“Si no existiera la crítica mi trabajo
no tendría sentido”
por Manuel Moraga
fotos: Rafael Manjavacas
Su boca es un piano y las cejas las filigranas
del contrabajo. Las cuerdas del pentagrama recorren
todo el libreto. Estas son las referencias gráficas
con las que presenta Pepe de Lucía su nuevo trabajo
“Tomo y obligo” dedicado al tango porteño.
Tres culturas, se reúnen en esta grabación:
el sentido flamenco de la interpretación, el
rico colchón de una espléndida banda de
jazz y de fondo, pero siempre en primer plano, el universo
sentimental del tango. Disco construido a base de clásicos
que, sin embargo, no conviene escuchar a la ligera.
Este es un concepto distinto del flamenco, del tango
del jazz… y de la música.
Dices que escuchabas a tu
madre cantar tango argentino ¿En tu casa habéis
sido siempre muy cantarines?
La más cantarina era mi madre… Me gusta
mucho eso de “cantarines”
“Cantarines”
en el sentido de que cantarín es alguien que
canta cualquier cosa mientras hace cualquier faena.
Sí, sí. Pero acuérdate de Manolo
Caracol, Pepe Marchena, Valderrama, la Niña de
los Peines que hacía aquello de “una dona
aristocrática” o esa otra rumbita de “la
canción de la changuita, canción de moda”
–dice cantiñeando- Eso no es ser cantarín,
sino ser cantaor pero gustarte todo lo que tuviera una
similitud con la copla, con la tonadilla, con la zambra
o con la canción española y andaluza en
general. Pero es verdad que en mi casa se ha cantado
siempre y sobre todo, hablando de este “Tomo y
obligo”, yo lo he escuchado cantar a mi madre
prácticamente desde que era un bebé: tenía
yo un año y ya me agarraba a su vestido negro
y le pedía que me cantara ese tango. La música
en mi casa ha sido una forma de vivir porque nosotros
no politizamos con la música ni nos enfadamos.
Nosotros lo decimos todo sintiendo, con fatigas, con
penita, cantamos la precariedad, la necesidad, la penuria,
el hambre… Lo que ha sido el flamenco tradicional
de toda la vida con sentimiento y con amor. Es también
lo que ha hecho John Lee Hoocker con el blues, por ejemplo.
Yo he sentido el jazz como un martinete o una toná,
es decir, lo he llevado a mi pellizco.
“Mis nudillos
están rotos de hacer compás desde que
era un niño. Sin ritmo no vale nada”
Hablando de fatigas y penas,
de igual modo que el flamenco canaliza estos sentimientos
¿qué emociones encuentras en el tango?
El tango porteño es muy grande, pero yo no soy
cantor de tangos, sino de flamenco. Mi sentir es única
y exclusivamente flamenco. No soy cantor de tango ni
de jazz pero sí puedo entenderme muy bien con
estas músicas porque el flamenco entronca también
con muchas músicas. Por ejemplo, entronca con
las músicas cubana y argentina gracias a los
trasiegos mercantiles. Ahí están esos
cantes de ida y vuelta. Y en cuanto al jazz o al blues,
que vienen de la música negra, si volvemos a
John Lee Hoocker yo veo en él a un cantaor. Él
cantaba llevando el ritmo con el pie y yo canto llevando
el ritmo con el pie, con la mano o con el martillo.
Hay muchas similitudes entre las músicas de raíz,
pero la rítmica es lo que más une los
orígenes de la música popular. Toda la
música popular se va uniendo gracias a los intercambios
comerciales, a los mestizajes y al ritmo. El tango llegó
a Madrid gracias a La Goya, que cantaba tonadilla y
cuplé, y ella fue la primera que cantó
esos tangos en Madrid.
También las músicas
populares tienen un origen humilde, no intelectual.
Sí, gente humilde, necesitada. En la época
de los Cafés Cantantes había tanta penuria,
tanta hambre, que incluso se comenta que algunas grandes
figuras del flamenco se prostituían para poder
sobrevivir. Marchena dijo una vez que el cantaor de
siguiriyas llevaba un remiendo en el culo. Ya ves qué
filosofía tan inmensa encierra esa frase. Eran
años en lo que no había para comer y casi
ni para vivir. Pero yo quise entender esa frase de otra
manera, y es que si uno ya se ha aprendido los cantes
¿qué mejor tarea que seguir innovando,
haciendo cosas nuevas? Además, incidiendo en
ese origen humilde de ambas músicas, gracias
al tango las parejas de la clase media, no pudiente,
ya podían meterse a bailar agarrados.
Por ese origen humilde del
flamenco ¿es una música más de
corazón que de cabeza?
No te quepa la menor duda. Tú sabes que yo no
sé música ni Paco tampoco, al igual que
la mayoría de los flamencos. Somos intuición,
corazón y cabeza, pero primero corazón.
El ritmo es fundamental. Mira mis nudillos: están
rotos de hacer compás desde que era un niño.
Sin ritmo no vale nada. Tú haces una siguiriya
o unos tientos que duelan mucho pero te vas fuera de
compás y los flamencos te dicen “eso no
vale ná”.
“La música
es mi fundamento en la vida, mi filosofía, es
todo”
Y
Pepe de Lucía ¿ha andado más por
la vida con la cabeza o con el corazón?
Por desgracia he andado más con el corazón.
Soy muy despistado. La cabeza me funciona poco. Yo quiero
reírme y soy muy ingenuo y muy loquillo. No tanto
como era antes porque se aprende con los años,
pero no soy hombre de calibrar, de pensar, no soy una
máquina.
