Entrevista con María Juncal. Ganadora trofeo Desplante en el Concurso Internacional de Cante de las Minas de la Union.

 

Entrevista
con
MARÍA JUNCAL

Ganadora
del Trofeo Desplante en el Festival Internacional
de
La Unión

“Siempre quiero dedicar mis premios a mis
maestros porque les debo muchísimo por
su generosidad”

por Manuel Moraga

“¡Vaya hechuras, María!”
Le gritó una mujer hace poco desde el patio
de butacas del Teatro Español de Madrid.
Y las tiene. Tiene también -y lo lleva
con orgullo- el apellido Borrull, que la entronca
directamente con esa histórica saga flamenca
que arranca en la segunda mitad del siglo XIX.
Entre sus ancestros, Mercedes Borrull, la Gitana
Blanca, musa de Julio Romero de Torres. La belleza
también se hereda. Pero los genes no son
suficientes para triunfar en el difícil
mundo del baile flamenco. Ella lo sabe y por eso
ha hecho del trabajo y del rigor sus mejores armas.
Tremendamente exigente consigo misma, atraviesa
una racha impresionante porque en poco tiempo
se ha hecho con los premios más prestigiosos
de la danza flamenca: Premio Nacional de Danza
Antonio Gades en el Concurso Nacional de Córdoba
2004, Primer Premio del último Certamen
de Coreografía de Danza Española
y Flamenco del Teatro Albéniz de Madrid
y ahora Trofeo El Desplante en la reciente edición
de Festival de Cante de las Minas 2006. A María
Juncal no se le resiste nada.

Tanto premio… No
debe ser casualidad

Yo creo que no, aunque todavía hay quien
se empeña en decirlo. No puede ser casualidad
el que jurados de sitios tan distintos y con programas
tan diversos como los que hemos tenido que hacer
hayan coincidido en destacar nuestro trabajo.
Lo del Albéniz fue una cuestión
totalmente diferente: “El encierro de Ana
Frank” no fue ni por tarantos, ni por siguiriya,
ni por farruca ni nada por el estilo. Desde luego,
en ninguno de estos escenarios hemos pasado de
soslayo. Incluso en el Concurso de Las Minas ya
había medios que anunciaban el premio diciendo
“Y como habíamos pronosticado, la
ganadora ha sido María Juncal”. Imagínate
si el resultado hubiera sido otro.

Lo
que está claro es que los retos que te
has propuesto en los últimos tiempos, los
has logrado. Estás imposible.

Decidí que si los premios tendrían
que avalar mi currículo tendría
que ser este año y que ya no me iba a dar
más plazos ni más oportunidades
a mí misma, porque creo que hay una edad
para presentarse a estas cosas. No porque luego
no puedas enfrentarte a ellas, sino porque después,
anímicamente, te metes en una edad en la
que te empujan muchísimo. Y sobre todo
estando aquí en Madrid, con el panorama
que hay, con lo difícil que es salir adelante,
encuentras que los ojos de otra gente y las maneras
de otras personas te alivian muchísimo
y te dan mucha moral y ánimo para seguir
adelante…

Por lo que dices, entiendo
que es difícil sobrevivir en esta profesión

Sí. Hay que buscarse la vida fuera. Afortunadamente
tenemos “Amor de Dios” que sigue siendo
fuente de enseñanza y de posibilidades
para nosotros, porque podemos dar clases. En este
sentido, le estoy enormemente agradecida a Joaquín
San Juan, por el hecho de darnos esa oportunidad.
Pero si quieres bailar y estar en activo tienes
más oportunidades en el extranjero.

“Me sorprendió
mucho llegar a La Unión y ver cómo
es ese Mercado, ese ambiente de la plaza, esa
gente, ese amor por el flamenco.”

¿Qué
ambiente se respiraba en La Unión?

Me sorprendió mucho llegar a La Unión
y ver cómo es ese Mercado, ese ambiente
de la plaza, esa gente, ese amor por el flamenco.
Me llamaba mucho la atención un señor
barrendero muy mayor que iba con una radio atada
para poder hacer su trabajo mientras la escuchaba:
se había fabricado un invento para poder
llevarla pegada al oído e iba oyendo todo
lo que pasaba en el certamen. Yo salía
muchas veces a la calle y lo veía así…
Es gente que verdaderamente tiene un amor profundo
por lo que hoy es. Se refleja allí un gran
amor por este arte. Lo mismo me paraba una señora
de Estados Unidos, como otra de Francia. O sea
que realmente el festival es un gran reclamo internacional.
Todo eso me sorprendió muchísimo.

