Sara Arguijo
La cantaora almeriense, Lámpara Minera en 2015, saca a la luz 'Trazos', un álbum producido por José Quevedo Bolita donde indaga en otras músicas y muestra «mi cara b»
En la charla que mantenemos María José Pérez habla igual de sus intereses musicales, que de la dificultad de un artista para encontrar su sello y su hueco en el mercado, que de las cifras que hay detrás de un disco, aunque la pasión para afrontar los temas sea distinta. Esto es posible porque la cantaora no sólo lleva toda la vida sobre los escenarios sino que es una curranta innata que tiene claro lo que quiere conseguir y lo que cuesta.
Por eso, se muestra especialmente orgullosa de lanzar al mercado ‘Trazos’, un trabajo que publica diez años después del anterior y en el que da a conocer una nueva faceta más allá del flamenco clásico por el que se la conocía hasta ahora. “Mi cara b”, describe.
Así, en este repertorio que va desde los cantes de levante a las sevillanas, pasando por las bulerías, la granaína, la soleá o las alegrías, la ganadora de la Lámpara Minera incluye también algunas canciones que han marcado su vida y que le permiten mostrar la versatilidad de su voz. Algo, reconoce, que le debe en parte a José Quevedo Bolita, productor de álbumes como ‘Artesano’ de Miguel Poveda y de quien, admite, “busqué el teléfono durante mucho tiempo”.
-¿Por qué tanto tiempo para un segundo disco?
-Primero porque necesitaba el aporte económico que me dio la Lámpara Minera -aunque el álbum cuesta el doble – y después porque estaba empeñada en hacer el disco que yo quería hacer. Me apetecía mostrar mi cara b como cantaora y que el público me escuchara en otros registros. Que me conocieran y vieran esa dualidad que también está en mí. Esta carrera tiene muchos vaivenes y sentía que no progresaba. Necesitaba dar un salto y llamar la atención.
-Y lo hace atreviéndote con canciones como Con los bracitos en cruz, Nostalgia o Vida Loca, completamente ajenas al flamenco. ¿Puede este álbum sorprender a mucha gente?
-Pienso que sí puede sorprender porque en el flamenco más clásico van a encontrar a una María José más madura, más asentada. Y luego, a través de estos otros temas pueden descubrir otra faceta mía y mi versatilidad. En el fondo son versiones que he cantado siempre y han formado parte de mi vida. Además del flamenco soy muy aficionada también al góspel, al jazz o al soul… me gusta mucho la música negra y escucho de todo.
-¿Cómo de importante ha sido José Quevedo Bolita en este proceso?
-Él ha tenido todo que ver, la mitad o casi más que yo. De hecho, desde que empecé a rondar la idea de grabar el álbum, estuve buscando su número de teléfono por todas partes hasta que casualmente nos encontramos en el Festival de Lo Ferro, antes de lo de la Lámpara. Aproveché y le dije que si hacía algo tenía que ser con él porque siempre he valorado su creatividad. Luego gané la Lámpara y ya nos pusimos en contacto. Ha sido genial porque le ha sabido dar forma con sus letras y su música a todo lo que yo le iba contando y me ha sabido dirigir para que me atreviera con cosas que igual en otro momento no hubiese hecho.
-¿Le dio miedo entonces a exponerse de otra manera?
-No miedo pero sí que él me ayudó mucho a encontrarme. En cualquier caso, este disco es un paso más donde mostrar quién soy. No voy a dejar nunca el flamenco ni voy a desistir de mi carrera como cantaora pero igual que hay otros artistas que en un momento dado hacen trabajos en otra línea que complementan sus carreras, por qué no yo. A veces parece que eso sólo les está permitido a quiénes tienen el respaldo detrás de las grandes productoras y discográficas pero yo he hecho lo que quería hacer.
-Porque, ¿hay artistas con más privilegios?
-Sí que siento que hay muchos artistas que estamos descuidados por parte de los grandes promotores. Sólo hay que ver los carteles de los festivales para ver que los nombres son siempre prácticamente los mismos. Al final, ser hijo de no sé quién o venir de una determinada familia ayuda y los que estamos sin aval tenemos que buscarnos los espacios como podemos. Por eso decía antes que hay que llamar la atención para que te tengan en cuenta.
-En este sentido, ¿aconseja pasar por los concursos?
-Por supuesto. Somos muchos los que nos dedicamos a esto y es evidente que no todos podemos tener el mismo trabajo. Participar en los concursos es una forma de coger experiencia y también de que el público te conozca.
-En su caso, ¿de qué modo le ayudó la Lámpara Minera?
-Pues, además de en lo económico, me sirvió para ser más conocida de lo que lo era y quizás también para tener más actuaciones de las que tenía. Lo que pasa es que esto dura un año y hay que aprovecharlo al máximo porque luego viene otro. Es verdad que sí que considero que para la Lámpara debes de tener ya un recorrido previo porque si no es muy difícil que ese impulso sirva para algo e incluso puede venirte un poco grande y no estar a la altura.
-Por su labor como docente en la Fundación Cristina Heeren, ¿qué diría que es lo que más atrae del flamenco?
-Lo que más atrae es el desgarro emocional, esa sensación de echar el corazón por la boca. Luego, a nivel vocal, a los extranjeros les llama mucho la atención la colocación de la voz en el cante y los melismas. Vienen con muchas ganas y quieren adquirirlo todo en tres meses cuando cantar es una labor que te lleva toda la vida.
-¿Y lo más difícil de aprender?
-Lo más complicado para un alumno es no saber redirigir tus errores porque si vienes ya con vicios adquiridos o queriendo hacer determinadas cosas sin conocer el cante cien por cien es muy complicado. De todas formas, si hablamos de lo más difícil para un cantaor en general es tener personalidad. Porque el color de la voz es importante pero la personalidad es todo, el conjunto y es lo que más engancha.