“Se me saltaron las lágrimas viendo bailar a Eva Yerbabuena por soleá”
por Manuel Moraga
“Va siendo hora de que todos empecemos a conocer a Adrián Sánchez” comenta la bailaora, coreógrafa y Premio Nacional de Danza Eva Yerbabuena. Cuando el río suena… Y suena desde los 15 años, porque desde entonces lleva este bailaor y coreógrafo granadino ganándose la vida con el arte. Su camino está hecho a base de tesón, honestidad, nobleza, respeto y compromiso. Últimamente ha trabajado más con su Compañía Taracea, pero ahora Adrián Sánchez está actuando todo el mes de julio en el Corral de la Morería, cerrando así el 50 Aniversario de este mítico espacio flamenco madrileño. Es una ocasión perfecta para acercarnos a la personalidad de este artista absolutamente recomendable y que sorprenderá a más de uno.
¿Quién es Adrián Sánchez, según Adrián Sánchez? Soy un tío normal. Como persona soy lo más normal del mundo. Artísticamente soy un flamenco clásico adaptado a nuestros días.
Un “tío normal” no baila como lo haces tú… (Silencio) Te agradezco esa opinión.
Y no debes ser tan “normal” cuando Eva Yerbabuena, nada más y nada menos, habla de ti de esa forma… Eva es muy “bonica”… Es muy buena gente…
El Corral de la Morería, quizá el más emblemático de todos los tablaos del mundo, cierra su celebración del 50 Aniversario con Adrián Sánchez. Estoy muy contento de trabajar en el Corral de la Morería. A mí me encanta el misterio… Así que no te extrañará si te digo que el Corral tiene una energía especial creada por tantos maestros que han pisado esas tablas. Y, por supuesto, agradezco a Blanca del Rey su confianza. Sé que para ella es muy importante esta celebración y sólo espero estar a la altura de esa circunstancia, de ese aniversario tan importante.
¿Qué diferencia hay de bailar con la Compañía o bailar en un tablao? En el tablao me siento más libre, más dueño de mí mismo. Intento sacar lo que hay dentro pero sin llevarlo preparado.
“Por defender mi profesión sería capaz de casi cualquier cosa”
¿En tu casa había algún antecedente flamenco? Ninguno. De pequeño me apunté a una academia de barrio para aprender sevillanas y ya entonces mi profesora vio que podía tener cualidades para el baile. Me decía “la gente aprende las sevillanas en tres meses y tú te has aprendido las cuatro en una semana. Tienes que seguir con esto”. Estuve un año en esta escuela y después pasé a las academias más punteras que había en Granada, con Mariquilla y con Maite Galán. Ahí puede decirse que empecé mi carrera profesional, porque con trece años bailaba con Mariquilla y con quince ya estaba trabajando en una sala de fiestas.
¿Te costó elegir el camino de tu vida? Absolutamente nada.
¿Pero tuviste que tomar la decisión de dedicarte al baile o la vida te fue llevando? Me fue llevando la vida. Nada más empezar a bailar profesionalmente supe que era eso lo que realmente me gustaba. Ni siquiera le pregunté a mi padre. Estudiaba en el “nocturno”, porque todavía estaba en BUP, pero me era imposible seguir con todo. Por la mañana tenía clase y ensayo con la Compañía; por la tarde me iba a estudiar al instituto y a las nueve y media tenía que estar en la sala de fiestas para trabajar. Terminaba a la una de la mañana… ¿Quién iba a coger un libro de matemáticas a esas horas? Tuve que abandonar.
¿Recuerdas tu primer sueldo? Me lo gané en esa sala de fiestas… hace ya mucho… Eran tres mil pesetas al día, o sea noventa mil pesetas al mes, que en aquella época estaba muy bien. No sabía qué hacer con el dinero ¡tenía 15 años! … Sin embargo, ya había bailado estando con Mariquilla y recuerdo aquella época como una de las mejores de mi vida porque estábamos en el cuadro gente como Beatriz Martín o Eva Yerbabuena entre otros. También entonces salíamos a bailar, pero creo que no me pagaban. De modo que mi primer sueldo consciente fue en esa sala de fiestas.
