Isabel Bayón – Premio Nacional de Danza 2013

Isabel Bayón

Isabel Bayón

Entrevista: Ernesto Escalera
Fotos: Alejandro Espadero

«No me dejo llevar por modas»

Como cada miércoles, Isabel Bayón termina sus clases en el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila de Madrid. Sin embargo, algo tremendo e inesperado está a punto de pasar. Suena el teléfono, es el director del INAEM para comunicarle que acaba de ganar el Premio Nacional de Danza 2013 en la modalidad de interpretación. Isabel rompe a llorar automáticamente y comparte lágrimas con su marido y compañero, el guitarrista Jesús Torres. Tras casi 40 años entregando el alma al flamenco, la vida le devuelve un reconocimiento que todo el sector coincide en calificar de “merecido”. 

“La Isabel que se sube al escenario es la Isabel que conoce la gente cercana”

¿Ha sido este uno de los momentos de mayor alegría profesional?

Absolutamente. El próximo año haré 40 años de profesión y este tipo de cosas son las que te ayudan a seguir adelante y a pensar que algo bueno estaré haciendo a estas alturas. 

¿Qué va a cambiar en tu vida este premio?

No sé si cambiará algo. Ahora mismo sí. Estoy disfrutándolo muchísimo. De vez en cuando me paro y lo vuelvo a pensar queriendo: vuelvo a revivirlo y lo vuelvo a disfrutar. 

Tu carrera ha sido de fondo. No te han regalado nada. 

No me han regalado nada y yo no he hecho nada por que me regalen algo. Y me culpo un poco por ello. Todo ese aspecto comercial del flamenco… pues yo no soy nada negociante, nada. Porque no me gusta, me cuesta, soy introvertida, no me siento bien. Sí puedo decir que en este momento lo que tengo no me lo han regalado. Por otro lado, sí hay mucha gente que me ha apoyado, ha confiado y me ha admirado. A mí la prensa por ejemplo en Sevilla me trata muy bien, cosa que agradezco porque yo trabajo con eso. 

El Premio Nacional de Danza que te han otorgado es también un premio para el flamenco, y ya van muchos. Parece que el flamenco está pisando fuerte y tiene bastante que decir en el mundo de la danza de nuestro país.

Absolutamente. El flamenco siempre ha tenido mucho peso dentro de la danza, lo que pasa es que le ha costado llegar a ciertos sitios donde se supone que están las danzas más reconocidas. Por fin se está teniendo en cuenta y está llegando a sitios donde debería estar. De todas formas, el primer Premio Nacional de Danza fue para Antonio Gades. Por tanto, no es que esto sea nuevo, lo que pasa es que últimamente se están dando más seguidos al flamenco. 

A veces parece que somos nosotros mismos los que no nos damos cuenta del tesoro que tenemos, porque fuera lo tienen muy claro. 

En el flamenco, todavía tenemos ciertos complejos. Cuando tenemos que poner en un papel a qué te dedicas, se pone bailarín o bailarina, no se pone bailaor o bailaora. Hay cierto complejo en ese aspecto. Somos nosotros mismos los que no damos el paso adelante y sacamos pecho. 

“En el flamenco todavía tenemos ciertos complejos, somos nosotros mismos los que no damos el paso adelante y sacamos pecho” 

¿Cuál es la riqueza del flamenco?

Conecta directamente con lo más esencial de la persona. Es un arte tan de raíz que conecta con el ser y te mueve por dentro. Yo creo que eso es lo que atrapa y hace que emocione. Aunque no hayas visto nunca flamenco. 

¿Qué te aporta a ti el flamenco?

Es mi válvula de escape. Donde yo me siento más tranquila, más a gusto, donde me siento más yo, más libre. Me da la sensación de estabilidad. 

¿Son muy diferentes la Isabel del escenario y la de la calle?

La Isabel que se sube al escenario es la Isabel que conoce la gente cercana. La gente que me conoce bien sabe que soy realmente la Isabel que está en el escenario. Pero luego para todo lo demás yo me pongo mi disfraz de batalla para andar por la calle. 

En tu carrera hay un gran desequilibrio entre la gran calidad de tus producciones y lo poco que giran estos espectáculos. ¿Qué está pasando?

No lo sé, la verdad. Yo creo que el flamenco se está convirtiendo un poco en negocio y creo que hay ciertos intereses. Es una realidad y ese ha sido uno de los motivos de desilusionarme, cansarme. A veces haces creaciones donde inviertes un montón de tiempo, energías, ilusiones, dinero, de todo, y no le ves el fruto suficiente. Lo vivo con rabia porque sabes que funciona, la gente y la crítica reaccionan.

Este premio debería ser un reclamo comercial, ¿no?

Un Premio Nacional debería estar ligado a cierta visibilidad. No sólo un premio económico sino también un circuito, porque son premios que se dan en activo. A la gente le gustaría saber qué hace un Premio Nacional. 

Mantener una compañía privada es un trabajo duro y tú llevas diez años con ella.

Tener compañía privada e intentar mantenerla es un trabajo duro porque estamos siempre en la lucha por poder estabilizarnos. Hay veces en las que tienes energías y otras en las que te vienes abajo. Pero como el flamenco puede conmigo, nada me va a quitar la ilusión. 

¿Qué has querido contar en tu último espectáculo, ‘Caprichos del tiempo’?

El tiempo te da y te quita, pone las cosas en su sitio. Hay cosas que son atemporales, las cosas buenas que se hacen al final no tienen tiempo, no están agarradas a una moda. Todo va y viene y lo que buscamos es hacer cosas que se queden en el tiempo, que sean atemporales. En el espectáculo hago un homenaje a todo lo que se ha hecho en el flamenco y que se ha hecho tan bien que no se puede mejorar.

¿Y qué va a quedar del baile de Isabel Bayón?

Creo que al menos lo que hago es lo que siento. No me dejo llevar por modas. Pretendo ser coherente y honesta con lo que siento. Hay cosas que se dicen de mí: la feminidad, la sensualidad, el baile de mujer, de caderas, de brazos, de estética, de escuela sevillana, etcétera. Yo me veo reflejada en ese tipo de cosas y algo de eso quedará. 

“En ‘Lo Real’ he hecho cosas que no me atrevería a hacer en mis propios espectáculos”

¿Qué hay de la escuela sevillana en Isabel Bayón?

No es que pretenda ser escuela sevillana, pero sí es verdad que algo de lo que hago tiene que ver con esto. Mi manera de sentir, ser femenina, coqueta en el escenario, arreglarme bien el pelo, utilizar los complementos de la escuela sevillana como el mantón, la bata, el sombrero. Estar dentro del clasicismo evidentemente llevado al tiempo en el que estamos. Lo refresco y lo llevo a mi manera de vivir y de sentir. 

En ‘Lo Real’, el espectáculo de Israel Galván, vemos a una Isabel Bayón desconocida. 

Ha sido un proceso creativo muy duro, de mucho tiempo, pero muy interesante. Yo tenía muchas ganas de trabajar con Israel porque nos admiramos mucho. Él pretendía cosas que no podía hacer porque eso sólo lo puede hacer él. Entonces fuimos acercándonos un poco más hasta que yo devolvía a mi manera lo que él me proponía. En el papel que interpreto hay mucho de mi persona, de mi vida natural, porque Israel me conoce bien. Al encarnar a un personaje con muchos registros, he hecho cosas que no me atrevería a hacer en mis propios espectáculos, como por ejemplo bailar mal, fuera de ritmo, como una guiri loca.


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