“El verdadero músico está metido en cada nota que canta o que toca… en cada nota… hasta en el silencio”
por Manuel Moraga
Disciplinadamente creativo, a Juan Manuel Cañizares le gustan los desafíos. Esta vez su indagación por los confines de lo jondo le ha llevado a explorar la obra cumbre del más importante compositor español más relevante del XIX: la Suite Iberia de Isaac Albéniz. Música impresionista para un flamenco cuya guitarra es una paleta de colores. Tras casi cinco años trabajando sobre ella, ya tiene grabada su obra y ahora también la airea por los escenarios. Es la “Suite Iberia. Albéniz por Cañizares”, una inteligente y luminosa combinación de pasado, presente y futuro.
¿Es más dura la promoción que pasar las partituras de Albéniz? (Ríe) Mira, las cosas hay que hacerlas, así que ni me las planteo. Es como cuando estás de gira y tienes que hacer las maletas cuando llegas al hotel a las tres de la mañana y el vuelo te sale a las siete… Lo tienes que hacer, sin más. Antes me lo planteaba, pero ya llega un momento en que dices ¿Qué hay que hacer la maleta? ¡Pues ahora mismo y duermo tranquilo! Con mi trabajo me pasa igual.
A pesar de ser una partitura digamos “clásica”, entre comillas, tu trabajo con la guitarra tiene un aire muy actual. Me recuerda a guitarristas contemporáneos como Eduardo Niebla o Antonio Forcione, cosa que no me sucede cuando escucho la partitura de Albéniz en piano. Como guitarrista flamenco he tratado de destacar las partes flamencas y andaluzas que tiene la partitura, que las tiene y a borbotones. He querido coger esa parte flamenca y destacarla más. Por ejemplo, en Albaycín hay partes que son descaradamente una soleá ¿Y cómo toco esto? Pues como yo toco, con aire de soleá; y cosas que he visto con aire de tanguillo pues las toco con aire de tanguillo; y las que tiene aire de bulería, pues con aire de bulería. No he tratado de hacer una herejía con la obra, ni mucho menos, sino como digo, de realzar esa faceta de Albéniz que en la suite Iberia está recordando a Andalucía, porque excepto “Evocación” y “Lavapiés”, los demás son temas muy flamencos, muy de raíz, de haber escuchado mucho cante flamenco. Albéniz era un loco del flamenco, y de hecho aconsejó a Falla y a gente más joven que él que escucharan mucho el cante flamenco y que se dedicaran a lo popular porque ahí es donde está nuestra entidad, nuestra música. Y este ha sido un largo trabajo para mí, porque he estado tres años haciendo la trascripción, deshuesando la partitura, haciendo el análisis armónico y melódico, los contrapuntos, las melodías que se van superponiendo… Y todo eso pensado para piano, extrapolar a dos guitarras, era realmente difícil. Y ha habido momentos que no han sido fáciles. No es que lo pasara mal, porque nunca se pasa mal haciendo ese tipo de música, pero sí sentía cierta incomodidad en determinados pasajes. Creo que para los pianistas ya es difícil, pues cuánto ni más para dos guitarras, teniendo en cuanta que la guitarra tiene mucha más limitación que el piano. Pero también es cierto que de toda la obra he hecho un extracto de lo esencial. Y después he estado un año entero en el estudio de grabación. En este caso tengo la suerte de que lo tengo en casa y eso me ha permitido hacer un disco sin prisa. Un disco para mí, para mis amigos y para todo el mundo que le guste la música de calidad, como es la de Albéniz.
“Albéniz no sería el Albéniz que conocemos si no hubiese conocido el flamenco”
¿Has llegado a encontrarte en callejones sin salida? ¿Has llegado a pensar en abandonar? Sí. Algunas partes me han dado verdaderos quebraderos de cabeza, sobre todo por el octavaje del piano: el piano tiene más sonidos que la guitarra, que está más limitada por los trastes y por la tesitura. Entonces, Albéniz tiene arcos de melodía que suben mucho hacia el registro agudo y con la guitarra no llegas porque te falta mástil. Ahí sí que tienes que hacer una serie de cálculos para ver dónde retomas la melodía para que tenga sentido, para que tenga fuerza, etc. Ha sido un trabajo de cirujano, de hacerlo con lupa. Pero he quedado he quedado muy satisfecho.
