Entrevista: Pablo San Nicasio
Fotos: Rafael Manjavacas
«NO HAY CANTES, HAY CANTAORES»
De la joven cantera flamenca, la provincia de Huelva es la que últimamente aporta más enciclopedismo, más rigor y más, si se puede, ortodoxia. Que todas las rutas jondas pasaban por el Odiel y el Tinto lo sabíamos, pero lo que ahora parece más claro que nunca es que no sólo lo hacíamos para entonar fandangos. Jesús Corbacho debuta en el mercado y, como sus paisanos, reivindica un buen puñado de cantes que no sólo tienen que ver con el legado de los Rengel, Isidro, Rebollo y compañía. De su todavía corta vida flamenca y de su “Debajo del Romero” charlamos en nuestro local madrileño. Dijiste hace cuatro años en esta misma web que buscarías la ortodoxia en tu debut y ha llegado el momento ¿Han cambiado mucho aquellos planes? “En cuanto a palos es lo que buscaba. Quería efectivamente ortodoxia y hay variedad de estilos. Se incluyen también unos tangos, que pueden acercar al flamenco a gente que quizá no tenga tanta familiaridad con los cantes más, digamos, áridos. Pero es algo lógico. Vamos, que todos alguna vez escuchamos “La Leyenda del Tiempo” y no pasa nada. Es lo que tenía en mente, gracias también la discográfica Picap. Ellos me han dado total libertad y respetado mis deseos de empezar en esto diciendo claramente que soy cantaor flamenco.” No es fácil eso “Me escucharon por la radio, me llamaron a casa y me ofrecieron hacer un disco. Y la verdad es que fue una sorpresa. Mira, fue poco después de la entrevista de tu compañero Manuel Moraga. Claro, tenía que ver si el momento era el adecuado, y me tiré dos años dándole vueltas. Hasta que empecé con ello. No se podía frivolizar. ¿Por qué la siguiriya da nombre a todo? “Bueno, el Romero da buena suerte, es un cante importante dentro del álbum, la siguiriya, y como la mata de romero, espanta lo malo y trae lo bueno”. Aludes a Niño Miguel nada más empezar “Sí, nos conocemos un poco. Fui a verle a Sevilla en su reaparición, y se alegraba de verme. La verdad es que sentía la obligación de dedicarle un tema. En Huelva no todo el mundo conoce la dimensión de ese hombre, algo alucinante. Alguna que otra vez canté con él en la calle…” ¿Qué hay de tu creación en este disco? “Los fandangos, la bulería y los tangos a medias con Juan Requena. Hay otro tema de David Lagos. El resto son populares.” Y más homenajes. “La zambra a Caracol y la malagueña a Morente. Dos artistas personalísimos y admirados por mí.” A propósito. También decías hace cuatro años aquí mismo que te gustaría tomarte un café con don Enrique Morente ¿lo lograste? “Fue inolvidable, sí tuve la suerte de tomarme un café con él, o algo parecido, vamos. Él me trató como un compañero, era un cantaor histórico y a la vez era el más cercano. Mientras hay gente que va a ver si pegas un gallo, él nos apoyaba. Nos tomamos en Buenos Aires un dulce de leche juntos, durante la primera bienal de flamenco. Yo iba en el espectáculo “Mujeres” de Merche, Belén y Rocío. Lo vi porque vino a vernos actuar. Pero me daba cosa saludarle. Se acercó y me felicitó. Se me sigue poniendo el pelo de punta. Tenía el disco “Pablo de Málaga” y me lo firmó así: “A mi compañero Corbacho, que tiene talento y arte”. Lo del talento y el arte yo no lo sé, pero la palabra compañero muestra su grandeza…este no daba codazos. Morente era un ejemplo.” “Se me sigue poniendo el pelo de punta. Tenía el disco “Pablo de Málaga” y me lo firmó así: “A mi compañero Corbacho, que tiene talento y arte”. Lo del talento y el arte yo no lo sé, pero la palabra compañero muestra su grandeza…este no daba codazos. Morente era un ejemplo” Compañero y artista a pesar de que no tienes orígenes profesionales flamencos “Profesionales no, pero mi abuela o mi padre, por ejemplo, siempre cantaron mucho por fandangos, algo que también es habitual en Huelva. Mi padre me