“Nunca voy a traicionar
mi sentido de la responsabilidad”
Por Manuel Moraga
Desde el 22 de abril y hasta el 8 de mayo el Ballet
Nacional de España presenta oficialmente el resultado
de casi un año de trabajo bajo la dirección
del coreógrafo José Antonio. Veterano conocedor
de la Compañía estatal desde su etapa fundacional
-y de la que ya fue director en otra etapa-, José Antonio
ofrece dos programas en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
El primero (del 22 al 30 de abril) se compone de 'Aires de
Villa y Corte' (recreación de la escuela bolera española)
y 'La leyenda' (homenaje de José Antonio a Carmen Amaya).
El segundo es “El loco” (del 4 al 8 de mayo),
una producción heredada de la anterior dirección.
Con doble este motivo, José Antonio habla para deflamenco.com.
Háblame del “Aires de
Villa y Corte”
Es un trabajo que ya estrené
en el 94 con mi compañía. Es un encargo que
le había hecho a Pepe Nieto prácticamente el
último año que estuve con el Ballet Nacional
–se refiere José Antonio a su primera etapa,
entre 1986 y 1992- , pero luego tomé la determinación
de que no había tiempo de montarlo y decidí
no hacerlo, así que el trabajo se quedó ahí
suspendido. Cuando monté mi compañía
lo incorporé al repertorio.
Es
un recorrido por el Madrid del siglo XVIII donde hay escenas
palaciegas, cena de galanteadores cortejando a una maja, a
una enamorada, escenas campestres donde bailan la seguidilla.
Está un poco entroncado todo esto pero sin argumento
y estructurado en cinco movimientos. Es una partitura que
tiene mucho colorido y sonido goyesco, pero a la vez tiene
esa cosa fresca y moderna, con una percusión muy bien
puesta, de manera exquisita, como hace José Nieto sus
composiciones. En este caso está interpretado por todos
los bailarines del Ballet Nacional y los elencos principales
se van alternando.
Es un trabajo que me apetecía mucho incorporar porque
siempre hay una ausencia de la escuela bolera y, en este caso,
hemos dedicado mucho esfuerzo a prepararnos, a tenerlo lo
más limpio posible en el concepto técnico, en
el estilo. Estoy muy orgulloso, y además, cuenta con
la estupenda dirección musical de José de Eusebio
(porque va la orquesta en directo) con los músicos
de la Comunidad de Madrid y la Orquesta Grandío, que
va a interpretar con laúdes y bandurrias. Es un trabajo
elegante…Un trabajo que, aun basándose en la
escuela bolera tiene una frescura y un vocabulario contemporáneo,
sin que pierda el estilo.
Luego, tiene un tratamiento extraordinario en lo estético,
un vestuario creado por Ivonne Blake, una persona que sorprende
por la creatividad y porque tiene mucho conocimiento de lo
que es danza. Siempre hemos tenido colaboraciones y ésta
ha sido como replantearnos el trabajo que se había
hecho hace años y se ha reestructurado, manteniendo
la esencia pero enriqueciéndolo y dándole un
mayor colorido a todo el vestuario. También contamos
con la iluminación de Nicolás Fischtel, que
también fue el iluminador de la primera versión
y que ahora hace una adaptación.
“Los artistas nos
hemos quedado también en nuestra burbuja de cristal
pensando que debemos tener un público obediente”
Da la impresión de que el reto
guardar fidelidad a la Escuela Bolera, pero mirándola
desde el siglo XXI
Entre comillas, porque lo que no puedes es crear un híbrido.
Hay que mantener el rigor y la información del vocabulario,
pero indudablemente la danza ha ido adaptándose, evolucionando
en todos los aspectos, algunos a lo mejor para peor y otros
para mejor, pero técnicamente se ha avanzado más.
No creas que esa técnica que se ha avanzado facilita
luego la interpretación de la escuela bolera, porque
realmente es complicado. Lo hemos visto al estar trabajando:
hay una gran dificultad de interpretación, de estilo
y de técnica. Es una actitud diferente. Y bueno, yo
creo que todo el arte, cuando está vivo, va evolucionando,
se va enriqueciendo, pero tienes que hacerlo con mucho mimo
y con mucho cuidado para no desvirtuar.
“La leyenda” es un homenaje
a Carmen Amaya… Pero no es un homenaje al uso, no se
trataba de ir a los lugares comunes… Carmen Amaya está
construida sobre un juego de dualidades. Y la coreografía
es tuya ¿Hay mucho de ti ahí?
En mis trabajos hay mucho mío porque todos son míos
para bien o para mal. Es una responsabilidad que asumo íntegramente
y que además creo que por honestidad, el público
debe conocer eso. Cuando pienso en hacer un homenaje a Carmen
Amaya no es por nada determinado, sino simplemente era una
historia que llevaba ahí dando vueltas muchos años
y me quedaba esa sensación de que no iba a poder realizarlo
nunca. La ocasión se presentó y tuve que hacer
una especie de guión coreográfico para ordenar
las escenas.
