Entrevista a Paco del Pozo

 

 

Entrevista
a

Paco
del Pozo

 

“Mi mejor momento
está por llegar”

por Manuel Moraga

“Mi madre me dice que soy un pesado
porque me levanto con los ojos hinchados de dormir y
ya estoy cantando, y por las noches me acuesto cantando”,
comenta Paco del Pozo, un joven pero experimentadísimo
cantaor al que no hay que quitarle el ojo de encima.
El 20 de mayo actúa en el Teatro Español
de Madrid y el 30 de este mismo mes canta en Aranjuez
dentro del I Festival Flamenco de la Comunidad de Madrid.
Con ese trasfondo hemos querido conocer más de
cerca de este flamenco del siglo XXI que le hubiera
gustado haber vivido el mejor flamenco del siglo pasado.

Intenté quedar contigo
por la mañana, pero me dijiste que estabas en
el Conservatorio ¿Trabajas allí?

Estoy en el Conservatorio de Danza Española,
donde van niños y niñas a estudiar y una
de las asignaturas es el flamenco. Al igual que en la
asignatura de clásico tienen un pianista, en
la de flamenco tienen un guitarrista y un cantaor. Yo
trabajo justamente como cantaor acompañante en
el Conservatorio.

Hablando de escuelas ¿los
cantaores estudian? ¿Cómo es el estudio
desde el punto de vista de un cantaor?

Estudiamos mucho. Bueno, unos más que otros.
Cualquier cantaor que se precie y que tenga afición
le encanta estudiar porque está escuchando la
música que le gusta y no es ningún sacrificio
¿Cómo estudiamos? Bueno, antes era más
difícil. Cuando yo empecé era más
difícil que ahora, y veinte años antes
de empezar yo era más difícil que cuando
empecé. Ahora hay escuelas de cante: en Amor
de Dios dan clases, en Sevilla hay una fundación
en la que, por ejemplo, está el maestro José
de las Tomasa impartiendo clases. Hoy es más
fácil, lo tenemos ahí. Cuando yo empecé
estudiaba con discos, y treinta o cuarenta años
antes era la transmisión oral, de boca a boca,
que es como siempre se ha aprendido el flamenco. Ahora,
con los medios electrónicos, es más fácil
todo.

“Si amas de verdad
el flamenco y presumes de ello no puedes criticar a
un artista ni echarlo por tierra porque no es de recibo”

Ya, pero cuando escuchas un
disco y te quedas, por ejemplo, con un tercio de determinado
cante que hace un determinado cantaor ¿qué
haces después? ¿Tienes algún sitio
para ensayar? ¿Ensayas en casa? ¿Tienes
vecinos que protestan? ¿Cómo es ese proceso?

(Ríe) La verdad es que cuando capto algo no paro.
Lo canto en todos los sitios. Me estoy duchando y lo
estoy cantando. Hago cualquier cosa y lo estoy cantando,
porque cuando cojo algún cante es porque me ha
llamado poderosamente la atención y no me lo
pedo quitar de la cabeza hasta que logro quedar con
algún guitarrista, ensayarlo y fijar las cosas.
Mi método es ese: escuchar mucho lo que vaya
a estudiar, hasta el último matiz y luego cantarlo
hasta darle mi forma y mi personalidad, o al menos,
intentarlo.

¿Y dedicas mucho tiempo
a estudiar?

Sí. Hombre, hay temporadas que estás más
vago o menos receptivo, como lo quieras llamar, y a
penas te pones. Sólo escuchas. Pero de repente
viene otra temporada que estás más receptivo,
que te apetece más, que absorbes más y
más rápido y entonces me puedo tirar pues,
lo que te decía antes, todo el día. Mi
madre me dice que soy un pesado porque me levanto con
los ojos hinchados de dormir y ya estoy cantando, y
por las noches me acuesto cantando. Realmente eso es
para mí estudiar. No hace falta sentarse delante
de un libro para estar estudiando. Yo estudio de esa
forma, aunque también haga estudios de laboratorio,
como digo yo, es decir, escarbar en grabaciones antiguas
e intentar extraer cosas más especiales, letras
más en desuso, etc.

Hace poco te hemos visto
en Madrid en el Centro Cultural de la Villa y dentro
de nada estás en el Teatro Español –dentro
de una experiencia muy boinita que es la 1ª Muestra
de Flamenco Joven- y también en el Festival SUMA
Flamenca de la Comunidad ¿Varías mucho
el contenido de tus actuaciones o tienes unos patrones
fijos?

