Entrevista a Jesús del Rosario. Guitarrista Flamenco. Sin Tanto

 

ENTREVISTA A
JESÚS DEL ROSARIO

 

“Quiero que la gente
me escuche y mostrar lo que siento dentro como guitarrista
y como persona”

Por Manuel Moraga

No se acuerda cuándo cogió por
primera vez una guitarra. Su padre, El Entri, afirma
que Jesús ya tocaba con cuatro años. Ahora
otro maestro, Gerardo Núñez, le da la
oportunidad de sacar su primer disco en solitario. Desde
Caño Roto, y con colaboradores como Tomatito
o Sara Baras, Jesús de Rosario presenta “Sin
tanto”.

Tu principal escuela, tu
casa

Principalmente mi padre. Él fue el que me enseñó
la guitarra , me mostró ejercicios, empezó
a colocarme las manos, a que me sonara bien la guitarra,
a coger solos de Sabicas, de Montoya, cosas de Mario
Escudero. Me fui formando como guitarrista con él.

Has trabajado con muchos
maestros: Yerbabuena, Canales, Sara Baras… ¿qué
han visto ellos en tu guitarra?

Exactamente no lo sé, pero siempre que me llama
alguien para tocar al baile me preocupo de que rítmicamente
se encuentren cómodos y las falsetas yo les haga
sean bastante adaptables a los pies que vayan a meter
ellos. Y la verdad es que casi siempre que toco con
los bailaores me lo agradecen mucho. También
me he tirado bastante tiempo tocando para bailar y tengo
experiencia. Creo que encuentran en mí que estoy
bien de ritmo, se encuentran cómodos en una base
donde se tienen que agarrar. Y es lo que intento, que
estén cómodos.

Este es tu primer disco en
solitario ¿Te has sentido cómodo en esa
nueva responsabilidad de tener un trabajo propio que
lleva tu nombre y tu firma?

La verdad es que siempre hemos estado ahí detrás
de las figuras y te das cuenta de que también
necesitas sentirte realizado como guitarrista y me hacía
falta grabar porque también tenía la música
como apartada. Me he sentido extraño. Cuando
estaba grabando me imaginaba ya los conciertos, la responsabilidad
de tocar solo en un escenario, pero también esas
figuras me han dado el pie: cuanto me llamaban para
su baile me hacían también un huequecillo
en su espectáculo para que yo tocara solo. Les
estoy agradecido porque gracias a ellos me he ido acostumbrando
a tocar.

“Estoy escuchando
a mi padre, o viendo a mi niño pequeño
cómo anda por la casa: cojo la guitarra y mirándole
me sale una falseta”

Tienes una faceta de compositor
muy desarrollada. Has hecho música para muchos
trabajos ¿cómo te organizas?

Para baile, la forma que tengo de componer es hablar
con quien me llama y ver qué necesita, ver si
hay que adaptar la música al baile o el baile
a la música… Así es como solemos
trabajar. También me dan un guión y cuando
lo leo me voy imaginando los fragmentos de la obra y
voy sacando cosas. Y con respecto a mis propias composiciones
me paro muchísimo más. Hay momentos en
mi vida en que no me viene nada, pero a veces me sucede
algo y entonces agarro la guitarra, me viene una idea
o una motivación y empiezo a sacar una falseta.
O estoy escuchando a mi padre, o viendo a mi niño
pequeño cómo anda por la casa: cojo la
guitarra y mirándole me sale una falseta.

Y luego la desarrollas
Claro, luego ya la voy alargando, metiendo un bajo,
una armonía, etc. Hasta que sale lo que uno quiere.

¿Cómo sabes
que una pieza de 4, 5 ó 6 minutos termina ahí?
¿Cuándo dices “esto ya está
terminado?¿te cuesta decidirlo?

Me cuesta, me cuesta, porque casi siempre suelo tener
bastantes cosas. No me pongo a crear pensando en un
número, en una duración determinada, sino
que voy desarrollando y es la música sola la
que me va pidiendo todo: el principio, el final…
Sobre todo me preocupo de que sea redondo el tema. Por
ejemplo, si toco por rondeña tiene que haber
una entrada bonita, tiene que haber juego con los graves
(porque ahí bajamos la sexta y la tercera), me
preocupo de que haya acordes bonitos, melodías
sensibles que lleguen al corazón (eso es lo más
bonito), que haya una escala (y si puede ser con velocidad,
mejor), un trémolo bonito, un final… en
fin, que quiero que la gente entienda que hay un principio
y un fin.

Como una narración
Claro. Es igual. Es como una conversación.

