En la historia flamenca
de Granada brilla el apellido Maya en la persona
del mítico Juan Maya “Marote”,
guitarrista que transformó el panorama
del toque en los años sesenta con un toque
personal y flamenquísimo. En una entrevista
con Marote poco antes de su desaparición
le pregunté por guitarristas destacables
de Granada en la actualidad. Nombró tan
sólo a uno, a Emilio Maya, con el que no
comparte vínculos familiares a pesar del
apellido.
Emilio Maya nace en el pueblo granadino de Molvízar,
entre Motril y Almuñécar, en el
seno de una familia gitana dedicada a la venta
ambulante. A la edad de 8 años empieza
a hacer sus pinitos con la guitarra, ganando a
los 12 su primer concurso en Lanjarón donde
era el concursante más joven. En su larga
trayectoria, además de actuar en los más
destacados tablaos y peñas flamencas del
país, ha acompañado el cante de
Enrique Morente, Marina Heredia o Estrella Morente,
y el baile de Antonio Canales, Carmen Ledesma,
Juan Andrés Maya, Juan de Juan y Carmen
Montoya entre muchos otros.
Tampoco han faltado las colaboraciones con músicos
de otras disciplinas como Jorge Pardo, Rubém
Dantas, Frank Holder o la Orquesta Andalusí
de Tanger, influencias importantes que han enriquecido
el músico sin alterar la innata flamenquería
que conforma su personalidad artística.
Tras la edición de “Temple”
su primer CD en solitario, el equipo de Deflamenco
se ha desplazado a Granada para entrevistar a
Emilio Maya en los estudios de Andalamúsica,
en el Albayzín, donde se realizó
la grabación:
Emilio, ¿cómo
era tu juventud, dónde aprendiste el flamenco?
De mis primos, de mi familia, todas mis hermanas
cantan, muy bien, muy flamencas, cosas de la Marelu,
de Amina, esos cantes que ya no se hacen…yo
he aprendido con ellas, acompañando. Hay
muchos flamenquitos en Motril, donde estemos los
gitanos llevamos el flamenco [se ríe],
porque es nuestra forma de expresarnos, de comunicarnos
con el mundo. Hemos pasado muchas fatigas porque
yo tenía doce hermanos…me buscaba la
vida vendiendo colonias a granel de puerta en
puerta, y pastillitas de jabón. Yo pa’
mí el plátano era un sueño…muchas
veces mi madre me recuerda esta anécdota
de cuando era muy pequeño, que una vez
mi padre había bebido demasiado y le dio
una ‘feresía’ de esas que se
quedó en el sofá con un sueño
bobo, y le susurré a mi madre “¡mamá
mamá!, ahora que se ha muerto papá
¿porqué no le quitamos pa’
plátanos?”, ¡mi madre todavía
me lo recuerda! Por eso ahora dices tú,
que por qué toco…yo tocaba porque no
tenía más remedio pa’ buscarme
la vida. Ahora mi familia está muy bien,
el peor de todos soy yo [risas].
“En Granada
hay una cantera de gente que estamos empujando
muy fuerte”
¿Llevas muchos
años viviendo en Granada?
Ocho años llevo yo viviendo en Granada
capital, soy de la costa de la provincia…soy
tropical [risas]. Me vine aquí porque mi
novia, la bailaora Ana Calí, estaba estudiando
derecho aquí…interviene en el disco por
cierto, hace el zapateado, una cosa muy bonita,
porque mi idea era de recuperar lo antiguo, esos
discos que hacía Carmen Amaya o Gades,
eso ya no se hace, ya sabes, ahora hay que recuperar
lo antiguo, que si no, se va. Entonces tenía
a mi amigo Juan Santos que habia abierto Eshavira
[un lugar de reunión de los flamencos granadinos],
vi el ambiente que había y me gustó.
Luego he estado siete años viviendo en
Sevilla, fue Quique Paredes que me metió
en el tablao El Arenal…me había visto
tocando en Nerja y me dijo “chiquillo ¿qué
haces tú tocando aquí?..vente pa’
Sevilla conmigo”. Esto fue a partir del
’84 cuando estaba Carmen Montoya, Lalo Tejada,
Carmen Ledesma, la familia Fernández al
completo, Ana María Bueno…figuras todos.
Después de eso me fui a Londres tres años
para ver qué podía aprender por
allí de la música. Volví
a Granada por el ’93 y el maestro Enrique
Morente fue el primero que me llamó. Con
su hija Estrella he grabado, en el segundo disco,
y después con mucha gente más, con
Marina Heredia, con Chonchi Heredia, con Canales…
¿Qué
opinas del lugar que ocupa Granada en el panorama
flamenco actual?
