Entrevista El OLIVO. Dani de Morón. Temple y Son. Sensibilidad y Jondura.

 
El Olivo
El toque de Morón
«es antes que ninguna otra cosa, una manera de
pulsar»
«Diego del Gastor siempre
está presente, pero yo me fijé mucho en
su día en Pedro Bacán, y actualmente en
Juan Carlos Romero y Juan Manuel Cañizares»
«Paco de Lucía
es el número uno, pero nunca fue mi referente.
No quiero convertirme en uno más de los diez
mil que le imitan».
 
«Morón
aporta mucho al flamenco actual, sobre todo en la parcela
del baile»
 
«Haber pasado a formar
parte de la Compañia de Antonio Canales, es lo
más grande que me ha ocurrido hasta el momento».
 
«Para que en Morón
me den mi sitio, tendrá que levantarse mairena
de la tumba y pedir que yo le acompañe»
 
 
«Los artistas mayores
de Morón, me han decepcionado en lo personal.
Sólo saben criticar a los jóvenes»

Envuelta por el manto siempre
misterioso de la mitología, la figura legendaria y
enigmática de Diego del Gastor, se ha ido perpetuando
en nuestro recuerdo avalada por el juicio sereno que
permite una perspectiva histórica de casi tres décadas.
Y estos veintiocho años sin Diego, no han hecho más
que agigantar su perfil de protagonista principal
y gran artífice del sabor rancio e inconfundible de
una expresión flamenca, que caracterizó toda una época
marcada aún en el recuerdo vivo de nuestra memoria.

Mas, aunque el substrato
conceptual de su toque, del Toque de Morón,
sigue y seguirá vigente por los siglos de los
siglos, sabemos que la dimensión estilística
de este movimiento expresivo, ha sido ya ampliamente
superada por el proceso evolutivo imparable de la
guitarra flamenca. Pero curiosamente, ese avance,
esa superación, ha sido escasamente promovida
desde Morón, si exceptuamos la figura de Paco
del Gastor y algún que otro aficionado con
nobles aspiraciones y una relativa repercusión.
Sin embargo, y contrariamente a lo que pudiera predecir
este planteamiento, en Morón no ha cesado el
goteo guitarrístico ni el interés por
perpetuar un sonido exclusivo y peculiar que distingue
y particulariza a Morón.

Pero, no sé muy bien si influenciado en
cierta manera o no, por la pasión que ejerce
una sensibilización especial, el paisanaje
y esas cosas que actúan vivamente sobre nuestra
sensibilidad y nuestro espíritu, lo cierto
es que, creo fervientemente que el último -por
reciente- brindis de Morón al mundo de las
seis cuerdas, Daniel López Vicente, acabará
con la continuidad de esta dinámica localista
que acaba decididamente restringiendo las posibilidades
de la guitarra de Morón.

Dani de Morón, ha venido desprovisto de
legítimas herencias dinásticas, pero
a cuestas con un caudal heredado por la vía
de la sensibilidad y el sentimiento, que le ha convocado
entorno a lo más auténtico y veraz de
nuestra Cultura Jonda. Daniel Méndez, como
a él le gusta hacerse llamar ahora, es un músico
enmarcado en una nueva sensibilidad musical, desde
la cual, el Toque de Morón, encuentra un cauce
abierto a múltiples posibilidades expresivas.

Aspira a liberarse de la esclavitud mental y
musical que condiciona a muchos de sus compañeros,
porque Dani no quiere petrificar ningún sonido,
ni estar sujeto a conceptos inmovilistas del toque.
Por eso explora otras sonoridades y da rienda suelta
a su innovador espíritu; un espíritu
irremisiblemente avalado por el sonido y la esencia
del sentimiento moronés.


Pocas veces alguien, en tan poco tiempo, ha logrado
reunir arte y técnica con tanta audacia y sobre
todo con tanta delicadeza. Pocas veces en Morón,
se ha conseguido conciliar de manera tan seductora
tradición y renovación. Y pocas veces,
alguien ha administrado los espacios, esos silencios
turbadores del Toque de Morón, con tanta verdad
y tanta jondura. Con tanta coherencia, con tanta densidad
emocional y con tanta hermosura infinita que, nos
transporta definitivamente hasta los límites
de la angustia y nos sumerge en el más prodigioso
de los delirios.