Depende mucho del momento, porque gracias a ese estudio
del que hablábamos creo que soy un cantaor, si
no largo, sí mediano. Me gusta mucho el cante
y he aprendido mucho: tengo una baraja amplia de estilos.
Entonces suelo variar, aunque aparentemente no lo notes
muy cambiado si sólo transcurre una semana de
una actuación a otra. Hay unos períodos
en los que voy haciendo, más o menos, un repertorio.
Por ejemplo, puedo abrir por malagueña el espectáculo
y lo que puedo variar es una letra. Pero pasado un tiempo,
me aburro de esos cantes y los cambio. Lógicamente,
si canto dos veces seguidas en una misma ciudad procuro
no repetir. Eso es obvio.

“Tanto los peñistas
intransigentes como los ‘modismos’ son terrenos
peligrosos”

Cada vez se programa más
flamenco en los circuitos culturales, pero casi siempre
son los mismos nombres los que llenan los carteles ¿Qué
hace falta para que el aficionado pueda disfrutar de
toda la variedad de artistas que os dedicáis
a este oficio?

Llevas muchísima razón. Todos los festivales
se componen de los mismos nombres y yo no lo entiendo,
de verdad. Supongo que será porque los promotores
arriesgan y van a asegurar, pero eso no es una labor
por el flamenco, sino por el espectáculo y, si
acaso, por la difusión de la palabra “flamenco”,
pero se hace muy poco por la “cantera”,
por decirlo de alguna forma. Creo que la manera de programar
más lógica, tal y como yo lo veo, sería
configurar los carteles con una figura consagrada y
luego un par de noveles. Hablo de noveles refiriéndome
a los artistas que por la edad o porque están
empezando, no son reconocidos como lo están los
otros. Eso es difícil. Luego, hay una segunda
línea, en cuanto a conocimiento del artista –que
es en la que se me puede ubicar- que es incluso más
jodida, porque los números uno son siempre los
números uno y siempre están; los noveles
también pueden estar porque aunque no haya mucho
dinero, aceptan los trabajos ya que tienen que hacerse
un nombre. Pero los que estamos ahí entre Pinto
y Valdemoro lo tenemos difícil para movernos
porque ni puedes cobrar como un novel (ni debes) ni
puedes cobrar como un reconocido. Estoy hablando de
reconocimiento, independientemente de la calidad cantaora,
porque hay muchos noveles que, por calidad, deberían
estar sustituyendo ya a artistas consagrados, y hay
artistas consagrados que tal vez no debería estar
ahí.

¿Y faltan quizás
circuitos alternativos que no sean los grandes teatros
-donde , como dices, los promotores no quieren arriesgarse-
y que fueran más vivos, más cambiantes,
que den la oportunidad de que el artista pueda exponer
más a menudo sus propuestas para ver si gustan
o no y, en definitiva, para ir creciendo?

Seguro que sí, porque estamos pasando de los
teatros a las peñas o al tablao. Se echa de menos
ese nivel intermedio. La solución no sé
cuál será, pero te puedo hablar de un
ejemplo que yo conozco, que es Casa Patas, todo un ilustre
del flamenco, donde con dieciocho años yo actué
como cantaor en un cartel donde estábamos ese
mes Carmen Linares, el Indio Gitano, alguien más
que no recuerdo y yo. Eso se ha perdido. Casa Patas
sólo programa baile para atraer al turista y
ya está. Los cantaores ya no tenemos ese espacio
que era muy bonito. Y como Casa Patas había varios
sitios que ya no existen. Hoy sólo queda el tablao
o el teatro. Está bastante mal en ese sentido
¿Quién tiene que dar ese primer paso?
Es bastante difícil decirlo.

“Habría que
consentir un poco más al artista, dejarle expresarse,
aunque al mismo tiempo se le exija”

Ya que has mencionado a las
peñas, hay una que lleva tu nombre ¿Podrías
hacer un retrato robot del “buen aficionao”
¿Cómo crees tú que debería
ser un “buen aficionao” al flamenco?

Un buen aficionao al flamenco es el que desde el amor
a este arte hace todo lo posible por beneficiar al flamenco
y por satisfacer su gusto: asistir a conciertos, comprar
discografía, saber escuchar cuando va a un espectáculo,
no ir a ver siempre a los mismos artistas… Ser
un amante del flamenco.

¿No te da la sensación
de que en estos circuitos de peñas hay en ocasiones
mucho integrismo de ese que no quiere saber nada de
otras líneas estéticas que no sean las
que se defienden a ultranza?