La partitura es de Albéniz, pero ¿qué porcentaje tiene de autoría Cañizares? La interpretación. Y también he hecho los ornamentos y el tipo de fraseo. Sí, también suena mi guitarra, mi forma de tocar. En ese aspecto reconozco mi autoría y me identifico mucho, pero la obra es de Albéniz.
Los impresionistas concedían mucho valor al ritmo. Tú también se lo das en esta obra. El ritmo es fundamental. Si una música no camina… Sonidos sueltos sin un sentido no tienen un lenguaje. En el momento que esos sonidos los metes dentro de un tiempo y les das distinto valor métrico, distinto valor en el espacio, entonces empiezan a sonar, a tener sentido. Y el flamenco es una de las músicas más rítmicas que hay. En el flamenco es algo fundamental. Sin ritmo no habría flamenco.
Hay musicólogos que hablan del concepto de nota-ritmo en Albéniz, es decir, que cada nota tiene un ritmo propio, una vida independiente. Eso también es muy importante en el flamenco, que cada nota tenga su propia vida en el tiempo. Desde luego que sí. En realidad son distintos niveles de profundidad. Según vas investigando y teniendo experiencias vas viendo más cosas y te vas volviendo más minimalista, en el sentido de que vas cogiendo lo esencial del cotarro y sobre eso empiezas a buscar el adorno. Pero es fundamental captar la esencia de la obra para poder luego transmitirla. Rítmicamente, la Suite Iberia es muy rica: hay ritmo de soleá, de guajira, de tanguillo, de bulería, de procesión de semana santa. Y cuando llevo estas piezas al directo las refuerzo descaradamente dando mucho más aire flamenco de lo que tiene el disco. Albéniz había vivido esa época y no sería el Albéniz que conocemos si no hubiese conocido el flamenco. Y lo mismo puede decirse de Falla. Gracias al flamenco ellos cogieron esencia del pueblo, transformándola después maravillosamente en grandes obras.
“Si no aprendo me aburro”
Comentabas antes que esta música tiene varias melodías superpuestas… Contrapuntos.
Contrapuntos… A Albéniz le gustaba mucho esa forma: no se trataba de una melodía principal y unos acompañamientos, sino de varias melodías desarrollándose en horizontal. Exacto.
¿Cómo lo has solucionado? Efectivamente, eso es complicado. Como decías antes, cada nota necesita su sentido, y hacer dos melodías juntas y que cada una sea independiente pero que las dos funcionen dependientemente, significa que tienes que comerte el coco y darle a esas notas propiedad y carácter para que suenen. Pero claro, tienes que estar metido en cada nota. El verdadero músico está metido en cada nota que está cantando o está tocando… En cada nota… Hasta en el silencio.
Veo un acercamiento entre tu música y la de Albéniz o la de los impresionistas en general, porque le dan mucha importancia al color y tu guitarra es colorista, saca muchos matices de color. En ese sentido tiendes un terreno ganado a la hora de entenderte con esa partitura. Sí. Si partes de ahí me puedes entender mucho más. Mi estilo es más asequible. Siempre he tratado de buscar mi propio estilo, mi propia forma de expresión… Y he tratado siempre de aportar. Entre todos podemos contribuir a que el flamenco vaya evolucionando. Me ha tocado esta época y este papel; papel que he escogido libremente porque me encanta mi profesión. A partir de ahí uno de mis parámetros fue que tenía que aprender el oficio… Pues bien, me dediqué a estudiar música, cosa que recomiendo a todos los flamencos jóvenes, porque eso es muy importante; si no hubiera estudiado años en el Conservatorio, no hubiera podido realizar este trabajo porque no habría tenido ni las herramientas ni la capacidad de poder analizar esa obra. Ahora sí las tengo y afortunadamente forman parte de mi profesión. Es conveniente que la gente del flamenco empiece a estudiar música. De hecho, soy profesor de la Escuela Superior de Música de Cataluña, la ESMUC, y estoy dando clases a gente muy jovencita que está tocando muy bien y que parte ya de un conocimiento musical que me parece importantísimo. Es como el inglés hoy día.
¿Has buscado alguna sonoridad especial en la guitarra para hacer este trabajo? Sí. Estoy tocando con una guitarra que me regaló el maestro, Paco de Lucía, y me parecía acertada para este disco. También he utilizado otra guitarra que me regalaron los hermanos Conde, Mariano y Felipe, con la que me he sentido también muy a gustito expresando. Las dos me han gustado para determinados colores y para dar un poquito de variedad de sonido al disco.
