José Valencia: «Me molesta cuando deciden qué tipo de cantaor eres y lo que tienes o no que hacer»

José Valencia

José Valencia

Sara Arguijo

Fotos: © AlejandroEspadero

El cantaor lebrijano estará este sábado día 16 en la Sala García Lorca junto al guitarrista Manuel Parrilla para ofrecer «uno de esos recitales que mantienen viva la llama del flamenco clásico contemporáneo»

 

Lleva toda la vida cantando en escenarios de todos los tamaños y de todas las ciudades del mundo y habla como si acabara de empezar. No por falsa modestia o por inseguridad, ni mucho menos, sino porque José Valencia ha vivido y visto lo suficiente como para entender que en el arte sólo sobrevive quien tiene los pies en el suelo. Quien no renuncia, quien se reinventa, quien sabe.

Así, emplea la palabra “lucha” para expresar el camino que decidió emprender en solitario hace unos años, aprovechando el espaldarazo de su Giraldillo al Cante en la Bienal de 2012 y el éxito de crítica y público que recibió por su disco ‘Directo’ y por proyectos como el homenaje a Juan Peña El Lebrijano, por el que recibió también el Giraldillo al Momento Mágico en la última cita sevillana. Y se afana cada día porque se le reconozca por su nombre propio. Que lo de “cantaor de atrás” es una injusticia que le duele, aunque ya haya aprendido a disimularlo.

-Este sábado tiene una cita en la madrileña Sala García Lorca, ¿qué le aportan estos recitales?

-De esto es de donde vengo y lo que he hecho toda la vida. En mi caso estoy como al principio, volviendo a cantar solo otra vez y dándome a conocer como José Valencia. Además, aunque me considero más artista que cantaor, porque me gusta proponer espectáculos que me permitan ir más allá de la silla, me siento con la obligación y con el derecho de seguir ofreciendo estos recitales que mantienen viva la llama del flamenco clásico contemporáneo

 

-¿Diría que ser polifacético es una ventaja para el artista o al final se premia más la etiqueta?

-Eso lo tendría que decir la crítica o el público, pero considero que el cantaor del siglo XXI tiene que llegar a otras cotas. Existe esa idea del cantaor como algo estático, cuando a través del oído y la vista se puede transmitir muchas emociones. Creo que el artista tiene que preocuparse por todo eso y ser lo más completo posible. Beneficia a todos.

 “En el flamenco es muy difícil quitarse determinadas etiquetas”

-¿Cuánto de inestable es el mundo del arte?

-Es duro porque vivimos de lo que hacemos, no tenemos un sueldo al mes, con lo tienes que estar creando y buscando oportunidades. Además, hoy estás aquí pero mañana nadie se acuerda de ti y hay mucha gente detrás empujando. Siempre hablamos de lo bonito pero hay otro mundo que nunca se ve. Es muy complicado y más cuando los políticos entienden la cultura como un entretenimiento, algo terciario, no como una necesidad social o educativa. Pero el arte influye y eso quiere decir que es importante. 

 

-En este contexto, usted lleva más de un año sin cantar para el baile…

-Exactamente. Es como volver a empezar. Dejar lo que tenías y apostar de nuevo por ti, por supuesto, con tus conocimientos y la base de la trayectoria. En el flamenco es muy difícil quitarse determinadas etiquetas y si te consideran “cantaor de atrás” -expresión totalmente desafortunada porque eres cantaor, sin más– parece que no puedes salir de ahí.  Se ha convertido en una norma el que si quieres llevar una carrera en solitario tengas que dejar de cantar para el baile. Sin duda, es una decisión complicada y da miedo, pero hay que enfrentarse a eso para perseguir tu meta. Lo importante es tirar hacia adelante y hacer cosas, más o menos acertadas, en la que se quede patente tu sello.

“Me siento antes artista que cantaor porque me gusta proponer cosas que van más allá de la silla” 

 

-Recuerdo que a la salida de un concierto un aficionado le piropeó diciéndole que era el más grande y usted rápidamente le frenó… ¿nunca se es ni tan bueno ni tan malo?

-Al artista hay que dejarlo que fluya… No hay ni que alabarlo ni que pisotearlo tan rápido. Tenemos que equivocarnos y para que se vea lo mejor de nosotros también se tiene que ver lo peor. Creo, además, que no es bueno endiosar a alguien porque haya hecho una primera cosa muy buena, hay que ver la evolución. Vamos muy rápido en todo y primero deberíamos saber cuál es la idea de flamenco que queremos defender. No sé si queremos vender un clásico contemporáneo u ofrecer lo más vanguardista ni cuáles son las normas para construir con todo eso. Hay que ver lo que se hace, si se busca personalidad, si se busca imitar… Ahora mismo hay una confusión enorme y estamos un poco perdidos. 