Por supuesto. Cuando digo que un buen aficionado debe
ser un amante del flamenco lo digo en el más
amplio sentido de la palabra. Al flamenco no puedes
ponerle barreras. Si lo amas de verdad y presumes de
ello no puedes criticar a un artista ni echarlo por
tierra porque no es de recibo. Y sin embargo hay mucha
costumbre de hacerlo, tanto en las peñas como
fuera de ellas. Pasa también en los toros o en
el fútbol. Parece que si eres del Madrid tienes
que ser antiatlethista. Pues no, si amas el fútbol
y te gusta de verdad no debería ser así.
Mira, yo soy del Madrid y me encanta ver jugar a Ronaldinho.
Creo que así debería ser: Habría
que consentir un poco más al artista, dejarle
expresarse, aunque al mismo tiempo se le exija, porque
tampoco nos debemos acomodar. Los artistas tenemos que
dar más de nosotros mismos, ampliar más
nuestros conocimientos, darle al aficionado lo que quiere.
Eso en las peñas, y luego en los teatros también
existe mucho ya el “modismo” del flamenco:
la gente va la flamenco porque se lleva y entonces,
claro, va buscando esos nombres reconocidos de los que
hablábamos. Tanto los peñistas intransigentes
como los modismos son terrenos peligrosos.

“El público
de Madrid es exquisito”

Te he comentado lo de las
peñas porque estábamos hablan de de ellas,
pero esa reflexión que te he trasladado ¿se
puede aplicar también a determinada crítica
que quizás juzgue por sus gustos personales más
que por el valor del artista?

Claro, porque que alguien no te guste cantando es muy
difícil si te gusta el flamenco como a mí
me gusta. Si a alguien le gusta el flamenco como a mí
me gusta ¡es tan difícil que no te guste
alguien! Te puede gustar unos más que otros,
o unos pueden ir más con tu personalidad, es
o sí. Mira, ahora mismo llevo en el coche discos
de Chocolate, que es el cantaor que más rajao
ha cantado en el mundo, pero también llevo a
Escacena, que era un jilguero, y disfruto con los dos,
aunque yo, por mi personalidad y por mi tesitura, me
llena más Chocolate. Sin embargo escucho la vidalita
de Escacena y se me caen dos lágrimas igual.
Lo bonito es disfrutar del flamenco, no criticarlo.

Algunos flamencos que vienen
a Madrid se quejan de que el público es un tanto
frío ¿Cómo madrileño que
eres coincides con esa opinión?

A mí el público de Madrid más que
frío me parece exquisito. Es un público
entendido. Parto de la base de que en Madrid hay todo
tipo de público. El otro día en el Centro
Cultural de la Villa, las dos primeras filas eran todos
rubios con los ojos azules. Evidentemente no era un
público entendido, pero a partir de la segunda
fila era variopinto. Así que encuentras de todo,
pero lo que sí me ha demostrado el público
de Madrid es que es exquisito, que se calla, que respeta
al artista, que cuando hay una actuación importante
aplaude de pie. Eso es muy de valorar. Hay otros públicos
que pueden ser más calientes, pero yo no catalogaría
al público de Madrid como frío. Eso me
parece un poco arriesgado.

“Madrileño,
sin antecedentes, payo… Es difícil apostar
por Paco del Pozo”

¿Cómo
se ve Paco del Pozo dentro del mundo del flamenco?

Soy una persona que el destino me va dando altibajos.
Sé que esto es una carrera de largo recorrido
y no me preocupa demasiado estar considerado ni como
el mejor cantaor ni como el peor. Sé que esto
es poco a poco y procuro no dar pasos en falso. Soy
una persona humilde, nunca me las he dado de nada, al
contrario, me encanta este arte y me encanta aprender.
Y creo que el mejor momento de Paco del Pozo, tanto
artísticamente como a nivel de popularidad está
por llegar. Parece que hay rachas en que estás
muy bien pero de repente empiezan a fallar los conciertos.
Hay otras en las que estás un poco peor y de
repente te empiezan a salir cosas, y nunca se sabe cuándo
va a llegar tu punto álgido. Lo que sé
es que ese momento está por llegar y que estoy
preparado para cuando llegue. De momento estoy en esa
raya intermedia donde es tan difícil estar.

Cambiando la óptica
de la pregunta ¿Cómo crees que, en general,
ve el mundo del flamenco a Paco del Pozo.

Esa es una pregunta muy difícil para mí
porque generalizar es muy complicado. Te puedo decir
la impresión que me da desde el escenario, desde
donde puedo percibir que soy un cantaor que suele transmitir
al público, que no le deja impasible ni para
bien ni para mal, e incluso el público suele
polemizar: hay gente que es detractora de mi cante y
otra que es muy admiradora. La verdad es que ser seguidor
de Paco del Pozo es un poco difícil por cómo
se concibe hoy día el cante: madrileño,
sin antecedentes, payo… Es difícil apostar
por Paco del Pozo, aunque hay personas como Félix
Grande que cuando me vio sí lo hizo y dijo que
iba a ser uno de los cantaores más importantes.

