Entrevista a Rosario «La Tremendita»

Rosario  La Tremendita

Rosario La Tremendita

Silvia Cruz Lapeña

La cantaora trianera presenta Fatum el día 27 de junio en la Suma Flamenca de Madrid.

“Mi momento artístico actual se resume así: demostrar menos y disfrutar más”

Tiene 30 años y dice, y se le nota, que está en un momento distinto al de hace dos, cuando grabó Fatum, el disco que presenta el día 27 de junio en la Suma Flamenca de Madrid. Su apodo le viene del padre, el también cantaor José “El Tremendo”, al que, según explica su hija, llamaban así porque era “malísimo y no podía parar quieto ni un segundo.” La inquietud de esta trianera ruge por dentro, pues por fuera tiene la risa fácil y se la intuye pacífica. La Tremendita no sólo canta: toca la guitara, el bajo eléctrico y el piano y además, escribe letras y dirige espectáculos. Además de Fatum tiene otros dos shows girando por el mundo: Qasida, donde se alía con el cantante iraní Mohammad Motamedi y en el que muestra su curiosidad por las músicas de otras latitudes; y Afectos, creado en colaboración con la bailaora Rocío Molina

“Fatum” es un disco variado, en el que pueden escucharse sonidos diversos y temas dispares. ¿Cómo lo traslada al escenario? 

En el disco tienen más presencia las guitarras pero en este concierto va a tomar el protagonismo el piano de Cristian de Moret. Yo cantaré, claro, pero también quiero mostrar mi faceta de música tocando la guitarra y el bajo eléctrico. Es un show que mostrará todo el contenido del disco pero que tiene otro aire porque yo también estoy en otro momento artístico diferente al del momento en que grabé este trabajo. 

 

¿Y cuál es ese momento artístico?

Pues en el momento de empezar a trabajar en Fatum yo tenía mucha información, tenía muchas ideas y quise trasladar todo ese material a mi disco. El resultado fue una bomba con piezas muy producidas, otras grabadas tal cual salieron a la primera pero donde metí muchas cosas y todo muy percutivo. Ahora busco sencillez, busco otros espacios, otras sonoridades. Hasta los cantes del disco me salen ahora de otra manera. Podría decirse que mi momento artístico actual se resume así: demostrar menos y disfrutar más. 

 

¿Habrá alguna sorpresa en el concierto?

Seguro. Y no sé cuál porque cambia cada día: estoy en casa, pruebo una cosa, escucho un sonido, incluyo un instrumento… El espectáculo va cambiando y seguro que alguna novedad incluiré en el concierto de la Suma. 

 

¿En qué momento de su vida decidió que usted no era cantaora y nada más?

Con 18 años. Mi padre me inculcó mucha disciplina con el cante y yo lo viví de una forma seria, responsable y a veces, también traumática. Me presentaba a concursos y en peñas y me echaba broncas brutales. Los concursos me ponían de los nervios, el arte para mi no podía ser una competición y además, tenía la necesidad de contar cosas. Me daba cuenta de que ni siquiera me gustaban ni me identificaba con las letras que cantaba.

 

¿Y cómo llevó su padre que se plantara y dejara de concursar? 

Cuando fui mayor de edad le dije que no hacía ni un concurso más y que si insistía, me dedicaría a otra cosa porque no era lo que yo quería. Y ahí me sorprendió: pasó de ser un padre muy estricto a dejarme volar. Ahora mi padre hace sólo de padre. Hay veces que me ve tocar el bajo eléctrico y se vuelve loco, no siempre entiende lo que hago pero me apoya y está orgulloso porque ve que hago lo que quiero y que lo hago con responsabilidad. 

 

¿En qué proyecto trabaja ahora?

Ahora misma estoy trabajando mucho en el siguiente disco, sobre todo con las letras pero no puedo contar mucho porque estoy en un momento de conflicto. [Risas] Es normal en el proceso de creación, no me preocupa. También estoy haciendo algo con Pablo Martin Jones, del que estoy aprendiendo mucho y también me encuentro probando cosas con mi voz y el bajo. ¡Y sigo con las giras de Fatum, Afectos y Qasida! La verdad es que no paro.

 

Usted tiene trabajo, un sello propio y seguro que no se queja. Pero, ¿cómo ve el negocio?

Complicado porque todo está mal en general. Me da la sensación de que somos muy individualistas. Yo la primera, porque al tener mi propio sello discográfico hago lo que quiero y no pregunto a nadie. Las redes me permiten ver la recepción de mi trabajo, de ver cómo funciona y estar en contacto con el público. Pero sé que el proceso de grabar un disco es complicado, que los costes son enormes y que los que nos dedicamos a esto a veces nos sentimos muy solos para tirar adelante nuestros proyectos. 

 

Dígame un cantaor que le ponga los pelos de punta. 

El Pele.

 

Y una cantaora?

Maye Martín, Esperanza Fernández y Carmen Linares.

 

Se lo ha pensado mucho para elegir cantaoras pero veo que todos los nombres que cita hacen un flamenco que podría llamarse clásico. Es curioso siendo usted tan amante de probar cosas nuevas. 

¡Es que en muchas cosas soy una clásica! Me gusta probar pero vengo de ese flamenco, me gusta. Otra cosa es que a mi con eso no me baste y pruebe otras cosas. Pero ese es el flamenco que me gusta, del que vengo y respeto.

 

¿No va a volver a cantar para atrás?

De ahí saqué yo mucha experiencia y un gran aprendizaje  y quizás vuelva a hacer alguna cosa, con baile seguramente, pero tiene que ser algo concreto que me motive mucho. Pero no me interesa, no es la parte que más me gusta de mi profesión.

 

¿Qué le gustaría hacer que no ha hecho todavía?

[Piensa un buen rato] No se me ocurre nada. Sé que lo tengo todo por hacer, esa es mi sensación pero también sé que lo iré haciendo. Me siento completamente libre a la hora de crear y de interpretar, supongo que por eso no tengo grandes deseos.

 

No parece usted tan terrible como indica su apodo. ¿Por qué cogió el sobrenombre de su padre? 

Porque la gente me llamaba así desde chica. No me gustaba, me daba rabia, pero al final me quedé con el nombre y ahora lo siento muy mío. Y no crea, eh, mi padre era un trasto y yo soy más tranquila por fuera pero por dentro… ¡Yo soy tremenda por dentro!


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