 

-Porque, ¿para usted cuál es la primera mentira que se cuenta del flamenco?

-La primera mentira y la que, desde luego, no tolero, es que se diga que el flamenco es fiesta, juerga y borrachera, algo que se le asocia al aroma de Andalucía. El flamenco es otra cosa y no debería seguir extendiéndose esa idea en la calle.

 “La primera mentira que se cuenta del flamenco y que no tolero es que se diga que es fiesta, juerga y borrachera”

-Sabemos que para usted fue especialmente duro continuar con el proyecto ‘De Sevilla a Cádiz’ tras el fallecimiento de El Lebrijano, ¿qué le costó más?

-Lo más duro fue la muerte de Juan. Tener a tu vera a un cantaor así y que se vaya… Me quedé sin saber cómo meterle mano al proyecto para no destrozar su idea. Por eso me puse en manos de la persona que estaba más cerca de él personal y profesionalmente, su sobrino Pedro María Peña, y a partir de ahí decidimos hacerle el homenaje y mostrar la filosofía de él dejó en este primer trabajo. Con Pedro fue todo muy fácil porque coincidimos mucho en nuestra perspectiva del arte. Siempre he sido un enamorado de mi tierra, de sus cantaores y, sobre todo, del gitano rubio…

 

-¿Cuál es el legado que le ha dejado?

-Juan es de los mejores cantaores de la segunda mitad del siglo XX y pionero en muchas cosas. Cuando compartes tantas conversaciones con él te deja muchas ideas y muchos caminos por los que tirar. Su discografía es digna de estudio. Un cantaor diferente, con un sello genuino, y que es el vértice que nos trasladó todo lo de esa generación maravillosa, como era la Niña de los Peines o Tomás, hasta ahora. He tenido la suerte de hablar mucho con él y esa experiencia personal es con lo que me quedo porque yo estaba ahí. Me ha dejado un legado enorme que voy a seguir defendiendo, estudiando y aprendiendo. 

 

-Porque ¿siguen las generaciones actuales con ese afán de aprender de los maestros?

-Depende de las inquietudes personales de cada uno. Sí que estamos en una época más de imitación que de recreación y por ahí nos podemos quedar estancados. Veo que no preguntamos, no sé si por falta de interés  o porque nos creemos que en el maravilloso mundo de Internet está todo. Pero en el flamenco Internet no nos va a dar la respuesta, lo que puede dar es más confusión. Youtube se ha convertido en una forma de aprender, cuando es una forma de difundir y queda mucha gente viva que sabe muchísimo. Es lo que hablaba de Juan, no era lo que le escuchabas cantar, sino lo que te contaba. Pero claro, depende de si queremos ser buenos artistas o gente famosa y ganar mucho dinero. Hay una diferencia muy grande.

 

-¿Con qué anda ahora entre manos?

-Pues terminando el año y con muchos proyectos para el próximo. Me interesa mucho mirar qué está haciendo mi raza en otros países y mostrar la faceta cultural e intelectual de los gitanos, que es también muy interesante y que la gente debería conocer. También tengo cosas en la cabeza de flamenco clásico y tampoco descarto hacer algo de teatro… Ya se verá. Lo que sí estoy centrado es en mí, como José Valencia. Luego ya veremos dónde nos lleva el viento.

 

-Después de tanto tiempo cantando, ¿qué es lo que más le cuesta conservar?

-Con la edad uno va serenándose un poquito y aprendiendo a tomarse las cosas de otra forma. Se va enfadando menos y va eligiendo más lo que quiere hacer. Lo que no me gusta es cuando deciden qué tipo de cantaor eres y lo que tienes o no que hacer. Nunca le pediría a un artista que hiciera algo que no va con él.  En el flamenco parece que tienes que situarte con unos o con otros. Llega un momento que tanta etiqueta molesta porque ya no sabes si es flamenco, si es now si es new o qué es… y esto sólo tiene un nombre. Bastante polémicos somos los flamencos como para meter al público también en ese cacao mental. Por eso, lo que intento es hacer lo mejor posible mi trabajo y dar las gracias a Dios por vivir de lo que me gusta. 

 

-Porque ¿qué falta para José Valencia en el flamenco?

-Lo que sí echo de menos es la relación. Creo que el artista necesita rodearse de gente interesante para nutrirse. Antes, sin tanta tecnología, había más contacto. 

 

 

 


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