Y toda esta verdad, y toda esta belleza, a pesar
de que a Dani, algunos le regatean el reconocimiento.
Y de que, en su pueblo, en Morón, algunos hacen
oídos sordos a la evidencia de unos méritos
y unos valores que, por tangibles y sólidos
son incuestionables.

Pero Dani, que a pesar de su juventud -que veinte
años no es ná- ha sabido encajar estos
contratiempos, debe ordenar y clarificar algunas tensiones
internas que esto le ha ocasionado y que inevitablemente
han agitado su personalidad.

Hemos estado con Dani en su pueblo, en nuestro
pueblo, en Morón. Hemos pulsado su opinión
y hurgado en su pensar y su sentir. Hemos buscado
su reflexión acerca de muchos temas y hemos
paseado por aquellos sitios en los que un día,
Diego, dejó su impronta y su genialidad de
artista único e irrepetible, y derramó
con gratitud y generosidad las semillas que ha través
de sus descendientes y continuadores, Dani ha sabido
recoger para que brote en sus manos un nuevo estilo
vital y seductor, lleno de encanto y originalidad,
donde las carreras y los alardes innecesarios sencillamente
no existen, y donde sólo hay espacio para el
buen gusto, la fantasía, la sensibilidad, el
sentido común y todo aquello que en su sangre
y en su memoria despierte el deseo y la curiosidad
de sus sentidos.

– Dani, ¿cómo
y cuándo te das cuenta de que la guitarra es
un instrumento que despierta tu interés?

Bueno, esto ocurrió estando yo en octavo de
E.G.B. Nos proporcionaron unos folletos publicitarios
del Conservatorio de Música y tuve curiosidad
por estudiar solfeo. El primer instrumento que empecé
a tocar fue el piano, pero cuando planteé en
casa la necesidad de comprar un teclado, me dijeron
que me decantara por la guitarra, que eso facilitaría
mucho las cosas. Yo no quería la guitarra porque
ignorantemente pensaba que era un instrumento sencillo,
pero finalmente acabé cogiéndola y hasta
hoy.

– ¿Tu primer profesor
fue el maestro Morilla?

No. Mi primer maestro fue Clavijo. Manolo Morilla
fue después, que por cierto me dio mucha caña,
aunque creo que esto me ha beneficiado con el tiempo.

– ¿Qué es
para ti y cómo definirías el Toque de
Morón?

Yo creo que mucha gente tiene un concepto equivocado
de lo que es el Toque de Morón. Suele pensarse
que es un número determinado de falsetas y
no es así. El Toque de Morón es antes
que ninguna otra cosa, una forma de pulsar, apoyada
en los bordones y exenta de técnicas sofisticadas.
Yo creo que el Toque de Morón, más que
las falsetas típicas de Diego del Gastor, es
una manera de pulsar. Se puede tocar por Morón
empleando otro tipo de falsetas y, sin embargo, sonar
a Morón, cosa a la que la gente no está
acostumbrada porque tiene la venda puesta.

– ¿Qué representa
en tu personalidad tocaora la figura de Diego del
Gastor?

Bueno, Diego fue lo primero que me llegó porque
tocando en Morón, Diego siempre está
presente. Luego, cuando empecé a tomar clases
con el maestro Morilla, a pesar de que Manolo es una
mezcla de Diego, Ricardo y Sabicas, lo que predomina
es el sonido de Diego. Aquí en Morón
te reconocen cuando haces los toques de Diego.

– Aparte del Toque de Morón,
¿qué influencias conforman tu juicio
del toque?

Eso me ha ido cambiando con el tiempo. Unas veces
me gusta uno y otras otro. Por supuesto que Diego
del Gastor siempre ha estado ahí y continua
estando aunque ahora parezca que no. Luego empecé
a escuchar a Paco de Lucía, aunque mi referente
nunca ha sido Paco, reconociendo y valorando todo
lo que es. Pero no he querido convertirme nunca en
uno más de los diez mil que imitan a Paco.
Yo me he fijado mucho en Pedro Bacán, y actualmente
me gustan mucho Juan Carlos Romero y J. M. Cañizares.
Son gente muy flamenca que te ayudan a lucirte y a
ser más personal que si te fijas sólo
en Paco.