Efectivamente, no quería utilizar cosas muy evidentes
de Carmen, no quería contar su vida, no quería
ahondar en lo ya fácilmente conocido. Entonces me dejé
llevar por imágenes que yo tenía en mi memoria,
impresiones que a mí me ha causado ese ser irrepetible,
esa persona tan magnífica, con tanta energía,
con tanto vigor, con tanto talento natural, nada sofisticado.
Y eso me llevó a descentralizarlo, por decirlo de algún
modo. Era una persona con tanta fuerza y con tanto poderío
que pensaba que si esa responsabilidad caía sobre una
sola persona podía ser algo que jugara en contra, más
que a favor, de la historia.
Entonces ideé esta solución que ha servido
para hacer un trabajo coreográfico que tiene un valor
y una gran dificultad: dualizar el personaje, crear el personaje
físico, lo carnal, y el personaje espiritual, el recuerdo,
lo que siempre queda, la espiritualidad, el arte. El cuerpo
puede desaparecer, pero no desaparece su obra o su valía
en el recuerdo de todos lo mortales. Al tener este guión
creado de una forma sencilla (porque los guiones para ballet
deben ser bastante simples para poder ser entendidos cuando
se plasman) hablé con José Antonio Rodríguez
y le propuse este trabajo, que le apeteció en seguida.
Y tuve el orgullo de que lo aceptara. Ha hecho una obra bellísima,
totalmente flamenca, sin alardes, pero de un sentimiento total.
En la obra también hay dos incursiones, que son la
rondeña y las alegrías, que están creadas
por Juan Requena, otro guitarrista. Cuando se estrenó,
la música iba en playback menos esos dos momentos eran
en directo. Hay una adaptación de Marinelli de “El
embrujo del fandango”, que suena como a gramola antigua,
que es como el eco del recuerdo. Y en esta ocasión
es mucho más para celebrarlo, porque en el Teatro de
la Zarzuela contamos con toda la música en directo.
Toca José Antonio Rodríguez con todo su grupo,
entre los que se encuentra Rafael de Utrera.
En cuanto a los personajes principales, todo el peso lo lleva
Ursula López en el papel de Carmen Amaya mujer y, en
el papel de Carmen Amaya inmortal, Elena Algado, así
como Miguel Ángel Corbacho interpreta la “soleá
de los tres varones” con Pol Vaquero y Francisco Velasco.
Las personas principales de esta obra son las que yo he invitado
y que están como bailarines principales del Ballet
Nacional en este momento.
“Se están repitiendo
cosas que ya han sucedido con anterioridad y no están
mejoradas, sino simplemente maquilladas”
El segundo programa del Ballet
Nacional en el Teatro de la Zarzuela es “El loco”,
que ya se estrenó en el Teatro Real.
Sí,
está basado en la vida de Félix Fernández
que era sevillano y que los ballets rusos de Diaghilev se
lo llevaron a Londres para crear “El sombrero de tres
picos”, para inspirarse en lo pasos, en la forma de
bailar y crear el primer trabajo digamos importante que se
hizo sobre el baile español. Ahí estaba reunido
Falla (su inspiración fundamental para esta obra) y
Pablo Picasso. Era un personaje desarraigado que lo utilizan
y que pierde la razón. Después de muchos años
muere en un manicomio en Gran Bretaña.
La idea que ha hecho todo el libreto es de Francisco López.
La música es de Mauricio Sotelo, que recoge pasajes
de “El sombrero de tres picos” de Falla, y Javier
Latorre tiene la autoría coreográfica de la
obra. Es un trabajo realmente bello, de una factura extraordinaria.
Tiene un vestuario y un decorado de Jesús Ruiz bellísimo
y la luz de Nicolás Fischtel. El segundo programa es
exclusivamente esta obra, “El loco”.
¿Qué aporta José
Antonio a “El loco”? ¿De qué manera
dejas tu huella?
He facilitado y he trabajado para que pueda realizarse y
culminarse todo conforme estaba diseñado en un principio
y según las necesidades de los creadores. Este era
un encargo de la anterior directora, Elvira Andrés,
que al llegarme la responsabilidad en unas fechas en las que
todavía no se había terminado la obra, yo la
llevé a delante. Ahí también hay parte
de mí en el sentido de que he respetado a los autores,
les he dado la facilidad para la obra que se represente en
el nivel que se requiere, y luego se da la coincidencia de
que ese es un personaje que yo había interpretado hace
veintiún años con Carla Fracci en televisión
en Suiza, en un programa que se llamaba “Bailarinas”.