Antes del veredicto
¿Te viste ganadora en algún momento?

La verdad es que la primera vez que salimos al
escenario yo me sentí muy a gusto conmigo
misma. Éramos dos gatos: una guitarra y
un cante, y a última hora, un bailaor dándome
la palma… Ya sabes cómo es la responsabilidad
de algunos flamencos, que a pocos días
de irnos ya no pudieron venir, así que
al final tuvimos que ir los de siempre, gracias
a Dios. Pero con esas ganas y ese amor con el
que hicimos todo, además de los mil percances
que tuvimos (con el hotel, etc.) se produjo una
magia muy bonita en el escenario y con el público.
Cuando salimos, los tres quedamos contagiados,
porque se produjo en el público una reacción
muy buena. Y dentro de tus propios compañeros,
que no son tan recelosos de decir algo, también.

¿Y quiénes
fuisteis “los mismos de siempre”?

Basilio García, que ha compuesto la música
de todo lo que yo hago últimamente y al
que tengo tanto que agradecerle, y Roberto Lorente
al cante. Y, claro, Basilio con una responsabilidad
enorme, porque ahí la calidad que hay es
muchísima y él estaba solo con la
guitarra y toda su música expuesta ahí,
es decir, sin posibilidad de disfrazarla con nada.
Los tres salimos muy contentos. Nosotros teníamos
que quedarnos un día porque el viernes
era la semifinal, hasta el sábado hasta
que vas a ver una lista, y pasamos ese día
muy bonito. Fuimos a ver la costa, estuvimos comiendo
con Güito, que estaba allí y estuvo
viéndonos. La verdad es que el viaje fue
muy bonito. El sábado pasamos a la final
y bailó primero Pilar Ogalla. Yo no había
visto bailar a mis compañeros en ninguna
de las fases, pero a Pilar la estaba oyendo y,
de refilón por el monitor, la vi un poco,
y bailaba muy bien. O sea que las no tenía
conmigo el que fuera a ganar yo. Tenía,
eso sí, cierta seguridad en lo que había
hecho, pero no en ganar el premio. Como anécdota,
cuando terminé de bailar, los técnicos
me dijeron “¡tómalo!”…
Me lo querían dar ellos, así en
broma.

“Pilar
Ogalla bailó muy bien, y se lo dije sin
ningún reparo.”

¿Hubo, pues,
nivel en la Final?

Yo vi un gran nivel de baile. Pilar Ogalla bailó
muy bien, y se lo dije sin ningún reparo.
Como te digo, no pude ver más que algunos
detalles, pero me gustaron mucho.

¿Cuál
es el secreto de la Juncal? ¿Por qué
todo lo que se propone lo realiza?

Creo que el único secreto ha sido el trabajo
y el esfuerzo y el decidir desde el principio
que yo quería bailar y no quedarme en la
mediocridad en ningún momento, decidir
que quería sacar la cabeza de aquí
y decidir que iba a seguir adelante. Para cada
certamen que me he presentado he estado bailando
más de ocho horas diarias durante mucho
tiempo. A estas alturas puedo decir que el talento,
el temperamento y todo lo que uno tiene como persona
está ahora presente, porque si uno no tiene
capacidad para componer o para escribir, por muchas
horas que le dediques no podrás hacerlo
nunca. La clave ha sido el trabajo y, sobre todo,
el trabajo respecto al tiempo que llevo en esta
profesión. Cuando llegué aquí
vi a mis compañeros, que para mí
eran prácticamente ídolos, ellos
llevaban ya cinco, diez o quince años en
la profesión, y pensé para mí
que, hasta que yo no tuviera ese nivel, estaría
siendo cola de león. Y esa no era mi meta.


María Juncal en La Unión (foto:
Estela Zatania)

¿Qué
es lo primero que pensaste cuando te anunciaron
que el Desplante era tuyo?