– El hecho de que la guitarra
flamenca esté atravesando un momento de tanto
esplendor, ¿motiva a un tocaor joven como tú,
o causa cierta desazón tener que superar tanta
preparación técnica y armónica
como hay entre los guitarristas de hoy?

Hombre, un poquito de cada. Lo que ocurre es que al
haber tanta gente, te facilita más el aprendizaje.
Es un poco lo que te he dicho antes. Hay tanta gente
buena, tantos que tocan bien, que te puedes fijar
en cualquiera. Eso te motiva porque de cualquiera
puedes aprender. Por otro lado, es cierto que al existir
tanta preparación tienes que estar siempre
superando el nivel. Pero sobre todo, lo que hay que
intentar es ser personal, y escuchar a unos y otros
te ayuda a crear tu propio concepto del toque.

– En este sentido, la guitarra
es un poco ingrata porque cuanto más sabes,
cuanto más aprendes, más necesidad de
superarte tienes.

Eso mismo digo yo. A veces pienso que estoy condenado
a perder la vida entregado a la guitarra; pero por
otra parte, tengo la satisfacción de dedicarme
a lo que me gusta y vivir de ello.

– Háblanos un poquito
de Morón: de su gente, del flamenco, de su
toque…

.Bueno, entre la gente joven de Morón se suele
decir que Morón no vale nada, que Morón
está muerto. Pero la verdad es que cuando sales
por ahí te das cuenta de que como Morón
no hay nada. Aquí hay muy buen ambiente y eso
influye en los flamencos jóvenes como David
Sánchez «El Loren», Juan de Juan,
Pepito Torres o muchos otros, que son gente tolerante,
abierta en las relaciones humanas y en el arte. No
así los flamencos viejos, que siguen aún
con las gafas oscuras puestas y no ven más
allá de la «Venta Campanita». Y si
tengo que hablar de los artistas viejos de Morón,
mejor no decir nada porque están llenos de
prejuicios y sólo saben tirar tierra encima
de los jóvenes.

– ¿Qué aporta
Morón a esta nueva generación flamenca
dominada por nombres como Poveda, Arcángel,
Estrella Morente, etc.?

. Para empezar, el mejor bailaor del mundo es de aquí,
Juan de Juan, y eso lo discuto con quien sea. Eso,
el que baila sabe que es así y que no ofrece
discusión posible. En cambio, los criticones
y los impresentables del flamenco dicen que si es
el campeón del mundo de saltos, que si patatín
que si patatán. Los dos primeros bailaores
del Ballet Nacional son de Morón: Francisco
Javier Velasco y José Manuel Huertas. Están
también Carmen Lozano, Juana Amaya, Lidia Valle…
En fin, mucha gente. En el cante, David Sánchez
«El Loren» es un pedazo de cantaor. Ha trabajado
con Antonio Canales, con Cristina Hoyos, y eso no
es por casualidad. Y en cuanto a guitarristas es otra
historia. La gente cree que todos los de Morón
tocamos igual, y yo quiero decir con toda modestia
que me veo un poco diferente. Los guitarristas de
aquí están un poquito estancados, y
los que la gente piensa que son modernos, al final
me doy cuenta de que son antiguos. Igual aquí
parece una revolución tocar por Rondeña
y resulta que la Rondeña que se toca aquí,
se toca fuera hace doscientos años. Pero bueno,
ésta es otra cuestión. Yo pienso, volviendo
a la pregunta, que Morón aporta mucho, igual
que otros muchos sitios.

– El hecho de que cuando
se hable de Morón, se piense siempre en la
guitarra y en Diego, ¿no resta eso protagonismo
al baile y al cante?

Sí, incuestionablemente le resta protagonismo.
Pero fíjate la cantidad de bailaores y bailaoras
que acabamos de nombrar. No sé, es un poco
inexplicable.

– ¿Qué ha
supuesto para ti que una figura como Antonio Canales
te incluya en su compañía para su última
gira por Brasil y Europa?

Eso es lo más grande. Te abres mundo y se aprende
mucho. Y en el terreno personal es un tío extraordinario.

– Paco de Lucía
dijo en una ocasión que hasta que conoció
a Sabicas, le parecía que Niño Ricardo
era Dios. ¿Te ha pasado a ti algo parecido
ahora al conocer a Viejín y a otros?

