Estela Zatania
El día 19 de julio de 2005, uno de los cantaores más venerados de nuestros tiempos nos dejó definitivamente.
Cante con olor a cuartitos y humo de tabaco negro, el prototipo del cante rancio… «todos los tópicos» dirían muchos jóvenes hoy en día.
Pero detrás de los tópicos suelen encontrarse grandes verdades. Cuando se fue Antonio Núñez «El Chocolate», había entre la afición la aplastante sensación de que ahora sí, se ha extinguido una época que sólo quedaría reflejada en grabaciones.
Siempre fue un cantaor que supo entregarse sin acudir al histrionismo, casi sin esfuerzo, y fue de los pocos que quedaban que habían aprendido de viva voz de los maestros, sin el beneficio de grabaciones. Escuchamos en él ecos de Torre, de Tomás, de Talega y otros, sin que caiga jamás en la imitación. La suya fue una voz redonda y resonante, con un peculiar e inconfundible sonido nasal.
El Chocolate nació en Jerez de la Frontera, pero desde muy niño vivía en Sevilla. De esta circunstancia escribió Miguel Acal: «mezcla en su alma la gracia de haber nacido en Jerez, y el duende de haberse criado en la Alameda de Hércules de Sevilla». El flamencólogo Ricardo Molina tuvo esto que decir del cantaor: «ha sabido coordinar la novedad con la tradición sin salir del camino recto».
La noche del 31 de enero, 2001, el Chocolate, de 71 años, estaba en Madrid para recibir el premio Flamenco Hoy a la mejor grabación del año. En el ruidoso camerino logré hacerle esta breve entrevista:
¿Quién ha cantado en su familia?
Tengo mi sobrino el Cabrillero que es de Utrera, luego mi padre cantaba, mi madre cantaba… Luego tengo un sobrinito chiquitito de diez, once años y canta por mí…se mete mucho en mi cante. No le enseño nada, pero de escuchar aprende todo.
En cuanto al cante ¿se siente más jerezano o sevillano?
Yo me siento sevillano…soy de Jerez, pero me crié en Sevilla.
¿Qué importancia tiene para usted la bulería?
La bulería la cantan mucho mucho los jóvenes de mi tierra y en todo el mundo. Es un cante de bulla que no te puedes sentir como en una soleá o una siguiriya. En mi próxima grabación voy a cantar una bulería para escuchar, no para bailar…todo el mundo canta hoy para bailar, entonces eso yo no canto. Es como la caña, que la puedes cantar para escuchar, o para bailar. Yo no le meto mano a la bulería.
¿Nació tarde para la llamada «ópera flamenca», o simplemente la rechazó? Porque tiene poco en común con esa forma de cantar.
A mí me gustaba mucho el cante de Pepe Marchena, pero no era lo mío. He ido en espectáculos con Marchena, pero ese camino no era para mí.
¿Ha creado algún fandango? ¿Existe un «fandango del Chocolate»?
Todo lo que yo he cantado es de mi creación.
EN LA OCASION DEL FALLECIMIENTO DEL CHOCOLATE, DeFLAMENCO PUBLICÓ EL SIGUIENTE OBITUARIO:
Antonio Núñez “Chocolate”
1930-2005
Estela Zatania
Más que “chocolate”, siempre su cara me recordaba el color de la canela. “A clavito y canela me hueles tú a mí, el que no huele a clavo y canela, no sabe distinguir”. Antonio Núñez “Chocolate” era uno que distinguía, y en cuanto al color de su cante, todo el mundo está de acuerdo: “negro”.
Nació en Jerez y lo entierran en Sevilla, la historia un cantaor a caballo entre dos capitales flamencas, y que en el 2001 afirmó “yo me siento sevillano”.
Nos dejó una amplia discografía, pero heredero artístico, ninguno. Encarnaba el recuerdo de la sevillana Alameda del Hércules, aquellos tiempos de Pastora, Tomás, el Pinto, Mojama o el Gloria, y hoy la afición está de luto porque nos falta una pieza clave de la historia del cante.
Cuando no pudo actuar en el cuadragésimo aniversario de la Caracolá Lebrijana debido a su delicada salud, hemos recogido estas palabras de sus compañeros de cartel antes de conocer el triste desenlace que tendría lugar la noche del martes, 19 de julio, 2005, cuando una época del cante flamenco llegó a su fin.
Manuela Carrasco:
“Me gusta lo puro, y Chocolate, más puro, no ha existío y no creo que va a existir más. El eco de él es imborrable – ha representado la mejor época, una época que ya no existe. Desde que era niña he estado trabajando con él en los festivales y desde pequeña la ilusión mía más grande fue que él me cantara por siguiriyas. Me cantó en la Bienal por siguiriyas, y creo que como nunca – el teatro se vino abajo, y para mí fue una de las mayores satisfacciones de mi vida. Los jóvenes cantaores no tienen personalidad, lo mismo en el baile, los veo y están todos cortados con las mismas tijeras. El cante del Chocolate es una necesidad porque es un eco tan gitano con tanta personalidad, que yo, simplemente con verlo de pie cuando alza la mano, a mí ya se me caen las lágrimas. Un monstruo.”
Fernando de la Morena:
“Para mí es una gran responsabilidad estar aquí esta noche en el lugar del Chocolate, tratándose de un monstruo como es el Tío Antonio, qué duda cabe, y estoy muy agradecido. Chocolate es uno de los “negros” que quedan, que cantan “negro”, y nunca mejor dicho, es un artista excepcional, su cante es ancestral, un cantaor rancio. Hemos coincidío en muchos festivales – me habla de cante, me tararea cante, hay armonía entre nosotros y esto me causa una gran satisfacción y respeto porque es un baluarte, una bandera del flamenco.”
Juan Peña “El Lebrijano”:
Antonio Núñez “Chocolate” es una institución, ni más ni menos, una institución del cante. Es una figura del cual hay que aprender porque tiene mucha sabiduría, y es un hombre que ha vivido una época pasada y presente, entonces los que somos más jóvenes tenemos que aprender de él, tiene muchas cosas que enseñar, y a mí personalmente me llena la emoción de su cariño y la amistad con él.
Antonio Carrión, su guitarrista habitual y compañero, tenía las siguientes palabras esta mañana:
“Yo personalmente estoy bastante afectado. Se va uno de los grandes, como persona y como artista – un artista irrepetible, con estilo propio. Esos fandangos y siguiriyas, esos sonidos negros…se nos ha ido una institución.”
También Arzapúa, colaborador habitual de Deflamenco, ha querido sumar su voz:
“Una vela, una de las más importantes velas del cante flamenco ha parpadeado, llegando al final de su pabilo después de haber alumbrado y derramado su cera durante más de setenta años…
Chocolate, Antonio Núñez, es irrepetible. Una vez ido, nos deja con ese vacío en el estómago, con esa sensación de haber perdido a uno de los responsables de muchos y muy profundos momentos de disfrute verdadero oyendo el cante, ese cante de toda la vida, el cante de altura y dignidad, el cante que no tiene que recurrir a tonterías para llamar tu atención, para pellizcarte las entretelas del alma, para hacerte sentir esa alegría trágica que, al mismo tiempo que te hace llorar te invita a reír.
Deseo recordar siempre esa mano derecha abriendo y cerrando los dedos, asiendo el secreto, dejando ir el gusto, el conocimiento de cada tercio, volviendo a cerrarse para reconcomerse por dentro y estrujar la semilla del arte auténtico.
Cantaor grande…descanse en paz.”