Entrevista: Pablo San Nicasio Ramos
Fotos: Rafael Manjavacas
«Mis maestros han sido mis compañeros»
Tiene nombre de teólogo renacentista. Debe ser por eso por lo que a este pedazo de cantaor siempre se le dio bien moverse entre todo tipo de “dioses” de la música. Hasta Karajan se removió en su butaca cuando le oyó cantar por soleá.Alfonso Salmerón Salmerón (Almería, 1944), recién jubilado del conservatorio, será objeto de un homenaje a toda una vida, más de medio siglo, dedicada al cante.
El Johnny tiene este viernes una cita de las suyas, acontecimiento de postín. Y el flamenco no puede fallar a quien lo lleva dando todo desde los siete años, cuando ganó su primer concurso.
Homenajeado, pero no porque te vayas ni porque la cosa vaya mal “No, la cosa no pinta por ahí. Yo me he jubilado en octubre, cuando cumplí los sesenta y cinco y ya no canto en el Conservatorio de Danza. Es sólo eso. Porque yo aquí estoy para cantar donde y cuando me llamen. Afortunadamente estoy bien de salud, me cuido, no bebo, no fumo, voy al gimnasio y todo y la voz no me falla. Así que digamos que incluso a partir de ahora tendré más tiempo para cantar por ahí”
¿Cómo te contaron lo del Johnny? “Pues hablando un día con Alejandro Reyes, él me dijo “¿Tú cuándo te jubilas? Te voy a hacer un homenaje, pero en vida y estando bien, que te lo mereces Alfonso, que tú has hecho cosas que no ha hecho nadie, y va a ser sonado” así que figúrate. Yo encantado. Sabiendo quién es él, un personaje digno del mayor de los homenajes como es Alejandro, que organiza tantas y tantas cosas…y la cosa se ve que se ha acelerado y ya tenemos este cartel. Sólo tengo palabras de agradecimiento para él.”
Va a venir gente de cantar detrás, gente que empezó contigo, grandes figuras… “Es un cartelazo. Porque está gente como…bueno, es que todos son enormes porque si te pones a mirar de uno en uno, todos tienen algo importante y forman parte de mi vida. Figuras, jóvenes promesas que cantan para rabiar, fenómenos de la guitarra… va a venir hasta Andrés Caparrós, que estaba metido en la organización del primer concurso que gané con siete años en Radio Juventud de Almería.”
Y gente que se curtió contigo en Madrid, que casi es tu ciudad “Adoro mi tierra, Almería, pero sí, es cierto que vine a los veinte años a los tablaos, a todos, y no me volví a ir para allá, salvo para pasar temporadas puntuales. Aquí en Madrid es donde se mueve la actividad flamenca, y todos nos vinimos a esta ciudad. No es desdén a Andalucía, es pura realidad. Así que me quedé aquí a vivir. También te digo que yo mi primer viaje, lo hice a Barcelona. Allí, cuando yo tenía quince o dieciséis años, se cocía mucho flamenco. Estaban “El Pescaílla”, la “Camboria”…y nos fuimos y grabamos gracias al maestro Padilla dos discos para la casa Belter. Éramos un trío de Almería “Los Jilgueros”. Íbamos en el mismo plan que salieron “Los Gaditanos”, un grupo de la misma época…grabando cosas aflamencadas. No eran cosas puras.”
Luego me volví a Almería y estuve trabajando bastante tiempo en el mundo de la hostelería a la vez que cantaba. Cuando los hermanos Habichuela, que habían empezado allí en Almería, me llamaron y me vine a Madrid con ellos”.
Medio siglo conviviendo con gente impresionante “Si te soy sincero me gustaría escribir un libro donde contar tantas y tantas historias que me han pasado en el flamenco y con los compañeros. Es que no acabaría si tuviera que decirlo de viva voz. Estábamos en el tablao y tratábamos de saber a qué hora iba a estar la Paquera en este otro tablao para ir a verla, o Fosforito, Lucero Tena… luego nos reuníamos en ventas después de trabajar y nos cantábamos los unos a los otros… era un tropa impresionante: Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, Camarón, Porrina, Terremoto, Chato de la Isla, Peret, Chano Lobato, los hermanos Toronjo, Paco Cepero, la misma Rocío Jurado andaba por allí porque ella vino a Madrid cantando sobre todo flamenco, aunque luego cambiase. Yo creo que esa segunda mitad del siglo XX ha sido la mejor época del flamenco, la dorada. También con fatigas, pero gloriosa”.