Curiosamente vuelvo al Ballet Nacional con ese personaje que,
por supuesto, no lo interpreto yo, sino Cristian Lozano. Y
la figura del director tiene que estar para apoyar las cosas
que tienen un valor.
“Me gusta ser el maestro
aprendiz”
Tu relación con el Ballet
Nacional es una historia de ida y vuelta. Has desempeñado
todo lo desempeñable en esta institución: debe
ser como tu casa.
Estuve en la etapa fundacional, o sea, estuve con Gades cuando
se puso en marcha. Al llegar María de Ávila,
me llama y vuelvo como bailarín estrella y como coreógrafo.
Después vino la etapa como adjunto al director y después
me nombraron director, que ha sido la etapa más larga
que ha habido en la historia del Ballet. He estado seis años
dirigiendo. Me fui por voluntad propia. Hice mi Compañía
. Luego he estado siete años en Andalucía dirigiendo
en Centro Andaluz de Danza y la Compañía Andaluza.
Y la sorpresa es que me viene la petición de parte
de la ministra de hacerme responsable nuevamente del Ballet
Nacional, cosa que me alegra porque habían pasado ya
doce años y mi visión y mi criterio han ido
creciendo y, sobre todo, dando otras pautas de cómo
quiero ahora llevar la Compañía, qué
objetivos tiene que tener y qué premisa es la fundamental
para que este sea el Ballet Nacional que deseamos e idealizamos.
Has hablado de los objetivos de la
compañía. Hay quien reclama para el Ballet Nacional
a las grandes figuras, a los grandes nombres del baile español…
Hay también quien defiende que el Ballet Nacional sea
la mejor escuela para que precisamente, se forjen las grandes
figuras… ¿Cuál es la apuesta de José
Antonio?
Bueno, está ahí el ejemplo. Creo que es importante
tener invitados siempre que se precise, porque eso le da prestigio
al Ballet y enriquece también a los artistas. Eso ya
lo oía en mi anterior etapa: que si no había
figuras, etc. A mí me preocupaba más hacer las
figuras desde dentro. La prueba está en que las figuras
de hoy en día son la mayoría de la gente que
salió de esa etapa. Por tanto, hay que saber canalizar
y potenciar a gente que a lo mejor hoy en día no es
conocida pero que puede hacer una carrera importante en el
futuro. Y tienes que apostar por esa gente.
“A mí me preocupa
más hacer las figuras desde dentro”
Fuera de España, el Ballet
Nacional está considerado como una institución
de mucho prestigio y no para de cosechar éxitos…
pero da la sensación de que aquí, en general,
no se aprecia suficientemente la importancia que tiene esta
institución en nuestro propio país… e incluso
a veces se le trata peor.
Yo creo que ha habido de todo en diferentes etapas. Indudablemente
uno no puede entrar en guerras de criterios. Lo que un director
tiene que tener es un criterio, que gustará a unos
y a otros no. Pero lo que nunca voy a traicionar es mi sentido
de la responsabilidad. Por supuesto que es una compañía
pública y que tengo que rendir de alguna manera cuentas
o explicaciones a todos los contribuyentes. Pero si yo estoy
es porque me avala mi carrera, mi prestigio y mi forma de
hacer las cosas. Por tanto, no voy a trabajar en el sentido
que trabajaría otra persona: trabajo en el sentido
que creo que debo trabajar yo, en el que puedo enriquecer
y aportar cosas. No me pesa mucho. Quizá en la otra
etapa me pesaba más esa sensación de que había
que llegar a mucho público, que todo el mundo debería
valorar lo que se valoraba en el extranjero: fue la primera
Compañía que estrenó en el Metropolitan
de Nueva York… Se hicieron muchas cosas importantes
y que aquí se valoraban a medias. Yo intento que España
también se sienta orgullosa de este Ballet Nacional,
pero no podemos quedarnos ni aquí sólo ni estar
siempre en el extranjero. Hay que ganarse al público,
pero con el trabajo que se hace. Hubo una época muy
brillante y ¿por qué no se puede repetir e inclusive
mejorar, no?
Llevas prácticamente un año
¿qué tal estás de ilusión?
Pletórico. Tengo mucha ilusión. No hago las
cosas si no me ilusionan y este es un trabajo en el que todavía
tienes que incidir y tener todavía más, porque
no solamente es un trabajo, sino que es una vocación
y, por lo tanto, tienes que tener un equilibrio entre lo profesional
y lo que idealizas. Tienes que tener mucha capacidad de trabajo
-cosa que tengo- y algunos conocimientos, que pienso que también
tengo. Así que estoy lleno de ilusión y, sobre
todo, quiero que esto sea un trabajo compartido, un esfuerzo
que lo llevamos todos para adelante, porque cualquier persona
que forme parte del Ballet Nacional tiene una parte importante
para mí en esta Compañía.