Da la sensación de
que “Tomo y obligo” no es un híbrido,
sino que tu interpretación flamenca va por un
lado, los arreglos son jazzísticos y en el fondo
está el tango. Todo tiene un sitio.
Efectivamente, no es un híbrido. Hoy hay mucho
mestizaje, mucha fusión híbrida, pero
en este disco yo soy honrado y pido perdón si
he faltado el respeto a los cantores de tangos, pero
creo que Gardel me hubiera dicho ¡óle!
porque estoy llevándolo a mi terreno, al pellizquito
y creo que todo liga muy bien porque el tango es muy
ardiente, es muy pasional, como lo es el flamenco. Cuando
me ofrecieron el proyecto me pareció que era
bonito y ha salido un trabajo que a mí me parece
bellísimo, muy digno y muy importante.
Y lleno de música.
A mí la música me encanta, me vuelve loco.
Yo no puedo vivir sin escuchar música. Es mi
fundamento en la vida, mi filosofía, es todo.
¿El jazz ha tenido
siempre un horizonte más amplio que el flamenco?
El flamenco hoy está en su mejor momento de la
historia. En mi juventud, todos estábamos en
los tablaos. Todas las grandes figuras han estado en
tablaos y ahora es donde menos se está. Ahora
están los auditorios, los teatros y todos esos
grandes espacios que antes no teníamos. El flamenco
está bastante mejorado y todo esto también
se lo debemos al flamenco joven, al flamenco fusión,
al flamenquito.
Dedicas este disco a tu madre
y a tu hijo
Mi Lucía, la portuguesa, era la que me cantaba
“Tomo y obligo”. Y mi hijo Pepe cumple dos
años dentro de unos días.
“De mi madre he aprendido
la enseñanza de la vida, de la fraternidad, de
la unión, de la fuerza, la eterna sonrisa de
mi madre, su simpatía, sus bromas”
¿Qué enseñanza
recordarás siempre de tu madre?
De mi madre he aprendido la enseñanza de la vida,
de la fraternidad, de la unión, de la fuerza,
la eterna sonrisa de mi madre, su simpatía, sus
bromas.
¿Qué te gustaría
que tu hijo aprendiera de ti?
Me gustaría que fuera un buen artista, que siguiera
la saga con él, aun con todos los problemas que
lleva esta profesión.
En una entrevista que hice
a tu hermano Ramón me hablaba de aquellas mañanas
en tu casa cuando tu padre llegaba con los flamencos
que venían rotos de una noche de trabajo. Tu
madre les daba de desayunar…
Incluso nos levantaban a los niños de la cama
para que estuviéramos con ellos, aunque fuera
de madrugada. El Chaqueta me sentaba en su pierna y
allí cantábamos y tocábamos y lo
pasábamos muy bien. Nos hemos pasado hasta tres
días escuchando a ese Niño Ricardo contándonos
cosas y tocando la guitarra…
Y hoy, que se vive mejor
que entonces, ¿se ha perdido la generosidad?
Desde luego tendríamos que tener más unión
de la que tenemos en el mundo del flamenco. Tendríamos
que hablar mejor los unos de los otros, respetarnos
más.
Sabes de sobra y por propia
experiencia que a los flamencos se les suele censurar
que hagan otras músicas que no consistan en cantar
por siguiriya o por soleá…
Si no existiera la crítica mi trabajo no tendría
sentido. No serviría para nada. Es lo mismo que
ocurre con el ritmo en la música. Vosotros sois
para mí el ritmo, tanto para lo bueno como para
lo malo. Tan constructiva es la mala crítica
como la buena.
“No soy cantor de
tango ni de jazz pero sí puedo entenderme muy
bien con estas músicas”
¿Eres igual de exigente
cuando te producen un disco que cuando eres tú
el productor?
Soy igual de exigente. El Capi terminaba ya mosqueao
conmigo porque yo le decía “¡no me
gusta! ¡quiero hacer esto otra vez!” Pero
a mí me gusta sacar el trabajo dignamente, porque
cuesta mucho hacerlo. Y ahora acabo de hacer un trabajo
con Manuel Cuevas y he sido muy exigente, tanto que
al chaval se lo he hecho pasar muy mal.
¿Te odia?
No, pero hay alguno que sí me cogió odio
y le dio incluso miedo volver a grabar conmigo. Pero
yo soy así y los trabajos que he hecho ahí
están, como ese “Andando por los caminos”
de Potito, que ha quedado para la historia.
Lo cierto es que tienes una
especie de olfato privilegiado para oler el éxito
¿Por qué?
No lo sé. Quizá mi padre me enseñara
esa intuición. Mi padre sacó a Los Chichos,
a Camarón, a los Sordera, a Juanito Villar y…
y bueno, no pararía de citar a artistas.
Y tú también
has sacado o empujado a muchos artistas
Sí… Tijeritas, Potito, José el Francés,
La Susi, a Marina Heredia le hice su primer disco, al
igual que a Capullo a Macanita, al Torta…
Dame una razón por
la que un tanguero tenga que escuchar tu disco.
Bueno, me han llamado de Radio Caracol de Argentina
y me han felicitado.
¿Y un flamenco? ¿Qué
puede extraer un flamenco de este disco de tangos?
También he escuchado que gusta entre los flamencos
porque tengo muchos pellizquitos aquí.
Una última reflexión
sobre este disco…
Que yo cuando hago un disco no pienso en mí sino
que la exigencia que me planteo es para que el oído
de quien lo escuche se recree. Si no, no lo haría.
Te puedo jurar por mi madre que si no supiera que un
disco mío no sale bien no le daría el
tostonazo a nadie, porque no sería ni honrado,
ni digno, ni verdadero.