Hablas como si fueran tiempos de mayor compañerismo. No digo más calidad, que no lo sé, digo buenas relaciones entre los artistas “Había de todo, pero en general, sí. Date cuenta que nosotros aprendíamos viéndonos los unos a los otros. Era lo que había. Tratábamos de juntarnos con todos porque de todos se podía sacar algo, cada uno teníamos nuestro estilo y eso era información para el compañero. Además las relaciones del cantaor con su guitarrista eran más estrechas. Yo trato al mío, a Rafael Andújar como uno más de la familia. Nos conocemos, entendemos, tratamos de avanzar juntos. Ahora quizá se canta, se coge el sobre y para casa, cada uno a lo suyo y ya está. El buen rollo de antes puede que se haya perdido. Yo he tenido de maestros a mis compañeros”.
“Me gustaría escribir un libro donde contar tantas y tantas historias que me han pasado en el flamenco y con los compañeros. Es que no acabaría si tuviera que decirlo de viva voz”
Ahora los flamencos aprenden en el conservatorio “Y me parece fantástico. Yo he estado desde el año 95 siendo el cantaor del Conservatorio de Danza y he visto pasar bailaores y bailaoras de un nivel increíble. De hecho, como se está viendo, luego todos ellos, o un porcentaje muy alto, acaban en el Ballet Nacional o en sitios grandes, porque lo valen. El baile y la guitarra es lo que más ha evolucionado. Se nota mucho, la labor de los profesores y los conservatorios.
También los jóvenes tienen Internet y de ahí se puede sacar mucho, en la discografía…si es que ahora en casa un cantaor lo tiene todo a su disposición…antes era imposible. Los jóvenes además ahora tienen más libertad de acción y yo no me opongo. Fíjate que yo he grabado rumbas con “Los Jilgueros”, discos de Salsa y también con una banda de jazz… estos chavales vienen pegando muy fuerte, el viernes podremos ver varios ejemplos…”
Alfonso Salmerón foto: Archivo personal del artista
Alfonso Salmerón con Chiquito de la Calzada (en Japón) foto: Archivo personal del artista
Acuérdate ahora de ellos “Que estudien, que esto es como la carrera de Medicina. Que no vale con saberse treinta cantes. Esos hay que pulirlos, escucharlos, cambiarlos, estudiar…y que no se piensen que con treinta años están en su mejor momento. Yo creo que un cantaor lo es de verdad a partir de los cincuenta. Cuando sabe y aún puede. Tiene experiencia y, si se ha cuidado, puede ser un verdadero maestro. Antonio Mairena es el mejor ejemplo de todo esto. Yo creo que ahora podré dedicarme más a estudiar y a pulir la voz, a grabar una antología como debe ser…ya lo veréis”.
Tú puedes dar consejos y no sólo de flamenco, dos años en la Ópera de Viena darían para mucho “Yo creo que fue una de las experiencias más gloriosas de mi vida. Estaba yo en el Ballet Nacional, de cantaor. Y entonces Karajan se oponía a que en la ópera “Carmen” hubiese cante en directo. Digamos que no le pegaba con lo que allí se daba. No obstante nos hizo una prueba para ver el resultado, porque tampoco había escuchado mucho flamenco. Así que me puse a cantarle por soleá, me acuerdo que me tocó Carlos Habichuela. Y nada, que le encantó y estuve dos años en la Ópera de Viena, con una disciplina increíble, nada que ver con los demás estilos de música, al lado de gente como José Carreras, que me enseñó muchísimo en cuando a respiración, colocación de la voz…fue maravilloso. El hecho de viajar a Japón, donde he estado catorce veces y me hicieron una peña, a sitios como Italia, con esos teatros…te hace ver la música de otra manera, y la vida, claro”.
“Ahora quizá se canta, se coge el sobre y para casa, cada uno a lo suyo y ya está. El buen rollo de antes puede que se haya perdido. Yo he tenido de maestros a mis compañeros”
Quizá todo lo cultural se valora de otra manera “No lo sé, pero desde luego en Japón, por ejemplo, sin duda el flamenco se valora más que aquí. Yo he vivido noches en Tokio en las cuales se programaba flamenco en cinco grandes teatros a la vez, cosa que aquí en Madrid o en Sevilla…”
El flamenco no entiende de públicos “Mientras sea selecto, respetuoso, callado, me vale. A veces estás en festivales con miles de personas pero sólo cien está pendiente de ti. Otros están más de charloteo con los amigos, en la barra…y esos públicos a uno le acaban descolocando. El público flamenco debe ser respetuoso y estar en lo que está, el flamenco lo merece. Y esos públicos te los encuentras donde menos te esperas”.
¿Te arrepientes de algo o echas algo en falta? “No. He trabajado de lo que me ha gustado, y bien es verdad que no todo ha sido un camino de rosas, porque las fatigas se han pasado. Pero todo ha servido y de todo se ha aprendido.
Quizá lo que me hubiera gustado era poder cantar, o ver más veces, a gente como los hermanos Pavón. A Pastora y a su hermano Tomás… para mi ellos han sido lo máximo en esto. Bueno, no se puede conocer a todo el mundo”.
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