“El verdadero artista es el que tiene la técnica y sabe cuándo tiene que utilizarla, como le ocurre al maestro Paco”
¿Cómo es el directo de este disco? Las partes que yo he visto flamencas en la obra de Albéniz están realzadas. La segunda guitarra la hace Juan Carlos Gómez, el bajo lo toca de José de Lucía, y Roberto Vozmediano está en la percusión. Como decía, en esas partes añado un valor al espectáculo porque no solo son las dos guitarras como están en el disco, sino que es una versión descaradamente flamenca, con la rítmica de la soleá, de los tanguillos o de lo sea oportuno.
¿Complicado el directo de esa partitura? Complicado, sí… Me he metido en un embolao que… bueno… Pero son de esas cosas de las que uno aprende. Si no aprendo me aburro. Es verdad… ¿qué hago en casa si no? Pues digo, hala, voy a coger a Albéniz (ríe).
Para echar un rato, vamos.
Sí, para enrollarme un poco (ríe).
Cuando Paco grabó el Concierto de Aranjuez hubo críticos clásicos a los que no les gustó nada. Cierto.
Ese es un riesgo que siempre se corre en cualquier género. Cuando alguien ajeno a un género determinado hace algo o intenta hacer algo sobre ese género, siempre hay riesgo, porque los extremos, los radicales de esa estética siempre van a mirar con cautela esa osadía, inclusive sin haber llegado a escucharla siquiera. Es cierto. Es una pena, sobre todo por esas personas que tienentantos prejuicios hacia una cosa tan libre, tan bonita y tan pacífica como es la música. Actualmente la cosa ha cambiado mucho. Eran otros tiempos. Han pasado ya quince años y por lo que yo veo en la gente joven con la que hago los Master Class, están más abiertos. En la ESMUC es fácil que un guitarrista clásico o una guitarrista clásica venga a estudiar conmigo flamenco de segundo instrumento porque tienen la curiosidad desaber cómo se rasguea, cómo se hacen escalas, cómo funciona la métrica flamenca… Los músicos clásicos se han abierto muchísimo, afortunadamente, porque no se trata de una pelea entre la guitarra flamenca y la clásica, sino de un hermanamiento: vamos a sacar provecho los flamencos de lo bueno que tienen los guitarristas clásicos, y los clásicos tienen que aprovechar lo bueno que tenemos los guitarristas flamencos. Después, cada uno en su estilo lo aprovechará a su modo dependiendode la expresión que quiera sacar… ¿Por qué no? ¿Por qué no utilizar cosas de ambas guitarras que son muy distintas pero que tienen similitudes técnicas y, sobre todo, tocando música española? No podemos olvidar a compositores como Mauricio Sotelo, Torroba o el maestro Rodrigo quien en el Concierto de Aranjuez y en otras obras mete rasgueados pensando en un guitarrista flamenco, porque el rasgueado es un invento flamenco. Así que si uno de los músicos que viene conmigo a la Master Class aprende a rasguear, será muy bonito cuando interprete esas obras y haga un rasgueado con sabor flamenco. Y viceversa: nosotros podemos coger la dulzura de un glisando clásico y aportarlo a un tema flamenco ¿Por qué no?
¿Eras consciente del fregao en el que te metías con esta locura maravillosa? Totalmente consciente. Nunca me meto en proyectos de los que no estoy seguro. Lo que tenía claro, sobre todo, es que había partes de la suite que consideraba que podía flamenquizar, y lo he hecho descaradamente. Escuchas el Albaycín y es descaradamente una soleá. Y si Albéniz escribió esas notas es por algo: porque quería esa intención. Partiendo de ahí empecé a desglosar y a hacer,y siempre con muchísimo respeto hacia la música de Albéniz. En definitiva, sí era muy consciente. Pero ¿sabes qué pasa? Que yo aprendo con ello. Soy una persona curiosa y me gusta aprender.
“Es fundamental captar la esencia de la obra para poder luego transmitirla”
¿Y qué has aprendido? Te queda la experiencia, el saber escoger mejor las notas a la hora de componer… Te queda el poso de la tranquilidad, de que esto va más lento de lo que nos parece. Y dentro de mí se ha quedado una intensa experiencia armónica y melódica. Todo esto me ha hecho refrescar conocimientos e investigar el estilo con el que componía Albéniz. Si quisiera hacer una música que fuese mía pero con el estilo de Albéniz podría hacerlo, porque he captado la esencia de la técnica que él utilizaba para componer. Si quisiera hacer una falseta con sabor a Albéniz podría hacerla… Todo eso me ha quedado.