acostaba por fandangos y yo le pedía que lo repitiese una y otra vez. ¿Llegaste a conocer a Toronjo? “Si, cuando era pequeñito, con nueve años. Empezaba yo a tocar en la peña flamenca de Huelva, me acerqué a él y le dije que me gustaba mucho cantar. Y me puso así las manos en la cabeza…y me dijo que siguiera cantando.” ¿Pero ibas para guitarrista? “Bueno, aprendí y hasta dí algunas clases con Juan Carlos Romero. Pero me apunté a la escuela de Fandangos y luego gané el concurso infantil de Paco Toronjo con once años. Con quince gané el de adultos. Y ya vi que el cante era lo fuerte. Aunque no te creas, que un día acompañé por fandangos y alegrías a Arcángel en Huelva en una gala benéfica, creo que hay algún vídeo por ahí…lo pasamos en grande.” De tus años en la fundación Cristina Heeren ¿Con qué te quedas? “Con muchas cosas. Me dieron la beca a raíz del concurso y nada, me trasladé de ciudad. Estuve viviendo en casa de mi tía. La Fundación es la culpable de que yo viva en Sevilla, que yo creo que es donde está el “meneo” de trabajo ahora mismo. En Huelva apenas hay movimiento más allá de las peñas. No hay tablaos, con lo cual no se puede vivir de esto. Vamos, un verdadero empollón “Escuchaba las clases con atención y bueno, no se dio mal. Cuando eres joven y tienes los maestros que nos encontramos allí, Paco Taranto o José de la Tomasa, pues todo es más fácil. Ellos te enseñan pero no te imponen, dejan que expreses tu personalidad. Y por eso allí no salen “calcamonías”, cada cantaor es diferente.” Antes de todo ¿Tuviste realmente maestros de cante? “Bueno, la verdad es que un poco de todo. Mi madre ponía de su parte comprándome discos de Camarón, de Flamenco por palos, de “un tal Antonio Mairena”, claro ella no lo conocía mucho porque no estaba muy metida en esto. Dí también algunos recitales en la peña femenina de Huelva. Mi primera siguiriya la aprendí con estrofas de una antología de Camarón y otra de un disco de Tío Borrico y en mi primer recital me tiré cinco letras por siguiriya que no sé como no se aburrieron… (Risas). “Nosotros podemos tener el rol o el papel de defender la ortodoxia o las formas de Huelva, pero debe ser un orgullo para nosotros que los demás canten los estilos de nuestra tierra. Como cuando cantamos por bulerías y les gusta a los de Jerez ¿no?” ¿Qué opinaban de tus fandangos esos maestros? “No llegamos a darlo en las clases. Dimos otros estilos, tocó así y ya está. Veíamos cantes de Triana, de lo que eran expertos. Pero nunca se deja de aprender, aunque uno sea de Huelva. El otro día oí a un chiquillo por fandangos y hacía cosas muy curiosas, no deja uno de aprender.” ¿Está registrado el número total de variantes fandangueras? “Antonio González “El Raya” los tiene enumerados, en un libro que llegó a ser premio de la Cátedra de Flamencología. Unos cuarenta y pico diferentes. Muchos parecidos, pero diferentes al fin y al cabo.” Y los de Huelva ¿Qué opináis de los foráneos cantando por fandangos? ¿Cómo está el nivel? “Pues mira, opino una cosa. Hay muy pocos cantaores de fuera que canten por Huelva. Y creo que parte de la culpa la tenemos los de allí. Muchas veces oíamos a gente de fuera y levantábamos las orejas a ver qué tal. Y vale, nosotros podemos tener el rol o el papel de defender la ortodoxia o las formas de Huelva, pero debe ser un orgullo para nosotros que los demás canten los estilos de nuestra tierra. Como cuando cantamos por bulerías y les gusta a los de Jerez ¿no?” Estilo a veces maltratado, el fandango “Es un cante que va directo al grano. En cinco versos te cuenta la vida misma. Y es tan difícil y grande como cualquier otro estilo. Ya sabemos que no hay cantes, hay cantaores.” ¿Sigues cantando para bailar? “Sí, claro, con Marco Flores, Manuel Liñán…claro. Son grandísimos bailaores y siempre aprendo.”
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