Entrevista por Carolina Le Port – foto portada: Mario Pacheco
Cumplió hace unos días los setenta y todos y lo celebra el 3 de noviembre con su hijo Josemi en el Café Berlín. Un homenaje al que fuera uno de sus grandes amigos: Mario Pacheco.
Pepe, Josemi y tú tenéis exactamente la misma mirada: “Josemi, qué buen hijo es, qué buena persona y qué buen artista. ¡Cómo está tocando!. Es que cada vez me sorprende más. Fue mi alumno y ahora es casi mi maestro.”
¿Querías que Josemi se dedicará a la música?: “Yo fui el primero que le puse una guitarra en la mano y él debutó con Morente en el año 75 ó 76. Era un niño, yo le dije “¿qué quieres cole o guitarra?”; y él me dijo: “guitarra”. Claro, yo no le quería forzar para nada. Salió de él y mira cómo ha salido: qué es un fenómeno. Disfruto muchísimo con él en el escenario, me siento grande con él en el escenario”.
¿Cuál es la mayor diferencia artística entre vosotros?: “Yo soy flamenco más clásico, aunque he hecho cosas con músicos de jazz también, pero no a la altura de Josemi. Me divierto mucho con los jazzeros, pero Josemi en esto es un genio. Está feo que yo te lo diga porque es mi hijo, pero yo conozco en profundidad la guitarra y se donde va a llegar”.
Revisando la discografía de Pepe Habichuela en Nuevos Medios, María, hija de Mario Pacheco me dice: “mi padre valoraba muchísimo a Pepe como persona y como músico, pero también como alguien con un criterio musical extraordinario. De hecho los Ketama vinieron de mano de Pepe y mi padre siempre tenía muy en cuenta y escuchaba mucho todo lo que viniera de Pepe”.
Sí nos centramos un poco más en tu larguísima trayectoria artística va desde Vicente Escudero a Silvia Pérez Cruz. “Sí trabajé con Vicente en Madrid, yo era un crío. Vicente era un hombre que lo veías salir del escenario y era distinto. La que formaba ese hombre. Bailaba el tío… con un chaleco lleno de monedas de oro”.
Así que empezaste con las maldades del flamenco pronto… Claro, me encalomaron ahí y me dijeron: venga tócale a Vicente Escudero. Le toqué como si me dicen toca a Fosforito o tócale a Camarón”.
Llega el año 1977 y Enrique Morente y tú hacéis dos discazos: “Homenaje a Don Antonio Chacón y Despegando”. “Eso fue una cosa muy importante en España. Tiene un premio nacional el disco a Chacón y todo”.
Sí y aparecéis los dos en la portada en ambos discos: «Yo era un persona muy responsable y me iba todas las tardes a casa de Morente durante cuatro o cinco meses diariamente. Allí iba a cantar y a tocar. Entonces Enrique vió esa cosa mía que era de verdad, que era una cosa que me ofreció, que yo tenía que estar ahí y él tuvo la mentalidad de decirle al tipo de la casa de discos: “yo quiero que Pepe esté en la portada porque ha colaborado conmigo mucho tiempo y este disco parte de los dos”. En el fondo es verdad: yo aprendía de su voz y el aprendía de mi mano izquierda”.
Las letras de “Despegando” son Pepe algo totalmente atemporal. Yo me estremezco cada vez que escucho alguno de sus versos:
“Estrella, llévame a un mundo
Con más verdades, con menos odios
Con más clemencia, y más piedades
Romperemos las nubes negras
Que nos engañan
Que nos acechan
Abriremos un mundo nuevo
Sin fusiles ni veneno.”
“Enrique era un genio también para las letras. Por eso revolucionó en el tiempo que lo hicimos. Hicimos 30 cantes en un sólo año. Lo hicimos a piñón fijo, dando el callo los dos, todas las veinticuatro. Por eso salió lo que salió.
Echo muchísimo de menos a Enrique. Yo cada vez que agarro la guitarra siempre hago melodías de él, de su voz. Me viene a la cabeza una noche por Tangos con mi hermano Juan, y mientras le toco, el canta:
“Di di Ana por qué bordas
sábanas como el jazmín
di di Ana di
en tu balcón por las tardes
a quién sueñas ver venir”.
Link al video de youtube
De ese cante he sacado yo una cosa de rondeñas. Me apasiona la música que echa Enrique por la garganta. ¿Cómo puede llegar este tío dónde llega? ¿los silencios?. Yo he aprendido mucho sobre eso.