En el flamenco, ¿el intérprete es autor? Hombre, si alguien toca una falseta mía, esa música no es suya, porque la he sacado yo. Es así de lógico. Lo que él ponga de su salsa sí será suyo, serán sus propios matices, pero eso ya será recreación. En la música siempre se está creando y el buen intérprete no solo debe ser un buen ejecutante y tener técnica, porque la técnica te dice únicamente qué tienes que hacer, pero no te dice cuándo tienes que hacerlo… El verdadero artista es el que tiene la técnica y sabe cuándo tiene que utilizarla, como le ocurre al maestro Paco: no sólo tiene una técnica impecable sino que sabe cuándo utilizarla, y ese cuándo se lo dicta su conciencia. Y si escuchas la suite Iberia con ese modo de ver las cosas comprobarás que te expresa con dos notas y con cuatrocientas. Entonces te das cuenta de lo grande que es Albéniz: utiliza cuatrocientas notas y te dice algo, cuando otras personas utilizan cuatrocientas notas y no te dicen nada.
Como creador y autor ¿Te resulta más difícil crear partiendo de una partitura –como has hecho ahora- o partiendo de la nada? Las dos cosas son difíciles. Este trabajo ha sido laborioso, laborioso, laborioso. El chip te cambia. Quizá cuando toco mi propia música tengo más posibilidad de acercarme a mi pensamiento musical, pero ambas cosas son difíciles de hacer bien.
Recientemente te hemos escuchado también en el Ballet Nacional de España componiendo música e interpretándola para la obra “Caprichos” de Fernando Romero… Sí, he compuesto la parte musical y Juan José Amador también ha hecho la parte melódica de la voz, además de la letra. Como indica su nombre, hicimos lo que nos apetecía, pero con mucha coherencia. Todo está conectado. Aunque sean “caprichos” nos es difícil hacer cosas fuera de la estructura, aunque sea por propia deformación profesional, ya que uno trabaja con estructuras… En la música de discoteca, cada ocho compases suele haber un breack de batería para pasar a otra sección, por ejemplo. Nosotros trabajamos con otras estructurasy otras armonías… A eso me refiero cuando digo que ahí hay mucho de oficio, es decir, de tener muchas herramientas que te permitan hacer música y que esa música no pierda su carácter particular. Eso es importante para la música y, sobre todo, para el flamenco. Como dice el maestro Manolo Sanlúcar, si el flamenco pierde el carácter ¿en qué se queda? Por eso es importante conocer a los clásicos. No me cansaré de repetirlo: Ricardo, Montoya, Esteban de Sanlúcar, Sabicas, Mario Escudero…. Grandes del flamenco que hay que conocerlos y repasarlos. Yo me inspiro en ellos para hacer música mía. Es una obligación. Si un guitarrista quiere tocar por mí y no sabe que yo he tenido influencias del Niño Ricardo en alguna falseta, se está perdiendo cosas interesantes para él mismo. Por eso es importante estudiar. Yo siempre hablo de prestigio de la incultura en el flamenco: si no sabías música eras más flamenco; si no sabías leer, más flamenco todavía; si te acuestas a la ocho de la mañana de borrachera, más flamenco todavía… Eso es una tontería. Somos profesionales. La noche está para dormir y el día para trabajar, aunque el artista “nocturnee” mucho, como me pasa a mí, porque en la noche encuentro la soledad. La noche quita concentración… y vida.
En un diálogo de “El cartero de Neruda”, de Antonio Skármeta, el cartero –que utiliza versos de Neruda para sus conquistas amorosas- le dice al poeta “Maestro, la poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita”… ¿De quién es la música, Cañizares? La música se recrea a cada instante y es una de las artes que pasa en el tiempo y pasa volada. Como no la registres no queda nada. La música es de todos, pero el profesional de ella tiene que vivirla y recrearla, sea de él o de otra persona. Cuando el músico coge su instrumento y se pone a tocar… o a cantar… se mete en un estado muy difícil de describir y con mucha concentración tanto para la ejecución técnica como para la rítmica, el matiz o toda esa serie de cosas que afortunadamente te permiten vivir la música con alegría.
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Letras. José Esteban Rodríguez CosanoCante. Juan SotoGuitarras. Antonio Carrión y Luis Calderíto.Edita: Antequera Record S .L Por Antonio Nieto del ...
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