Entrevista con Juan Habichuela. Una guitarra en Granada, nuevo disco

   
 
 

Entrevista con

JUAN HABICHUELA


“Lo único que me queda es sacar un disco con Camarón, y no me voy a morir con las ganas”

Texto: Sonia Martínez Pariente
Fotos: Rafael Manjavacas

Si un maestro de la guitarra reparte su sabiduría entre cantaores de las distintas generaciones, sale un disco de Juan Habichuela. “Una guitarra en Granada” es su tercer trabajo discográfico, donde ha querido rendir homenaje a su tierra natal. Su guitarra, cien por cien flamenca, vuelve a estar al servicio de las voces de cantaores como Chano Lobato, Rancapino, Menese, Marina Heredia, Potito… Dice que le gusta más el cante que la guitarra, pero cuando habla del instrumento al que ha dedicadosu carrera, se denota una enorme pasión, devoción, dedicación. Y aunque comenta que ya no se siente en plenas condiciones, de momento, esta es una nueva muestra del arte de Juan Habichuela.

 ¿Qué ha querido plasmar en su nuevo disco, “Una guitarra en Granada”?
– Por supuesto mi tierra, que me vio nacer y a la que tengo un cariño enorme. En Granada me acaban de dar ahora la Medalla al Mérito del Trabajo. Me quiere mucho mi tierra. He querido dedicarle este tercer disco a Granada, porque le tengo mucho afecto y cariño.

En este trabajo hay una mezcla de estilos mas festeros, con otros más puros.
– Hay cosas puras y menos puras. Hay unos tangos que hace Marina, que son una maravilla. Carmen también hace unos tangos modernos. Está Menese que canta por soleá muy bien y Potito hace unos tientos. Mi sobrino Pepe Luis hace unas bulerías, preciosas.

Vuelve a contar con Rancapino, ¿forman ya una pareja consolidada?
– (Ríe) Sí, he contado con Rancapino, que canta un taranto perfecto. Me gusta mucho Rancapino, tiene un eco flamenco increíble.

¿Y cuenta también con Chano Lobato?
– El Chano es uno de los mejores festeros que hay en España. Hace unas bulerías y unas alegrías. Pienso que el disco está completo, que hay para todos los gustos: hay temas más flamencos, menos flamencos…

De nuevo se ha querido rodear de cantaores. Su guitarra al servicio del cante. Está claro que es lo que más le gusta.
– Eso es lo mío, porque yo siempre he tocado para cantar. Me gusta mucho el cante. Mi tía Marina me cantaba, mi sobrino Pepe Luis también canta, mi hijo Antonio… Yo siempre me he dedicado a tocar para cantar, porque me ha gustado el cante más que la guitarra. Yo siempre acompaño sin molestar al cantaor, como me gusta tanto, no quiero molestarlo, entonces, salvo algún minuto para una variación, lo mío es eso.

Siendo un flamenco puro y tradicional, está abierto a colaborar con gente más joven, incluso pertenecientes a otras músicas como Alejandro Sanz, el grupo de sus hijos Ketama…
– A mí me gusta el flamenco puro y el menos puro. Si lo hacen bien, me encanta. Con una buena voz y un sentido del cante que se va a hacer y sabiendo de que va la cosa… Pienso que tenemos cantaores suficientes que saben cantar y estar a la orden del día.

Yo siempre me he dedicado a tocar para cantar, porque me ha gustado el cante más que la guitarra.

¿Qué es lo que destacaría de su toque, cuál es su seña de identidad?
– Yo toco sin virtuosismo. No tengo la facilidad de los artistas que tocan fenomenalmente bien, que ejecutan muy bien y tocan para el público. Yo toco para el cantaor, para mí y para el público, por supuesto. Yo no me he dedicado a ejecutar y hacer cosas de virtuosismo, porque mi forma de tocar no admitía eso. Mi forma de tocar era flamenco, con el que me he criado y es lo que me gusta.

Con este, ya ha grabado tres discos, pero empezó a grabar muy tarde, en 1999. ¿Por qué tan tarde?
-Me he dedicado siempre a tocar para cantar ya mí los cantaores me han querido mucho. Una vez estando con Camarón, me dijo: “Juan, por qué no haces una cosita solo y te rodeas de siete u ocho cantaores figura y pones en el disco Juan Habichuela acompaña a tal y a cual”. Yo no había hecho nada de eso. He grabado siempre acompañando, he grabado con todos, no hay ninguno que no haya grabado. Fue mi hijo Juan el que hace siete u ocho años me dijo: “papa, vamos a grabar un disco y te vas a rodear de una serie de cantaores”, y así hice el primer disco.

Y ya lleva tres, ¿le cogió el gustillo?
– Sí, me gustó y se vendía, la gente compraba el disco, entonces mi hijo y la casa de discos, Universal, se han preocupado en que haga el segundo y el tercero.

¿El nombre de Juan Habichuela posee un toque de distinción?
– No. Yo he dado todo lo que tenía que dar en la guitarra y el flamenco. Lo único que me queda es sacar un disco con Camarón, y no me voy a morir con las ganas.

Ahora hay técnicas… (asiente)

¿La saga de los Habichuela continúa?
– En mi familia, mi hermano Pepe, toca fenomenal y está funcionando muy bien. Muchos cantan, mis sobrinas. Están mis hijos que montaron Ketama con mi sobrino y estuvieron en la cumbre, rompieron y cada uno por su lado está trabajando bien. Josemi está grabando un disco solo extraordinario. Mi hijo Juan está con Pitingo y se ha puesto el Habichuela, acompaña muy bien. Le gusta y si te gusta, lo haces bien. Va con Pitingo y le deja cantar. Tiene cosas de su padre y las ha modernizado

¿Y a usted le gusta que haga eso?
– Claro, me gusta mucho como toca para cantar.

¿Le parece bien que el flamenco se renueve, se modernice?
– Claro, está más claro que el agua. Los cantaores como Chano, Mairena, son los super clásicos y los de hoy, hacen muchas cosas de música, afinan la voz y hacen cosas muy bien hechas y que le gusta a la gente.

Con 75 años, sigue grabando discos, hace colaboraciones y le quedan ganas de seguir creando y estudiando.
-Yo no paro de estudiar. Toco en mi casa en un sofá grande. Tengo mi guitarra como si fuera mi segunda mujer. La tengo ahí y cuando escucho música, intento hacer algo parecido. Me gusta siempre hacer cosas, dentro del flamenco, claro. Me encanta la guitarra.

¿Se va a animar a presentar este disco en directo?
– No, no, porque ya estoy delicado y mis hijos no me dejan que salga a hacer nada. El otro día estuve en Barcelona e hicimos tres generaciones y tocamos el abuelo, el hijo y el nieto. Hicimos unos tangos preciosos. Pero cuando empezaban a picar los otros dos, yo me quedaba… (ríe) y el público empezaba a aplaudir, pero cuando yo hacía una cosa flamenca, también me aplaudían a mí.

 


 

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