Jesús Carmona (Barcelona, 1985) estará en Barcelona en el Teatre Victoria del 20 de septiembre al 1 de octubre con «Baile de Bestias» galardonada con dos Premios Max en 2022 a Mejor Espectáculo de Danza y Mejor Interpretación Masculina de Danza. En lenguaje más sencillo: es el máximo reconocimiento de nuestras artes escénicas a lo qué se cuenta y a cómo se cuenta. Indicativo de que perderse esta visita de Carmona a la avenida del Paralel sería un error para cualquier amante de las artes, de lo coreográfico o del flamenco. Completan la «ficha artística»: Ferrán Carvajal (Alt Penedés, 1976) y la dirección musical de Manu Masaedo (nacido en Granada en 1989 y criado en Barcelona). Completan la «ficha artística» Emilio Valenzuela (escenografía), Luis Perdiguero (iluminación), y José Ventura & Visori (el vestuario).
Por Carolina Le Port
Jesús ¿cómo describes tú este espectáculo? «Para mí es un viaje, un viaje de renacimiento, un viaje de descubrimiento, un viaje en el que he aprendido de una forma real a entender al «ser humano» y como consecuencia a mí en los momentos complicados y como intentar gestionar esas situaciones complicadas. Este espectáculo muestra precisamente eso: nos vamos a encontrar a dos personas en el escenario que no se conocen y que de pronto se encuentran con la mirada y se les abre un bosque, un bosque interno de emociones, de bestias, de ilusiones… en el que se hace un recorrido muy intenso y muy bello».
¿Cuáles son las «bestias» de Jesús Carmona? «Hay muchas y son cambiantes. Esto nació desde unas bestias. Yo al principio me negaba a decir que esto era un espectáculo que había nacido del sufrimiento de la pandemia, pero con el paso del tiempo me dí cuenta de que este era un espectáculo que me ayudaba a entender lo que yo había pasado durante la pandemia. Hay bestias muy universales, como es el dolor, como es la vergüenza… y hay otras bestias que son muy personales que siempre se van a quedar para mí».
¿Y en el flamenco, cuáles son las bestias del flamenco para Jesús Carmona? «Para mí las bestias del flamenco casi siempre somos uno mismo, porque los que amamos esta profesión y amamos este arte siempre nos decimos que tenemos que aprender, que nunca sabemos suficiente, que esto nunca se termina. Esto es para mí una de las bestias del flamenco, que es persistente durante toda la carrera. Ese amor tan infinito que hace que esto se transforme en «vampiro», necesitamos escuchar, necesitamos ver, para seguir con vida».
«En este espectáculo he conseguido llegar a ese punto en el que me siento yo. En el que no tengo miedo, en el que me importo yo, en el que trabajo para mí. Son metas que he alcanzado con este espectáculo». Sus creaciones han recorrido la geografía mundial y resalta que en 2018 cuando estuvo con su compañía en Nueva York alcanza esa meta que se había marcado en su infancia. «Todo lo que llega a partir de ahí es un extra sobre los sueños que él había proyectado como niño. Ese niño que crece en una familia muy feliz, y que no sabe ni cómo ni cuándo sintió esa llamada del flamenco».
Carmona pertenece a lo que yo denomino los «BailadOrs» una extraordinaria generación de bailaoras y bailaores nacidos en Barcelona y Tarragona entre los años 80 y los 2000 : Ana Morales, Belén López, Yoel Vargas, Jonatan Miró, José Maldonado, el Yiyo a los que daremos su debido espacio en próximas publicaciones.
«Lo que ha tenido siempre Barcelona es que nos hemos nutrido de toda la gente que ha venido de Sevilla, de Madrid, de Jerez» me explica Carmona «yo recuerdo en la Tani o en José de la Vega que nos juntábamos todos esos nombres que tú estás diciendo y muchos más para tomar todos esos cursillos. Creo que eso nos ha hecho crear nuestra propia forma, bueno, como el flamenco, que es una mezcolanza de culturas y de razas, por así decirlo, nosotros los catalanes, hemos tenido que crear nuestra propia identidad, aún ya teniéndola. También cogiendo de todo. Hace que seamos unos intérpretes con un abanico enorme. Todos entre nosotros somos unos intérpretes muy diferentes, pero nos marca un común, una fuerza, una forma específica, una forma muy catalana a veces de colocar los brazos, de colocar el hombro, que eso sí nos identifica a todo, pero luego somos totalmente dispares entre nosotros».
Unas extraordinarias «bestias» del baile flamenco que conectan de forma directa con las «bestias» que fundan todo un universo de baile flamenco en el mismo lugar: Carmen Amaya, La Chunga, la Singla o la Chana, y que probablemente podamos destacar la capacidad de Tani Figueras como una «canalizadora y catalizadora» de esa sabiduría flamenca que ha sabido transmitir desde lo más técnico hasta la necesidad de una autoría propia para pertenecer a esta rúbrica del «BailadOr», así como la vanguardia de Vicente Escudero depositada en la escuela de José de la Vega.
«La Tani » actuó con Farruco, Manuela Carrasco, Camarón de la Isla , Lole y Manuel, La Paquera , El Güito, Pepe Mairena, Tomatito, Pansequito, Turronero, Manzanita, Matilde Coral… y ha sido la maestra de Jesús Carmona, Belén López, Jonatan Miró o la propia Rosalía, quien sostiene la chaquetilla en sus «Bulerías» con ese gesto tan característico de la Tani. A mi pregunta sobre Jesús, me responde: «yo me siento muy halagada y muy orgullosa de haberlo tenido en mi escuela cuando él empezó conmigo que era muy jovencito, ya sé le veía las cualidades, al menos yo se las veía. Un niño muy trabajador, un niño con mucho tesón… muy buen muchacho, muy buen niño. Yo le quería mucho y siempre me he alegrado de todo lo bueno que le ha pasado en la vida, y me alegra mucho que haya llegado donde ha llegado» me cuenta la Tani, cuando le preguntó por ese Jesús Carmona.
Y es que este bailaor, bailarín, coreógrafo tiene en su haber el Premio Nacional de Danza, el Benoit, varios premios Max, el Desplante...»Para mí todos estos reconocimientos, no me los he esperado nunca, son siempre una sorpresa. Desde el primero que me dieron, que fue el Premio Nacional: «hay muchos ojos que me están mirando de los que yo NO era consciente. Que miraban mi trabajo, que alguien decida premiarlo… ¡cuánta gente mira mi trabajo! Esto es una responsabilidad tremenda. Esto es una cosa de año, tras año, de trabajar y trabajar y seguir trabajando. No poderse permitir un patinazo. Mis proyectos tienen que estar al nivel de un Premio Nacional o de un Premio Internacional como es el Benoit».
Galería fotográfica de Jesús Vallinas