«Queremos
conservar el pasado y el pasado nos conserva a nosotros»
«El pequeño reloj» es un reflejo del paso
del tiempo en el flamenco, fundamentalmente a través de la
guitarra, desde la de los clásicos como Ramón Montoya, Sabicas
o Manolo de Huelva, hasta la de Pepe Habichuela, Tomatito
y Niño Josele. Gracias a los avances del tiempo se recuperan
grabaciones del pasado, pero no faltan los sonidos de hoy
como los arreglos del músico electrónico Carlos Jean en el
último tema. Es la siempre particular forma de medir el flamenco
de Enrique Morente, que no podía dejar a un lado que su nuevo
trabajo se estuviera grabando en tiempos de guerra. En cada
minuto, en cada segundo del disco, en la rondeña, las alegrías,
la caña, la policaña, los tientos o el bolero está patente
la continúa inquietud artística del cantaor granadino, que
deja bien claro que la evolución tiene que partir del respeto
y el amor a los valores tradicionales. Tómese su tiempo y
eche un vistazo al «pequeño reloj». El nuevo disco de Enrique
Mórente.
En su nuevo disco «El pequeño
reloj» ha querido dejar constancia del paso del tiempo
desde Sabicas, Tomatito, Pepe Habichuela, Niño Josele…
– Sí, he cogido la idea del sentido del tiempo dentro
de la guitarra, del mundo del acompañamiento en años.
De los maestros de los años treinta del siglo antepasado
como Ramón Montoya, la rondeña que graba en
París en tiempos de la guerra. Ese camino hasta Carlos
Jean, esa ha sido la idea del disco.
¿Quería dejar claras
las diferencias al poner seguidas una soleá tocada
por Manolo de Huelva, una por Niño Josele, las alegrías
de Sabicas y las interpretadas por Pepe Habichuela?
– Sí, está hecho para que se vieran las diferentes
expresiones. Para que se vea que nos creemos que estamos haciendo
lo mismo y no. Estamos muchas veces queriendo conservar el
pasado y el pasado nos conserva a nosotros.
¿Los clásicos siguen
siendo su mayor inspiración?
– Siempre, deben ser un espejo, los grandes clásicos,
los que han hecho un gran trabajo, deben servir de inspiración.
«Hay que romper, pero amando
lo que han hecho otros»
¿Qué otras cosas
le inspiran?
– Pues las manillas del reloj, el reloj lo lleva todo el mundo
aquí (señala la muñeca) y mientras estamos
aquí en el bar van avanzando las manillas y está
pasando allí al lado una historia fantástica
de amor o un atentado o se está cometiendo un atropello
o se está celebrando un juicio. Van pasando, van avanzando
las manillas.
La improvisación tiene mucho
peso o más la meditación y el trabajo.
– Tienen más importancia la meditación y el
trabajo. La improvisación debe ser un mínimo.
Hablábamos de la inspiración
de los clásicos ¿Cree que ahora las nuevas generaciones
cuidan esa fuente o se abandona un poco?
– Algunas veces se abandona. Hay por ahí una idea de
abandonar al padre, ¡que es horrorosa!, suena fatal.
A mi un día un amigo de Alicante, el Micola, me llamó
y me dijo «oye, Enrique tienes que venirte para acá
a comer un arroz que le voy a hacer, porque tenemos que hablar,
porque estoy aquí que hay que matar al padre»
y yo «¿cómo? ¿cómo?»
y él «sí, sí, Enrique, no me jodas,
que estoy aquí y hay que matar al padre» y le
dije «Micola ¿no te importaría esperarte
dos o tres años que tengo aquí al niño
pequeño?, primero vamos a elegir el medio y la forma
de ejecución» (riéndose). Bueno, esto es
tomándoselo a broma. Hay que romper, pero amando lo
que han hecho otros.
«Hay
por ahí una idea de abandonar al padre,
¡que es horrorosa!, suena fatal»
Hay
bastante de lo que podríamos llamar flamenco social
en el disco.
– Sí, está hecho en un tiempo de guerra, durante
el «No a la guerra». Después fue un sí
a la guerra y es una protesta por el desobedecimiento de los
políticos al pueblo. Todo eso fue por las fechas de
grabación del disco y no podía quedarse sin
tener nada que ver con lo que pasaba en ese momento.
Además el flamenco es un
medio para llorar las penas.