Antes no se tenía mucho en cuenta, pero
ahora hay una cantera de gente que estamos empujando
muy fuerte, igual que en Sevilla o Cádiz
o donde sea…antes sólo era el maestro
Enrique, el maestro Habichuela… Marote estaba
muchos años en Madrid y muchas ganas que
he tenido yo… Esa oportunidad de estar con él…en
sus últimos tiempos de vida, gracias a
Dios, llegué a conocerlo personalmente
y tratarlo. Pero a lo que iba, hoy en día
la gente se está dando cuenta de que aquí
en Granada hay flamenco bueno. No obstante, aquí
trabaja más gente de fuera que de Granada,
y eso da mucha vida también…les damos
su sitio y los sabemos valorar, y también
aprenden ellos un poquito.
¿Cómo
ves el estado del flamenco ahora mismo?
Muy bueno, yo pienso que el flamenco está
siempre en buen momento porque se está
enriqueciendo…no podemos estar siempre escuchando
lo mismo, bueno, tenemos el archivo allí
del flamenco puro pa’ escucharlo y aprender
cada día más, pero no podemos encerrarnos
allí. Yo soy flamenquito y tengo 42 años
cumplidos, pero yo conozco lo antiguo, y también
sé por donde está funcionando el
flamenco ahora, los caminos que está tomando,
y son muy buenos, porque está cogiendo
una cultura inmensa de una música muy buena
que lo está enriqueciendo, no empobreciendo.
Hay que mirar todo el producto que se ha hecho,
más bueno o más malo, todo eso ha
influído y ha dado apertura a que ahora
el flamenco llega a cualquier parte del mundo,
eso no lo han conseguido los antiguos, lo hemos
conseguido la generación esta…los maestros
están allí en los archivos y hemos
aprendido de ellos.
¿Ensayas muchas
horas?
Las que puedo, unos días más, otros
días menos…
“El flamenco
está cogiendo una cultura inmensa de una
música muy buena que lo está enriqueciendo,
no empobreciendo”
¿Quién
te ha inspirado?
Yo siempre he admirado muchísimo a Paco
de Lucía, luego voy cogiendo aires de Cádiz,
Jerez, Sevilla, como soy yo, mi persona. Me gusta
Tomate, Sanlúcar, Vicente Amigo, Gerardo…y
de los antiguos, Ricardo, Sabicas, hay que mirar
para atrás. Pero Paco ha sido el motivo
de que yo toque la guitarra….yo recuerdo de
chico, cuando salió el disco de Entre dos
Aguas…chiquitito, me lo compré tres veces
porque lo rayé de tanto escucharlo, y mi
madre no veas, “¡niño, na’
más con el disco de la guitarra!”…y
yo venga, y venga… Paco siempre ha sido mi espejo.
También recuerdo con seis o siete años,
todos los días a la una de la tarde, cuando
mi madre se ponía a hacer la comida, yo
sabía que había flamenco con los
radios de los botones gordos…no se escuchaba
a Camarón por la radio todavía así
que escuchaba a los viejos cantaores, y a Ricardo,
a Melchor… Pero no prestaba la atención
como cuando salía Paco…ya me cambió
el sentido de la música…y ahora le dan
el premio ese. Se lo tenían que haber dado
a Camarón también pobrecito, porque
son los que más han tenido la culpa de
que el flamenco está donde está
hoy…Camarón tenía eso, antiguo
y moderno a la vez, y para los jóvenes
hoy en día, es un viejo maestro.
Siendo granadino ¿te
sientes más a gusto por tangos y rumbas?
Yo me siento a gusto con cosas buenas…una rumba,
bueno, es otra cosa. Yo me siento bien por taranto,
soleá, siguiriya…allí me duele
ya, allí me tengo que rebuscar, hay que
buscar lo bueno, el peso de un rasgueado a tiempo…
En el disco hay minera, rondeña, alegrías,
tangos, rumba, bulerías y zapateado. Yo
no hago pop ni cosas raras, yo hago el flamenco.
Cuando una cosa no me gusta, o si me veo un poco
ridículo, me aparto…sólo quiero
mi guitarrita y hacer lo que yo sé hacer,
que es tocar.
¿Cuánto
tiempo llevas preparando este repertorio que has
grabado?