“Para mí,
Sabicas era perfecto tocando la guitarra”

Haces
cuatro dedicatorias: Riqueni, Sabicas, Manzanita y El
Entri

Mi padre, imagínate, mi padre me lo ha enseñado
todo. Cuando estaba grabando, le gustaba mucho la minera
“mira, papa, escucha esto a ver si te gusta”,
le decía y él se ponía a llorar.
Eso me motivaba, así que en los créditos
del disco pensé dedicársela a él,
porque se lo merece. A Sabicas la gente no le admiraba
mucho cómo tocaba por bulerías. La verdad
es que era muy flamenco, pero en los marcajes y en el
tener aire y esas cosas… Había que estar
en su momento, porque su época era esa y él
era el mejor de toda su época, sin duda. Ahora
se le critica “no, es que el aire…”.
Hay algunos que siempre van a buscarte el fallo, siempre
encuentran un “pero”. Y yo no sé
por qué existía el “pero”
con ese hombre, porque para mí era perfecto tocando
la guitarra y tenía un aire precioso y tocaba
por bulerías genial. He tenido la suerte de grabar
con el Tomate (que es un maestro y toca por bulerías
pa rabiar y con un aire precioso) y con Antonio Carmona
(que mete la percusión) y pensé “esto
se lo tengo que dedicar yo al tío Sabas pa que
vea la gente que el aire lo tenía.

Riqueni
Es un caso especial. A mí me gusta mucho. Es
un maestro. Es un compositor de este siglo y yo espero
siempre cosas nuevas de él. Me atrae mucho. Le
veo con una grandeza muy fuerte. Me impacta mucho cuando
le oigo tocar la guitarra, le veo una sensibilidad,
una redondez, una preocupación por tocar bien
la guitarra, por ser flamenco, por el cariño
que le tiene a la guitarra y mostrárselo a la
gente. Me han gustado todos sus discos, desde el comienzo
hasta el final. Y para mí es un orgullo poder
dedicarle un tema de mi disco a él.

Y luego está uno de
los flamencos que más han llevado el nombre de
Caño Roto por el mundo, Manzanita.

A Manzanita le tenemos un cariño especial porque
él y mi padre trabajaban juntos en Los Canasteros
cuado estaba Manolo Caracol. Tenían una relación
impresionante. Eran amigos de verdad. Él se venía
a la casa de la abuela a vivir un tiempo, a comer, a
tocar juntos… Era lo más bromista del mundo.
Y la verdad es que Manzanita era un gran guitarrista.
El mismo Paco de Lucía dijo que tocaba muy bien
la guitarra y lo nombraba muchísimo. Tocaba impresionante.
Tenía algo especial con la guitarra. Estaba con
Canales en Sudamérica cuando me enteré
de la noticia. Yo no sabía ni que estaba enfermo.
Me vino un bajonazo. Empecé a llorar. Llamé
a mi padre y nos tiramos los dos una hora llorando por
teléfono. Cogí la guitarra y me salió
una frase muy bonita, como de pena y de alegría.
Allí, en la habitación del hotel, me puse
a sacar la rumba pensando en él. Se lo merecía,
no sólo por lo que le había sucedido,
sino por lo que mi familia ha vivido con él.
Poca gente lo ha tenido como un guitarrista serio, pero
Manzanita se ponía a tocar por rondeña,
por soleá, por siguiyiya y tocaba pa rabiar.
No era un guitarrista rumbero ni un guitarrista ye-ye,
como decían algunos por ahí. Era un guitarrista
completo, que tenía pulgar, le sonaba la guitarra
muy bien, tenía aire y de su época era
uno de los mejores.

Dicen que tenía el
corazón más grande que su cuerpo

Se preocupaba muchísimo de todo el mundo, hasta
de los niños pequeños, que quería
que estuvieran siempre bien. Me acuerdo que estábamos
de gira en Málaga con Sara Baras y nos invitó
a su casa a cenar. Cuando me vio se puso a llorar “eres
igual que tu padre, dame un abrazo, que yo a tu padre
le quiero mucho”. Eso me tocó el corazón
¡qué bien que una persona así sea
de verdad, con un cariño tan de verdad! Siento
mucha pena porque se haya ido tan pronto, porque era
un pedazo de monstruo como artista y como persona.

¿Por qué “Sin
tanto”?

Quizá la gente piense que quiera decir “sin
tanto… esto” o “sin tanto… lo
otro”, pero es más sencillo. La primera
palabra que dijo mi niño pequeñito que
ahora tiene tres años y medio y que se llama
Jesús, como yo, fue “sin tanto”.
Estaba en la casa, tocando la guitarra y él empezó
a decir “sin-tan-to”. Lo decía así,
marcando: “sin-tan-to”. Y empezamos a decirle,
“a ver, dilo otra vez”. Y lo repetía.
Así que en mi primer disco, el título
de mi niño. “Sin tanto”.

En un día normal en
tu vida, ¿cuánto tiempo le dedicas a la
guitarra?

Hay gente que se mata a estudiar, pero yo no soy así.
Tendría que serlo, porque es necesario estudiar
y en un guitarrista es lo principal, pero sí
estoy escuchando, sí me pongo a escuchar, a intentar
sacar cosas. Sobre todo me encanta escuchar. A lo mejor
un día me tiro tres o cuatro horas, pero no soy
muy estudioso. Cuando era pequeño, en su momento,
ya estudié bastante. Ahora mismo me hace falta
ponerme las pilas, porque estar en un escenario solo
y tener una responsabilidad tan grande requiere una
técnica brutal que la gente te pide. Así
que necesito ponerme a estudiar en serio, pero ponerme
con mi padre, porque él fue quien me enseñó
los principios.

