Entrevista: Silvia Cruz
Fotos: Rafael Manjavacas
El artista habla de su primer disco, «Un romance con el cante» y recuerda a su padre, Canela de San Roque, fallecido en agosto.
“Soy muy fiel al flamenco que he escuchado”
Pocos artistas esperan a acumular más de veinte años de trayectoria para grabar un disco. A no ser, claro, que el artista sea flamenco. En este género es normal que un cantaor se espere a tener poso, asiento o fuste para crear un documento que recoja lo que sabe hacer hasta ese momento. José Canela no es una excepción y es posible que a ratos incluso piense que “Un romance con el cante” (La Drogueria Music, 2015) ha llegado un poco pronto. “Mucha gente me animó a hacerlo. Aficionados, mi padre, expertos como Luis Soler. Y pensé que era el momento de mostrar lo que he aprendido hasta ahora”, explica este hombre de 38 años que debutó con once pero aún dice de sí mismo que está empezando.
José vive en Algeciras pero está en tránsito. No hace ni tres meses que falleció su padre, Canela de San Roque, y ha decidido volver a su tierra. “En San Roque descansa mi padre. Está siendo un momento complicado y creo que me sentará bien estar allí.” Al otro lado del teléfono habla calmado y con cierta tristeza. “Desde su fallecimiento me siento con más responsabilidad y sé que tengo que estar muy centrado en cada paso que dé porque va a ser doblemente complicado ahora que mi padre falta. Él representó a una de las casas más importantes del flamenco nacional y del campo de Gibraltar.”
El peso de una comarca
El campo de Gibraltar es la comarca, sí, de Paco de Lucía, pero también de otros grandes con menos relumbrón mediático. A saber: tierra de Antonio de San Roque, Perico Montoya, Jarrito, Pansequito y los propios Canelos, de donde viene José. Es la tierra de un cante intenso y de raíz que por alguna razón, no ha tenido la repercusión de otros enclaves como Jerez o Lebrija. Fue tierra de contrabando y de pescadores, mezcla sabrosa en la que cuajó el arte flamenco. José es heredero de todo eso pero es joven y vive en el mundo. “Vengo de una estirpe con mucho arraigo flamenco pero yo necesito aportar algo propio. Me siento artista y eso supone que tengo el deber de enriquecer este arte.” La forma que tiene de hacerlo, dice, es pasando lo que ya conoce por su propio filtro. “Por el emocional y por el físico, adaptando lo que canto a lo que siento y también a los colores de mi voz.”
¿Y en qué cortes de este disco se aprecia el color Canela? “En la bulería por soleá con la que arranca el disco pero también en los fandangos. También con la bulería me siento satisfecho porque es difícil pero la domino. Y con los tangos, con letra de Manuel Molina, también me siento muy a gusto.” Nombra cuatro de los ocho temas que incluye su primer trabajo discográfico y aprovecha para destacar a los tres guitarristas de los que se acompaña. Miguel Salado, Manuel Valencia y Manuel Jero, un trío de sonantas jóvenes y expertas que acompañan a un cantaor que también es guitarrista. José cita también la aportación por siguiriya en la toná que ha hecho Antonio García, de Écija, al que elogia sin racanería. “Yo aprecio el trabajo de mis compañeros porque a mi la guitarra me ha ayudado mucho a acompañarme, a entender mi cante, a aprender”, dice el hijo de una tierra que alumbró guitarras como la de Antonio Sánchez Pecino, padre de los De Lucía, pero también la del admirado Juan Mesa.
“Flamenco de verdad”
Charlando con José, una frase se alza con fuerza en medio de su discurso tranquilo, nada altisonante. “Flamenco de verdad”, ha dicho en un momento y es obligado preguntarle cuál es el de mentira. “Es ese que aparece cuando alguien dice que canta por soleá pero lo que canta no se parece a ninguno de los cincuenta tipos de soleá que existen.” Lo dice sin soberbia pero con contundencia, como cuando afirma que “el flamenco tiene una madre, el flamenco clásico, y a ésa hay que defenderla.” Los cantaores que enumera cuando se le pregunta por sus gustos actuales dejan clara su escuela y sus preferencias: su primo Antonio Reyes, Pedro el Granaíno, Jesús Méndez y Rancapino chico. Pero no sólo se alimenta de flamenco y en medio de la charla aparece Elvis Presley. “No es que me guste, es que soy fan. Tiene una forma de transmitir y unos dones vocales más que perfectos. Es un genio”, dice en tiempo presente, como haría cualquier fan del Rey del Rock.
Pero si a alguien admira José es a su progenitor. “Amo a mi padre”, dice en un momento de la entrevista, también en presente. Una frase parecida aparece en el lema de su whatsapp aunque con un tono distinto que acrecienta su condición de huérfano: “Te Amo Papa.” “Ser su hijo me ayudó pero también ha sido duro. Nadie me ha pasado la mano por ser su hijo y me ha costado mucho llegar al ‘sitito’ en el que estoy.” Su padre le asesoró con el disco y vivió para estar en la presentación y dice José que al patriarca le gustó el resultado. “Ahora tengo que enfocar bien mi carrera porque todos van a mirar mi trabajo con doble intención: viendo lo que hago y cuánto me parezco o no a mi padre. Por eso es momento de tener la cabeza fría.”
Las herencias
José heredó de su padre algunos tintes de su voz y dice que también cierta agresividad. “Sus bajos y sus medios bajos, es decir, su dulzura, son más complicados para mi.” De su madre Paqui, cantaora aficionada, dice José que tiene la velocidad. “Pero estas cosas son difíciles de explicar. Cuando estoy cantando hay veces que me oigo un giro que me recuerda a mi padre o un matiz en el que oigo a mi madre. Pero no sabría explicarlo con palabras…” Sí sabe y emplea para explicarlo su voz de hablar que es más grave que la que emplea cantando, más laína y más rajada.
“No es un disco para dar un pelotazo”, dijo de “Un romance con el cante” el investigador Ramón Soler. Y José le da la razón. “Yo sé que con esto no me haré millonario. Lo que yo hago no es de grandes masas pero es mi apuesta y me gusta pensar que es un buen disco para los aficionados.” José, que se curtió en concursos y acumula hasta doce premios importantes, aconseja a los más jóvenes que empiecen por ahí pero se salgan a tiempo. “Hay que cantar para atrás, hay que aprender y acudir a algunos de esos certámenes es positivo pero un artista, si es artista, no puede quedarse ahí toda la vida. No puede encasillarse, tiene que salir de ese circuito y hacer su aportación al arte que ha elegido.”
¿Y qué es lo que no haría nunca José Canela? “Cambiar mi forma de sentir el flamenco. Soy muy fiel al flamenco que he escuchado y a lo que llevo dentro.”
Canela de San Roque – Miguel El Rubio – Antonio Ingueta en el Círculo Flamenco de Madrid