Lo primero que pensé fue en lo orgullosos
que se iban a sentir mi padre y mi madre… Y
mi tía, que estaba entre el público.
Ellos me han hecho sentirme muy feliz por el apoyo
que me han brindado siempre. Al principio era
apoyo económico, porque no ganaba lo suficiente
para mantenerme, y después por ese seguimiento
constante y por ese saber emocionarse por esas
pequeñas cosas que, si se las cuentas a
otras personas, no las entenderían, pero
ellos sí, siempre las entendieron. La noche
de la Final estaba entre cajas y nombraron antes
al segundo premio, con lo cual ya supe que a mí
me daban el primero, así que me dio tiempo
a abrazar a mis compañeros antes de salir
a recoger el trofeo Desplante, que es precioso.
Sentí un enorme orgullo, no tanto por llevarme
el Desplante, que también, sino sobre todo,
orgullo de mí misma, de ver que los esfuerzos
tienen su fruto. Cogí el trofeo a lo Operación
Triunfo, lo levanté como una loca, como
si fuera una copa de fútbol y fue muy gratificante.

¿A quién
llamaste esa noche?

Cuando salí tenía ya a mi tía
en la reja con los teléfonos preparados.
A quien llamé primero fue a mis padres.
Luego a otra tía mía y luego a México
-donde tengo gente muy querida- y a Dagmara Browm,
mi profesora de ballet, que además me había
enviado un ramo de flores gigantesco. Y también
me ocurrió una anécdota cuando volví
aquí a “Amor de Dios”: Aurita
me felicitó y cuando apareció Joaquín
San Juan, el director, me dio un abrazo compungido
y me dijo “María, esto es así”,
intentando consolarme. Yo le dije “¡pero
si he ganado el Desplante!”… Y es que
Joaquín había mirado la web ¡pero
todavía estaban los ganadores del año
anterior! Y entonces ya me dio un abrazo muy fuerte
de ganadora.

“Amor de Dios
sigue siendo fuente de enseñanza y de posibilidades
para nosotros.

¿Qué
dirán los Borrull viendo que ese apellido
siga sonando en el flamenco gracias a ti?

La verdad es que quedan poquitos, pero se ha puesto
en contacto con nosotros un familiar nuestro ya
mayor que vive en Castellón, de donde era
Miguel, y me decía que está muy
contento de saber que por fin alguien en la familia
sigue con el flamenco y que me gustaría
conocerme porque tiene muchas anécdotas
flamencas que contarme. Pero estén donde
estén los Borrull estarán contentos.
De todas formas, nunca he utilizado el apellido
Borrull como una carta de presentación,
y ahora que lo pienso, creo que Dios hace las
cosas con sabiduría, porque cuando llegué
a Madrid no sabía poner un pie flamenco
en el escenario, con lo que hubiera sido negativo
utilizar el apellido. Sólo cuando me he
sentido más segura de mí misma es
cuando ya he destapado que vengo de donde vengo.
De todas formas, mi esfuerzo hubiera sido el mismo.
Eso sí, es cierto que donde vas con ese
apellido lo reconocen y tienen una expectativa
diferente.

Dicen
que los Borrull eran serios de solemnidad. Vamos
que, como dirían en mi pueblo, eran más
serios que la bragueta de un juez ¿Cómo
es María Juncal?

Sí que eran serios. Mi abuela me cuenta
que a Miguel le llamaban “don Miguel”,
pero también eran unos juerguistas impresionantes,
organizando juergas de las que hacían época
porque, según mi abuela, cerraban el Villa
Rosa de Barcelona para ellos y la playa era suya
por la mañana. Tenía un sentido
del humor bastante negro, pero eran muy agudos.
De hecho, siendo yo muy niña llegué
a conocer a Concha Borrull, la hermana de Miguel,
que iba con un bastón por la casa, y te
puedo asegurar que era muy aguda. Yo me reía
mucho. Pero sí, eran serios. Cuenta mi
abuela que Miguel se ponía siempre en la
puerta esperando que llegaran todas las bailaoras
-y entre ellas podía aparecer perfectamente
La Macarrona, por ejemplo- y les miraba el refajo,
las enaguas, el peinado, etc., y ahí no
se subía nadie mal puesta, ni mal pintada.

¿Y tú,
cómo eres?

Yo soy muy disciplinada.

¿Pero eres más
seria o más juerguista?

Más seria. Quizá por mis exigencias
de trabajo he seguido siempre una vida estricta,
y eso de salir de juerga por la noche y al día
siguiente no tener fuerza nunca me sentó
bien. Bueno, alguna vez lo he hecho y estoy en
esa edad de hacerlo. Eso sí, las poquitas
juergas que he podido vivir las he disfrutado
mucho y me he sabido meter en ellas. Al principio,
cuando empecé con Güito, tuve la suerte
de ir de giras en las que estaban también
Sara Baras, Carmen Linares, Moraíto, Mercé,
etc. Yo era muy ignorante y me quedaba en una
esquinita a ver esas fiestas que se formaban,
porque no tenía las narices de meterme
dentro. Ahora, tampoco me iba. Pero no soy fiestera
de salir y no poder estar por la mañana
trabajando.