“Que un guitarrista
con tanto nombre nos ayude a los jóvenes, pues
es un halago”

El productor del disco es
Gerardo Núñez ¿cómo se trabaja
con un productor que además es guitarrista y
además es un fenómeno?

Gerardo tampoco se ha metido mucho en la producción,
o sea, que no me ha dicho haz esto y esto. Lo único,
venía y me daba consejos buenísimos siempre,
porque Gerardo es un pedazo de músico. Pero la
verdad es que me ha dejado bastante libre. Ha confiado
en mí y además estaba mucho tiempo fuera
con sus conciertos. Pero la relación que tengo
con Gerardo es buenísima, una amistad impresionante
y aparte del disco, me ha ayudado mucho. También
hice el disco de la Nueva Escuela… Que un guitarrista
con tanto nombre nos ayude a los jóvenes, pues
es un halago. Date cuenta que cuando Gerardo vino de
su tierra a Madrid no encontró apoyo de nadie.
Aquí estaba Paco, estaba Manolo Sanlúcar,
que eran guitarristas conocidos y que conocían
muchos festivales, y no le echaron una mano en ningún
momento. Eso me da bastante pena, porque es necesario
ayudar a la gente, por eso le tengo que estar agradecidísimo
a Gerardo Núñez. Me ha abierto muchísimas
puertas. Con él también lo tenían
que haber hecho.

En el disco hay bastantes
pies.

Sí, está la soleá por bulerías
que baila Sara Baras y una bulería que baile
Miguel Toleo.

¿Te gusta que suene
el baile?

Me gusta, por ejemplo, el tiempo que tiene Miguel el
Toleo. Tiene un tiempo muy personal y mete unos golpes
en la bulería que suenan como porrazos, pero
muy bien puestos, en su sitio. Y Sara Baras, hombre,
es que tenía que estar. Al principio me ayudó
mucho y me daba consejos. Yo también le ayudaba,
le decía hiciera su compañía…
Y entre los dos estuvimos ahí. Luego, cuando
va pasando el tiempo no sé por qué está
la cosa un poco apalancada, en el sentido de que éramos
nosotros. Pero luego con su ballet flamenco me he pasado
como siete u ocho años de mi vida tocando con
ella. Le hice música de tres o cuatro espectáculos
e hicimos un montón de galas por todo el mundo.
Pero al final, la verdad es que me quedé sorprendido
porque hicieron las cosas un poco mal conmigo. Yo había
estado siempre ayudando a todo, y a la hora de la verdad,
cuando hay guinda, cuando hay dinerito, no se enrollaron
muy bien conmigo, porque la música de la última
obra es de Manolo Sanlúcar y ahí hubo
un poco de… bueno que no nos entendimos bien.
Dejé de trabajar con ella y decidí plantearme
el tocar yo solo, que ya bastante había tocado
para bailar y necesitaba tener mis propias composiciones
y pararme: pensar que esta rondeña, por ejemplo,
iba a ser para mí y que no se la iba a dar a
nadir, sino para tocarla yo en directo, montarme mi
grupito y, si Dios quiere y nos ayuda, salir adelante.
Ir subiendo escalones despacito. Yo sé que esto
es muy delicado y muy difícil, pero quiero que
la gente me escuche y mostrar lo que siento dentro como
guitarrista y como persona.

¿Es verdad que los
artistas que colaboran en “Sin tanto” se
fueron ofreciendo, es decir, que no tuviste que llamarles?

Si, si. Es verdad. Me llamaban por teléfono “oye,
me he enterado que estás grabando, llámame”:
El Paquete, Bernardo Parrilla, el Mario, el Miguel,
el Lucky, Sara Baras… el Tomate también
quería hacer algo con nosotros, pero no sabía
cómo acercarse. Entonces estaba en el estudio
con mi compadre, Lucky Losada, y me dijo “¿por
qué no llamas al Tomate para tocar aquí
en la bulería?” Rápidamente cogí
el teléfono y hablé con él y me
dijo que sí. Es una persona muy enrollada, muy
buen aficionado: a pesar de la carrera tan grande que
lleva, es el más aficionado que hay de la guitarra.
Quedó una bulería muy bonita, y tocar
con ese hombre por bulerías ha sido un gustazo.

¿Te ha quedado algo
por meter en este disco?

Siempre te queda la duda de algo. Me hubiera gustado
tocar con Diego Amador una soleá por bulerías,
porque meter un piano en un disco de guitarra es muy
bonito, y sobre todo en las manos del Churry, que es
un bestia tocando. Se lo comenté, me dijo que
sí y estaba a punto de enviarle la música
pero me llamaron de Karonte y también Gerardo
y me dijeron que el disco se tenía que terminar
ya, porque la verdad es que me había pegado unas
trescientas o cuatrocientas horas. O sea que me lo he
currado pero bien.


Jesús del Rosario – Sin tanto

Biografía

 



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