está bailando todo el rato!
¿Qué sintió entonces cuando dejó de bailar?
Eso es algo que exploramos en la cinta, una parte de su historia personal importante pero no la única. A ella la sacó del baile su primer marido, cuando ella tenía 32 años y estaba en plena forma. Estuvo fuera del circuito siete años en los que vivió un infierno personal.
Sabemos que no puedes adelantar nada de ese aspecto de su vida porque vais a desarrollarlo en el documental pero, ¿dirías que ese parón le impidió llegar hasta dónde ella habría podido conseguir?
Seguro. Cuando volvió a bailar lo hizo con Cumbre Flamenca pero ella siempre cuenta que en los shows ya no decían “La Chana presenta…” sino “La Cumbre presenta…” Ya no era la estrella. Y aunque las crónicas y las reseñas que se hicieron por el extranjero siempre la destacan, es cierto que ella había perdido su condición de estrella y se lamenta por ello.
Volvió a bailar siete años después pero volvió a dejarlo en 1990. ¿Cuál fue el motivo esta vez?
Pues el mismo que el anterior: el amor. Sólo que la primera vez fue en negativo y la segunda fue por un amor al que quiso dedicarse por voluntad propia.
¿Cómo es La Chana?
Es puro contraste: puede ser una diva y la mujer más humilde del mundo. A mi me apasiona contar su vida porque en ella se puede ver a una artista de primera nivel pero también a una mujer sencilla. Pongo un ejemplo: ella es muy diva, muy estrella, y precisamente por eso yo pensé que no me dejaría, por ejemplo, grabarla en su casa sin arreglar. Pues bien, la hemos podido grabar hasta en pijama, al natural, hablando con total naturalidad de todos los temas que le hemos querido preguntar.
¿Y cómo es en esa intimidad?
Muy normal y además, deja caer la máscara. Es lo que me encanta de ella, que es una mujer que se deja conocer. Además, ¡tiene un sentido del humor extraordinario!
¿Qué papel crees que ha jugado en su vida el hecho de ser gitana?
No es fácil explicarlo pero de alguna manera, ha sido como dos caras de la misma moneda. Por un lado, es su vida, su familia, sus orígenes y está orgullosa de ellos. Por otro lado, ha sido una mujer incomprendida en su entorno y no tenía posibilidad de salir de él. Digamos que su circunstancia la protegía y al mismo tiempo la asfixiaba.
Hablemos de la aventura que está siendo producir y acabar esta película. ¿No tenías que haberla acabado hace ya tiempo?
¡Sí, es verdad! Pero eso es otra cosa que he aprendido: a no meterme a hacer una película en un país en crisis. [Risas] En serio, ha sido muy difícil encontrar la financiación e ir trabajando en paralelo. Por suerte, tuvimos el apoyo para coproducir de TVE y Tv3 nos comprará los derechos de emisión. Pero hasta tuve que montar mi propia productora con una compañera para poder llevar a cabo este proyecto.
Has tenido apoyo internacional. ¿En qué ha consistido?
Tenemos una coproducción con Francia y EEUU. En Francia hay interés para distribuir en cines. Y mucho interés de preventas en varias teles europeas. Había mucha gente entusiasmada en Europa con este proyecto pero la protagonista es española, está rodada en español y el tema es muy de aquí como para poder acceder a subvenciones y programas de otras partes de Europa. Eso sigue siendo un problema porque en principio, vivimos en un territorio sin fronteras, pero en la práctica hay temas que quedan muy restringidos a un país y no ven la cabida en otros. Pero bueno, nuestra filosofía la hemos copiado de La Chana: seguir, luchar, siempre luchar.
¿Le gustará la película a la protagonista?
Buf, no sé, confieso que enseñársela acabada me da un poco de miedo. Lo importante de esta película, lo que queremos que el público sienta es esa fuerza que La Chana transmite, esa sensación de que si quieres, puedes.
¿Es una historia optimista?
El tono lo es. Pero si me preguntas por el final, yo diría que es agridulce porque La Chana se está despidiendo, y esta vez de verdad, de lo que más le gusta en el mundo: bailar. Por cuestiones físicas ya no puede, y el envejecimiento y esa despedida interior que ella está haciendo también están presentes en la cinta.