“Lo primero
que pensé fue en lo orgullosos que se iban
a sentir mi padre y mi madre.”

¿Qué
da El Desplante?

El festival de las Minas da mucho aire, da trabajo,
porque ya me han llamado de varios festivales…
Este Festival funciona.

Sin embargo, da la
sensación de que el único ganador
que hay en Las Minas es el cantaor o cantaora
que se lleva la Lámpara Minera ¿No
se debería nivelar más los tres
premios?

Yo creo que están en ello. El Desplante
es el premio más joven de los tres y están
apostando por todos los premios. Pero sí,
sería fundamental que se nivelara el valor
artístico de los tres premios. De todas
formas, mi experiencia me ha demostrado que el
público que asiste a La Unión espera
con la misma emoción todos los premios.
Me resultó curioso que el presentador me
dijera lo feliz que le hacía entregar un
premio y que la gente le ovacione, porque a veces
había dado premios y la gente le había
abucheado.


María Juncal con Pablo Cervantes en
el Corral de la Moreria (foto: Rafael Manjavacas)

¿Dónde
has puesto ahora el punto de mira? Premios te
quedan ya pocos por conseguir

No, a concursos ya no me voy a presentar más.
Los premios que, si Dios quiere, tenga que tener
en la vida me los tendrán que dar por mi
carrera o por otros méritos, si es que
me tienen que dar alguno. Pero ya el de Córdoba
y el de las Minas son premios internacionales,
y además está el del Albéniz,
que para mí ha sido una evolución
artística enorme que me ha abierto las
puertas de muchas cosas dentro de mí misma,
y no precisamente de mezclar ni de fusionar, porque
ese no es el camino que yo he elegido. Esa coreografía
me enseñó muchas cosas de lo que
una puede dejarse sentir en el escenario.

“Nunca
he utilizado el apellido Borrull como una carta
de presentación.”

De los tres trabajos
merecedores de esos premios ¿Cuál
te ha costado más trabajo?

El del Albéniz, “El encierro de Ana
Frank”, porque no era lo mío, no
es lo que yo trabajo diariamente. Yo salí
al escenario como una niña de trece años
que sufre una transformación muy dolorosa.
Fueron dieciséis minutos, pero le tengo
una amor y un agradecimiento inmensos. Disfruté
muchísimo haciéndolo y no sé
si lo volveré a representar, porque es
una historia crudísima y muy difícil
de poner en el escenario. Esos dieciséis
minutos me costaron horas y horas de trabajo.
Además, estaba con el pie muy mal y me
tenían que infiltrar. Tenía que
ensayar con calcetines, sin poder ponerme el zapato
para nada. Además, tuve que superar muchos
problemas porque al cantaor lo ingresaron esa
noche en el hospital… Pero al final la gente
se quedó muy sorprendida con esta obra.

También has
destacado como una de las artistas invitadas por
el Corral de la Morería en la celebración
de su cincuenta aniversario.

Sí, he estado todo el mes de agosto y ha
sido también un orgullo que me llamaran
para ese trabajo, porque por el Corral de la Morería
han pasado grandísimos artistas. Y también
he estado trabajando en Córdoba, dentro
de la conmemoración de los cincuenta años
del Concurso Nacional de Córdoba.

Y ahora toca relajarse
¿Cómo es el descanso del guerrero,
o guerrera en este caso?

El mar. Para mí el mar es fuente de toda
la vida y la energía que a mí me
recarga. De hecho, en Murcia le obligué
a mi gente a que me llevaran al mar “¡Hay
medusas!” me decían unos; pues nos
vamos al otro lado, decía yo. “¡que
te vas a agotar con el sol y la playa!”,
me decían otros: os agotaréis vosotros,
yo no, les respondía. El mar me llena de
felicidad.

¿Dedicarías
el Desplante a alguien?

Siempre quiero dedicar mis premios a mis maestros
porque les debo muchísimo por su generosidad:
Ciro, Merche Esmeralda, Güito, Manolete,
La Tati. Y siempre, por un lado, les dedico los
premios a mis maestros y, por otro, se lo regalo
a mi gente, a mi familia, y además, se
lo agradezco especialmente a mi pareja porque
me ha cambiado la vida desde que estoy con él.
Él me ha hecho ser muchísimo mejor
persona.

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