“Se ha perdido el
romanticismo del cante”

Y en ese maratón
que es esta profesión en cualquiera de sus vertientes
¿quién o quiénes han sido o están
siendo tus principales puntos de apoyo?

Sin lugar a dudas, mis padres. Han sido seguidores míos
infatigables. He cantado en infinidad de países
y de escenarios y rara vez han faltado a mis actuaciones.
Me han apoyado en todos los sentidos: económicamente,
en mi disco, en las giras, en mis malos momentos…
En todo, siempre mis padres. Artísticamente me
tengo que acordar de mis maestros: de Pepe Pucherete,
de Paco de Antequera, de Manolo Molina, que han sido
mis primeros guitarristas y mis primeros maestros. Y
después, sinceramente, los logros que he ido
alcanzando, salvo raras excepciones, no han sido por
apoyos ni ayudas continuas. No he tenido mecenas en
ese sentido. Todo ha sido ganado a pulso y, por supuesto,
con el apoyo de mi familia.

¿Quién de ha
hecho llorar cantando?

Nadie en especial, pero sí una letra que me toque
la fibra en un determinado momento, un giro de voz…
Cosas que he ido encontrando en gentes como Camarón,
Chocolate, La Niña de los Peines escuchándola
en los discos, esa vidalita que te comentaba de Escacena,
Cepero, Manuel Torres… Es que yo creo que todos
me han hecho caer alguna lágrima en algún
momento. Llevo aficionado al cante desde los ocho años,
así que son muchos años ya. Me ha dado
tiempo a llorar con todos.

“En un año
quisiera tener mi segundo disco en la calle”

Si no te hubieses dedicado
al cante ¿qué te hubiera gustado ser?

Tal vez hubiera tomado el camino de mi padre, que siempre
ha sido comercial, y yo incluso he ejercido ese trabajo
llevándolo paralelamente con el cante. No se
me daba mal porque creo que tengo don de gentes. Pero
no sería por algo vocacional. Lo único
que tengo vocacional es el flamenco y ha sido demasiado
fuerte como para haberlo cambiado por otra cosa.

Y aunque hubieras sido comercial
¿hubieras seguido cantando, aunque fuera para
los tuyos?

Yo creo que sí, pero hubiera sido la frustración
más grande de mi vida. Hubiera estado toda la
vida diciéndome que yo habría podido llegar.
Toda la vida lamentándome, como hay tanta gente
que le ha pasado. Y la verdad es que me da pena, porque
lo pienso, me pongo en ese lugar y hay gente que se
ha quedado en el camino en este mundo, o en el mundo
del toro. Hay caminos muy difíciles en los que,
por desgracia, hay gente que se tiene que quedar. Me
hubiera sentido fracasado, seguro.

¿Queda hoy algo de
ese aspecto vivencial del flamenco? ¿Te juntas
con amigos guitarristas y cantaores para tener la posibilidad
de disfrutar de vuestro arte o más bien cada
uno se va para su casa cuando termináis de trabajar?
¿Cómo vive el flamenco un cantaor del
siglo XXI?

Está mucho más cerrada la cosa en ese
sentido. El otro día vino José de la Tomasa
a cantar a Madrid y lo estuvimos hablando. Los dos somos
cantaores que nos hubiera gustado haber nacido muchos
años atrás porque se ha perdido ese romanticismo
del cante. La gente recela cuando le preguntas por una
letra determinada: “oye, eso que has hecho me
encanta” le dices a alguien (porque yo soy así)
y la gente recela. Pero ocurre igual con un chavalito
que está cantando para baile en Casa Patas y
que está aprendiendo que con un maestro: la gente
tapa las cosas, las esconde, cuando lo más bonito
es compartir, es continuar esa transmisión oral,
que es como se han formado los cantes y como se han
ido aprendiendo. Ahora, efectivamente, la actuación,
el dinero y para casa. Pillar una buena fiesta es difícil.
A veces nos juntamos cuatro o cinco amigos y cuando
menos te lo esperas, salta, pero son las menos. Antes
grababa cualquier figura y llamaba a otras figuras del
momento y se iban al estudio y grababan juntos. Eso
ya no existe. Somos muy recelosos.

Y ya que hablamos de grabaciones
¿tienes algún proyecto en mente?

A medio plazo me encantaría grabar. En mi cabeza
está casi todo el disco, pero ese tema me da
un poco de vértigo. Nadie me ha ofrecido un proyecto
discográfico, así que aventurarse a prepararlo
es doblemente difícil. Pero lo tengo en la cabeza
y terminaré haciéndolo. En un año
quisiera tener mi segundo disco en la calle.

Más información:

Ciclo
Flamenco Joven en el Teatro Español

Paco del Pozo
'Vestido de Luces'

 

 



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