Enrique no era normal, no era normal. Con la voz mal, cantaba bien. No sé los recursos que tenía. Enrique también estuvo en una clase de canto aprendiendo a respirar, le acompañaba yo muchas veces en la Puerta del Sol, a que le enseñaran a colocar el diafragma, la voz, la boca… la lengua fuera. Una preparación como un clásico”.
¿Qué tienen tus manos para que todos quieran pasar por ellas? “La gente tiene un concepto de mí muy especial. Y yo lo disfruto mucho, cuando me llaman me quedó sorprendido. Por ejemplo, aquí estuvo (me señala el sofá en el que estoy sentada) Silvia Pérez Cruz durante 5 horas conmigo. Es una catalana muy especial, es una persona con un coco… y eso lo respeto yo.
Yo les doy lo mejor que tengo en mi alma. Se lo doy a la persona que está a mi vera. Yo le doy todo mi corazón musicalmente. Le he dado todo mi corazón a los grandes y he aprendido mucho de todos ellos y sigo aprendiendo”.
Acompañar Pepe, qué cosa tan difícil. Estar al servicio de sacar lo mejor de cada cantaor y cantaora… “Sí, saber acompañar es difícil, pero mi hermano Juan para eso era un genio. Según con la persona que des, me lanzó o me quedo un poquito más atrás. Esa generosidad para invitar a otro y que se ponga las pilas, diría yo ¿no?. Siempre he ido con el corazón abierto. He tenido suerte también, la verdad, con toda la gente que he tropezado. He sabido llevarlos y he sabido cuidarlos. Conocer lo que quiere y lo que no quiere. No es solamente el músico, también la persona.
Entre tantos y sin entrar en categorías del mejor o lo peor, ¿con quién disfrutabas al máximo?: “Yo lo pasaba muy bien con Fernanda de Utrera, que estuvimos en Nueva York un mes en cartel. La escuchabas cantar y a penas sonaba la guitarra. Esas cosas me apasionan. Era divertidísima. Una mujer mayor con unas ganas de cantar y de viajar y de pasarlo bien. Y eso te da mucho respeto, y yo pues tocaba lo mejor que podía con Fernanda, y había que cuidarla”.
Llegamos ya a tu etapa en Nuevos Medios. A Mandeli (1983), Habichuela en Rama (1997) y Pepe Habichuela and The Bollywood Strings (2001).
“Mario Pacheco era un personaje que revolucionó el flamenco en los años 80. Cuando estaba todo apagado, Mario hizo un catálogo de flamenco impresionante. Ha grabado unas cosas muy especiales y que todavía están ahí. Gente muy importante.
No nos da tiempo a revisar todo en detalle, Pepe, y además sé que tu amigo Gamboa, Josemi y tú estáis revisionando toda tu vida y obra y pronto verá la luz, pero por pincelar algo… ¿cómo arrancas tu discografía propia?
“Mario Pacheco apostó por mí, y yo le dije que a mí me daba mucho miedo de grabar solo. Yo le decía: “Mario es que está Paco de Lucía, está Serranito, está Manolo Sanlúcar… yo no me atrevo” y poquito a poco, él me fue metiendo. A Mandeli lo hice en directo, yo lo hice en tres tardes cuando ya lo tenía ya preparado. Para mí ese hombre fue un fenómeno y para todos los flamencos.
¿Y el título del disco? “A Mandeli era el padre de mi madre, vamos, mi abuelo y de vez en cuando me mandaba a la taberna a por una peseta de vino porque le gustaba el vino y se ponía a cantiñear: “niña si quieres escribirme ya sabes mi paradero, cuartel de santo domingo de la segunda…” Cuando tomaba dos vasos de vino me cantaba eso y yo me quedaba enbobao mirándolo y pensaba: “a ver sí me puedo meter esa música aquí en el bolsillo” y se me quedó grabao para siempre.
Y ya para terminar Pepe ¿sí tuviésemos que hacer un resumen de lo que es tú vida? “Soy un gitanito de Granada feliz. Me ha tratado bien todo el mundo y me han cuidado. Me la he gozado y me la sigo gozando. Ahora me llaman los jóvenes para que los acompañe al cante: Kiki Morente, Sandra Carrasco, Antonio Reyes… para mí es una felicidad cuando me llaman porque tengo 80 años y mira me llaman los niños. Me da mucha alegría de que la gente joven se pare a escuchar mi guitarra. El respeto máximo a la gente mayor. Creo en eso está también la cultura gitana, es algo que aportamos al flamenco: el respeto y el cuidado a los mayores. Cada vez que voy a un sitio y venir toda mi gente, todos son mis sobrinos. Eso es maravilloso”.
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