Años. Hay temas allí de hace ocho
o nueve años, cosas que iba haciendo en
directo en varios sitios, y ahora las he actualizado…pero
todo es trabajo mío, muchos años
me ha costado, para que cada tema tenga una identidad
y una historia, eso no se hace en un día.
El
zapateado que tocas tiene un ritmo poco común.
Claro, en el zapateado siempre tienes los dos
ritmos, el tres por cuatro y el cuatro por cuatro,
entonces hay momentos en que parece que va por
tangos, y otros que suena a bulerías, y
lo toco en el tono flamenco, por arriba…sólo
al final, le doy el tono de zapateado de toda
la vida. Este zapateado lo vamos a hacer Ana y
yo en Londres el mes que viene en el Festival
de la Guitarra, lo vamos a estrenar en directo…luego
a Melilla, La Unión…
El tema “Eshavira”
¿tiene alguna historia?
Allí incorporamos el chelo, de una vasca
que vive aquí en Granada, Arantxa Hernáiz…es
una rondeña que he trabajado muchísimo,
sin olvidarnos del maestro Montoya. Yo intento
poner allí lo que he vivido en Granada,
muchas veces he ido a estudiar al monasterio,
eso me inspiraba a crear…ha salido una cosa
con cariño creo.
Luego hay unas alegrías…como yo soy de
la costa, pues viene de vez en cuando el salitre
que yo olía de chiquitito, de los barcos,
ese olor se me ha quedado a mí, por eso
se llama ‘Salitre’. Hay muchos aires
mezclados, sopla el viento de levante…
La bulería suena
a Jerez puro puro…
Claro, los cantaores, hay uno que canta por Borrico,
otro por el Zambo…mi idea era eso, de hacer
una fiesta como si estuviéramos en Jerez,
pero con nuestro aire de aquí de Granada…hay
aires de Lebrija, de Morón, de Jerez, de
Graná, lo que tú quieras buscar.
Lo organizamos muy bien una noche, con un arte…la
botellita whiskey, las aceitunitas, el jamoncito,
y estuvimos tan a gusto, allí se ha quedado
la grabación…el único tema del
disco que no se ha preparado, se hizo y punto.
Allí no cantas
tú…
[Se ríe] No…hay algunas tomas donde canto
yo, pero no me ha gustado nada…fue mi idea de
meter alguna letra, pero bueno, la próxima.
¿Existe un sello
granadino por bulerías?
Hombre, existe la bulería “corría”
como dicen aquí en Granada, una bulería
muy rápida con mucho jaleo, para baile,
como se hacen en las cuevas de aquí.
“Hoy en
día hay muy buena técnica, increíble,
se comen la guitarra, pero no hay peso, no hay
definición”
¿Tienes afición
al cante?
De toda la vida. Me gusta más cantar que
tocar…como todos los guitarristas, soy cantaor
frustrado [risas]. Pero sí, el cante me
gusta con locura.
¿Qué te
trae el futuro inmediato?
Mi alegría sería de ir con mi grupo
del disco, como solista, pero el mercado es muy
difícil, y como además de tocar
solo, acompaño al cante y al baile, siempre
estoy haciendo cositas, un buen guitarrista tiene
que saber tocar para todo en el flamenco. Hoy
falta eso en los guitarristas jóvenes…hay
muy buena técnica, increible, se comen
la guitarra, pero no hay peso, no hay definición.
Un guitarrista, cuando ya coge la conexión
con la guitarra, y te rebuscas tú, entonces
dices, ahora es cuando ya están la guitarra
y él como uno solo. A veces la guitarra
puede contigo, porque te falla el picao, te falla
esto y lo otro…lo bueno es que toques la guitarra
y está a tú disposición,
te da el aire y disfrutas, he llegado a ese punto
y me alegro de haberlo conseguido. Los años
te curan, se trata de madurar, como los buenos
jamones de bellota, y los hueles y “ay,
qué rico” [risas].
¿Te
gusta acompañar, o prefieres tocar solo?
Me gusta mucho acompañar, cuando es con
una persona que yo me siento bien, sí,
pero no hay que sufrir, y yo disfruto lo mismo
tocando solo que acompañando. Además,
para ser un buen concertista, tienes que haber
tocadao a 30.000 cantaores. Ahora voy a empezar
a trabajar con Rafaelito de Utrera, una gira que
hay para Estados Unidos a partir del 6 de septiembre,
y con el bailaor Rafael del Carmen. En noviembre
voy a Japón, luego Bélgica… Desde
los ocho años que llevo, por fin me está
llegando la cosa a un nivel más decente…el
que siembra recoge.