– Pero las penas las llora el flamenco con mucha alegría,
con mucha gracia. Estás cantando unas sevillanas de
lo más alegres y las letras pueden ser un drama total,
pero debe servir también para denunciar cualquier injusticia.
En cuanto a la poesía, Lorca
es uno de los poetas preferidos de los flamencos, usted ha
cantado muchos versos de él, pero también de
otros poetas y en esta ocasión ha escogido, Becquer,
Quevedo… ¿Cualquier poeta pega para el flamenco?
– A mi me gustan todos los que sean buenos y lo mismo me da
que sea antiguo, que moderno, casi me hace mucha más
gracia que sea supermoderno, porque se rompe con las métricas
y los moldes. Yo hice una vez con Israel Galván una
cosa de Kafka, una metamorfosis, no hay prejuicios. Ahí
no hay problema.
Foto: Rafael Manjavacas
«El flamenco debe servir
también para denunciar cualquier injusticia»
Y en cuanto a los ritmos…
– Menos, menos, los ritmos son universales y deben ser amigos
todos, unos de otros. La rumba, la seguiriya, la soleá…y
en una subdivisión, en un momento dado todos son iguales.
También da mucha importancia
a los sonidos cubanos en sus últimos trabajos.
– ¡Uy! eso lo ha tenido de toda la vida el flamenco,
eso de toda la vida, porque estaban los barcos en Cádiz
que se iban para Cuba, algunos venían y otros se quedaban
allí. Siempre lo ha tenido.
Este disco es un homenaje a la
guitarra. Muchos guitarristas dicen que son cantaores frustrados
¿a usted le pasa a la inversa?
– Sí, me pasa mucho. Yo tengo una colección
de guitarras en mi casa y me desanimo mucho, porque la cojo
para estudiar y veo que mi corazón va más allá
que las manos.
«Las etiquetas
siempre son molestas,
pero como dicen de uno, de todo,
en algunas cosas tienen que acertar»
Ha comentado que Paco de Lucia
le ha ayudado en la grabación de Ramón Montoya.
¿Por qué nunca han hecho nada juntos?
– Paco estaba en este momento en México, él
estaba grabando su trabajo y paso por el estudio y esto fue
lo que paso, una visita que nos hizo, pero en ese momento
estaba trabajando en su disco. No podemos hacer el propio
árbol de pascua de uno y el de los demás.
¿Pero para muchos es curioso
que nunca hayan trabajado juntos?
– El siempre está en el extranjero y yo siempre estoy
en los pueblos.
Pero si se ha recorrido medio mundo…
(ríe) ¿Qué no se ha terciado?
– Que no se ha terciado, pero somos grandes amigos.
Le tachan de revolucionario, innovador
¿pesa mucho eso a la hora de hacer un nuevo trabajo?
– Las etiquetas siempre son molestas, pero como dicen de uno,
de todo, en algunas cosas tienen que acertar.
«Los ritmos
son universales y deben ser amigos todos,
unos de otros»
Hay a quienes les puede crear alguna
presión.
– No, yo ya la verdad que cuando tomo una decisión
de una historia la hago.
Pero se lo ha pensado mucho a la
hora de grabar un nuevo disco, cinco años tras el último.
– Hice una recreación de un disco de Lorca que yo tenía.
Después ha ido pasando un poco el tiempo y me he ocupado
de hacer dos discos a Estrella Morente. En ese momento me
preocupaba más su carrera que la mía, es decir
la suya ha sido la mía. Por lo tanto esos dos discos
que yo le he producido, han sido mis dos discos también.
Discográficamente no he estado parado, aunque lo haya
parecido y he hecho otras cosas, he hecho mis conciertos y
he estado trabajando de todas formas.
Que un disco sea comercial ¿es
para usted positivo o negativo para este arte?
– El ser comercial no es nada malo, estamos dentro de la industria
del sistema capitalista, hay que vender, los productos se
hacen para que se vendan, no para que no se vendan. Que somos
más honrados, más simpáticos y más
buenos porque no se vendan, pues no. Lo que sucede es que
se sobreentiende muchas veces o se liga lo comercialón
y lo comercial al mal trabajo y no, no. Lo maravilloso es
que se vendan las cosas.
El tiempo me ayuda
y me mantiene y eso ya es de agradecer
Ha recibido antaño muchas
críticas por su estilo y ahora lo halagan ¿cree
que el tiempo le ha dado la razón?
-Bueno, al menos el tiempo me ha ayudado. El tiempo me ayuda
y me mantiene y eso ya es de agradecer.