“Quiero que esto sea un trabajo
compartido”
Seguro que no hay nadie en este país
que no haya ido al cine… sin embargo no podemos decir
lo mismo del teatro, por ejemplo, y muchísimo menos
del mundo de la danza… ¿Falta en España
cultura de la danza?
Si. Hace unos años había más aficionados.
Hoy hay unos pocos seguidores que van a ver a determinadas
figuras, pero no hay una gran afición. Por otro lado,
hay un momento importante: hay más gente que está
estudiando baile y danza, hay más hombres que hace
unos años, que veías las escuelas sin bailarines…
Pero hay una falta de apoyo desde las instituciones para crear
afición desde pequeñitos a los niños
en las escuelas. Y luego quizá los artistas nos hemos
quedado también en nuestra burbuja de cristal pensando
que debemos tener un público obediente y que nos tienen
que venir a ver, así que tampoco hay intentos de acercamiento.
Si el público no viene por un lado, nosotros deberíamos
hacer esfuerzos para captar a esos seguidores que siempre
son los que van a acudir a nuestros espectáculos. Los
seguidores son muy puntuales y muy ocasionales, pero esos
no son los que en verdad mantienen la carrera de los artistas.
El verdadero aficionado es el que está informado de
todo lo que se va haciendo. En cambio, el seguidor sólo
sigue una parte determinada de la profesión.
¿El baile actual está demasiado
sujeto a las modas?
Pienso no se puede decir que el avance tecnológico
sea una rémora o algo negativo, pero lo que sí
está comprobado históricamente es que hay descubrimientos
maravillosos y una manipulación del ser humano, y con
esto pasa exactamente igual. Un arte vivo tiene que estar
en constante evolución, absorbiendo y nutriéndose
de su entorno y de otras culturas, intentando no desarraigarse,
intentando tener su personalidad, pero no sólo como
un motivo para demostrar lo moderno, lo avanzado o lo ingenioso
que uno es. Se ve que constantemente se están repitiendo
cosas que ya han sucedido con anterioridad y no están
mejoradas, sino simplemente maquilladas. Entonces habría
que dejar al margen tanta variedad y ponernos a trabajar de
una manera más honesta.
Creo que nada debe inmovilizarse, porque entonces moriríamos
por inanición y el arte no se podría mantener
nada más que como una pieza de arqueológica
de museo que sólo se ve cuando uno se acerca a ese
espacio: muy bello, pero un objeto muerto. Así que
se debe estar abierto. Pero claro, para evolucionar tienes
que tener unos buenos cimientos, una buena base cultural,
saber de dónde vienes, saber la referencia genealógica
de tu cultura. Puedes hacer algo novedoso, pero es por pura
intuición y porque puede ocurrir una vez, pero no va
a ocurrir más. Por tanto, no hay que basarse en la
Providencia para que ocurran cosas: hay que basarse en el
esfuerzo y en el reconocimiento.
Algunos de tus discípulos
afirman que ya sin Gades entre nosotros, José Antonio
es el último maestro
Espero que no sea así, que no sea el último.
Gades renunciaba a definirse como maestro, pero yo creo que
era una humildad exacerbada la que tenía o un sentido
demasiado riguroso de él mismo: él fue un maestro.
Y yo, en otra dimensión, en otra medida, reconozco
que también soy un maestro, porque me han dado mucho
los maestros con los que he tenido la oportunidad de aprender
y los artistas con los que he trabajado. Pero me gusta ser
el maestro aprendiz, el maestro que todavía se está
nutriendo de cosas y sobre todo, aprendo mucho de las personas
que yo enseño. Es una experiencia extraordinaria. Hago
una coreografía con unas personas por primera vez y
me descubren muchas cosas, me hacen que aprenda, me enseñan…
A lo mejor ellos no son conscientes de ello, pero yo sí
lo soy y lo valoro.
Por eso asumo esa responsabilidad pero como moneda de cambio:
me encanta poder transmitir lo poco o lo mucho que yo sepa,
pero me encanta aprender. Cuando se aprende de la espontaneidad,
de la persona que no es consciente de que está enseñando,
es algo muy fresco que me impacta… En fin, que espero
que no sea el último maestro. Espero que haya muchos
y muy buenos. De hecho, hay personas con mucho talento, y
a lo mejor con más talento que yo, pero también
es verdad que, por mi parte, ha habido una dedicación
y una entrega durante toda mi vida, y eso de alguna manera
se identifica como “maestro”, palabra que yo respeto
demasiado.
Fotos: balletnacional.mcu.es
Teatro de la Zarzuela (Madrid)
Del
22 al 30 de abril: 'Aires de Villa y Corte' (recreación
de la escuela bolera española) y 'La leyenda' (homenaje
de José Antonio a Carmen Amaya).
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