Entrevista a Duquende, por Luis Troquel

 
‘El
flamenco en sí mismo es mucho más grande
y abierto de lo que la gente se cree’.
Foto: Ros Ribas
‘De entrada no
puedes encerrarte en un flamenco antiguo porque no te
vas a enterar de nada, es mejor empezar por Camarón’.
Foto: Ros Ribas

Por
más lento que suelan grabar los flamencos,
lo de Duquende tiene tela. Si hubiera grabado un disco
accesible a mediados noventa, aquellos que lo veían
como una rencarnación de Camarón se
lo hubieran quitado de las manos.

‘Que me comparen con semejante
mito es un orgullo, eso está clarísimo,
pero él era Camarón y yo soy Duquende,
soy de su escuela y a partir de ahí estoy haciendo
mi propio camino’.

Su
nombre (‘Duende’ en la lengua de los gitanos
rusos) suscita controversias.

‘No se puede estar siempre
con los cuchillos en las manos para escuchar una persona
cantar o tocar la guitarra. Primero que se relajen
y le dejen hacer, que lo escuchen con un oído
bueno’.

Le gusta decir que el único
que entiende de flamenco es ‘el vello cuando
se eriza’. Y más en su caso. Juan Rafael
Cortés ‘Duquende’ es de los que ponen
los pelos de punta. Tiene detractores y seguidores
fervorosos por motivos inversos a otras de las cabezas
más visibles de la escena catalana. Una escena
que quizás sólo exista desde un punto
de vista geográfico.

A
siete años de su puesta de largo ‘Con
la guitarra de Tomatito’ (Nuevos Medios), Duquende
presenta ‘Samaruco’(Universal) desde Sanlúcar
de Barrameda. No ha hecho falta ninguna grabación
en todo ese tiempo para consolidar su prestigio. Su
aguda voz se ha templado acompañando en cinco
giras al mismísimo Paco de Lucía, presente
también en las bulerías de este disco.

‘Que te llame él
a casa y te proponga formar parte de su grupo me ha
hecho sentir el hombre más feliz del mundo’.

Pero
si un nombre impregna todo este ‘Samaruco’es
sin duda el de Isidro Muñoz.

‘Compone como nadie. Nos
conocimos en una grabación de un guitarrita
marsellés y luego él me escogió
para intervenir en la película ‘Flamenco’.

Del
clan de los Sanlúcar (que al igual que el de
los ‘De Lucía’ no se limitan a una
guitarra magistral), le ha confeccionado un trabajo
arriesgado, despreciando las enormes posibilidades
comerciales del de Sabadell en favor de las puramente
artísticas, demostrando que para innovar no
es necesario recurrir siempre a la fusión.

‘El flamenco
en sí mismo es mucho más grande y abierto
de lo que la gente se cree’.

Con
‘La telita’ como única concesión
(por otro lado muy acorde con la más acancionada
prehistoria musical de Duquende), no ha escuchado
los cantos de sirenas que le proponían un disco
rítmico y llevadero.

‘Me lo ha planteado otra
gente del flamenco, pero yo no quiero que se muera
lo que más amo’.

Si
nadie ponía en duda su compás, aquí
se atreve a alterar palos tan sagrados como la soleá
por bulerías, la taranta o unas estremecedoras
seguiriyas. El Duquende de ‘Samaruco’ es
más moderno que propiamente actual, aunque
en su casa prefiera escuchar a voces que ya sólo
existen en disco.

‘De entrada no puedes encerrarte
en un flamenco antiguo porque no te vas a enterar
de nada, es mejor empezar por Camarón’.

Entrevista. Rafael
Manjavacas

 



Salir de la versión móvil