No exactamente. Técnicamente, sí te
das cuenta que es diferente, otro concepto. Aunque
son gente que no utiliza la técnica para impresionar,
sino más bien para poder ejecutar aquello que
es necesario en cada momento.

– Teniendo en cuenta tu proyección
como guitarrista y tus méritos a pesar de tus
pocos años. ¿ Crees que en Morón
te están dando el sitio que te corresponde?

A mí nadie me ha dado nada excepto mis padres
y los cuatro amigos que tengo, algunos de los cuales
no tienen nada que ver con el flamenco. Los aficionados
mayores, en su mayoría, sólo críticas.
Las instituciones mejor ni hablar. Puede que no esté
bien que yo lo diga, pero con mi edad ya había
tocado todo el mundo en El Gazpacho. Las peñas
flamencas, unas veces me han dado y otras me han quitado.
Creo que me han quitado más de lo que me han
dado, porque hasta cuando me han dado algo, me han
dado menos de lo que deberían darme si realmente
quieren promocionarme y darme categoría. Eso
sí, cuando ven que estás levantando
cabeza, vienen a darte el abrazo. Pero gracias a Dios,
en esta película ya sabe uno quienes son los
buenos y quienes los malos.

Aquí, en Morón, ha habido gente que
ha ganado un concurso en su vida porque se ha presentado
quince veces, y le han dado un local para que haga
dos conciertos. Yo llevo tres años participando
en concursos, y he ganado tres y varias semifinales,
y de mí no se acuerda nadie. Tengo la impresión
de que para que se me dé en Morón mi
sitio, tendrá que levantarse Mairena de la
tumba y pedir que yo le acompañe. Tal vez así
me reconocerían algo. La verdad es que no lo
entiendo.

– Aparte de la guitarra,
¿qué disciplina del flamenco te gusta
más, el cante o el baile?

Bueno, yo no diré aquello de que soy un bailaor
frustrado porque no es cierto. A mí lo que
más me llena es la guitarra, pero el baile,
en un momento dado puede llegar a gustarme incluso
más que la guitarra.

– ¿Eso quiere decir
que te gusta más tocar para bailar que para
cantar?

No necesariamente. A mí me gusta tocar de cualquier
manera: para cantar, para bailar o como solista.

– Lo de cambiar Dani de
Morón por Daniel Méndez, ¿por
qué ha sido?.

Eso no ha salido exactamente de mí. Ha sido
cosa de los compañeros de la Compañía
de Antonio Canales. Y yo creo que está bien,
porque cuando tenga cincuenta años, lo de Dani
no tendrá mucho sentido.

– Dinos dos nombres del
baile. Uno de antes y otro de ahora

De antes Farruco, y de ahora te diría Antonio
Canales. Creo que es un grandísimo artista.
Pero tengo ganas de conocer a un señor del
que todo el mundo habla y que se llama Juan Ramírez.

– Dos nombres del cante.
Perrate y Maite Martín.

– Dos guitarristas.
De antes diría Diego del Gastor, pero hablando
de guitarra en el más amplio sentido de la
palabra, Sabicas. Y de ahora Paco de Lucía
y Juan Carlos Romero.

– De todos los guitarristas
de Morón en activo ¿cuál ha sido
el que más te ha gustado?

Todos, cada uno en su momento. Pero el que más
me ha llamado siempre la atención es Domi de
Ángeles. Lo que pasa es que Domi no tiene tiempo,
con su estudio discográfico y su trabajo, pero
a mí es el que más me gusta. De los
demás no hay ninguno que sea completo. Además,
yo tengo muy en cuenta en las personas la faceta humana,
y con los artistas de Morón he tenido muchos
desengaños. Por ejemplo: Dieguito me encantaba,
pero me retiró la palabra sin saber porqué.
Pasa por mi lado y no me saluda. Entonces a mí
este personaje ya no me gusta. Ni como artista ni
como persona. Con Andorrano me pasó igual,
y con Paco del Gastor lo mismo. Son gente que como
personas dejan mucho que desear. Sólo saben
criticar, enredar, complicarte la vida y ponerte obstáculos.
Por lo tanto, no quiero saber nada de ellos.

Fotografías: Manolo Gil
Textos: Juan
Toro

 



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