“En el tablao me siento más libre, más dueño de mí mismo”
¿En Granada se baila diferente? Se baila con mucha fuerza. Somos muy salvajes, pero no porque bailemos en cuevas ni nada de eso, sino porque lo da la tierra. Yo me separé de ese baile granaíno salvaje en cuanto empecé a estudiar la carrera de Clásico Español. Ahí comencé a entender al baile como creí que había que entenderlo. Todavía hay gente en Granada que no lo entiende así. Aprendí y adapté mi baile conforme a Antonio el bailarín, a Antonio Gades, a Manolete, a Farruco… Esas eran mis referencias, que creo que son la base clásica del flamenco. Pero sí es verdad que en Granada se baila un poco así a lo “¡vámos p’allá!”
¿Cuántas horas puedes dedicarle al baile en un día normal de tu vida? Realmente el baile me quita casi todo el tiempo. Hay días que entre clases y ensayos le dedico entre ocho y nueve horas al baile.
¿Qué es más difícil: aprender o enseñar? Las dos cosas son complicadas, al menos para mí. El enseñar quizá resulte más fácil porque la experiencia personal y profesional te hace partir con una cierta ventaja. Evidentemente, lo que tienes que seguir aprendiendo es más difícil que lo que uno ya ha caminado en este mundo… En fin, no creas… si lo pienso bien, la balanza está bastante equilibrada entre las dos facetas.
¿Sigues aprendiendo? Por supuesto. Ahora estoy aprendiendo de mí mismo. Creo que también hay que meterse ahí, aprender de uno mismo. Mi formación “oficial” paró un poco cuando empecé con mi Compañía, o al menos con la Compañía tal como la tengo ahora, es decir, hace unos dos años. El último bailaor con el que tuve la posibilidad y la suerte de aprender fue con Domingo Ortega. Desde entonces estoy metido en mí mismo, en mi propio estudio, en poner una mano aquí o allí conforme a lo que yo siento.
¿Por qué montaste la Compañía? Porque me gusta estar rodeado de gente. Me gusta bailar en solitario, pero también me gusta que me digan y decir yo. Y, desde luego, porque me gusta crear. Cuando tienes gente alrededor, creas. Estando solo cuesta más trabajo la creación.
“Aprendí y adapté mi baile conforme a Antonio el bailarín, a Antonio Gades, a Manolete, a Farruco…”
¿Cómo creas? ¿Cómo es tu proceso? Primero tiene que estar la idea. La idea tiene que salir antes o después. Si no la tienes hay que forzarla, meterse en el estudio y empezar a trabajar. Cuando comienzas a trabajar las ideas van fluyendo solas. Conforme empiezas a montar un baile, las ideas se van sucediendo, pero la idea principal, el concepto, es otra historia.
Se sabe cómo y dónde se aprende a bailar, pero ¿dónde se aprende a coreografiar? No se aprende. Quiero decir que puedes hacer unas master class con Mario Maya, por ejemplo, que te puede orientar, pero la coreografía en sí es lo que uno va aprendiendo a lo largo de su vida. Hablo de una coreografía de Compañía, porque también te puedes coreografiar a ti mismo como quieras. Para mover a la gente tienes que haber visto mucho, tienes que sistematizar lo que has aprendido, tienes que asimilar todo lo que se ha vivido trabajando en otras Compañías…Para eso precisamente sirve el paso por una Compañía. Y también hay que conocer otros aspectos como la iluminación, el vestuario y, en fin, todo lo que hace que una coreografía sea una obra global. Hay profesionales expertos en cada faceta, pero un coreógrafo debe tener unas nociones mínimas de cada uno de esos elementos.
El baile flamenco tiende hoy a presentar espectáculos basados en uno, dos o, como mucho, tres bailarines en escena. Por eso me preocupa el futuro de la profesión de coreógrafo de grupos. Sí, ese oficio peligra porque son apuestas costosas, de difícil rentabilidady para las que apenas hay ayudas. Acceder a un circuito es muy complicado hoy día.
¿Sutilidad o espectáculo? ¿Bailar para dentro o para fuera? Me gusta tanto el detalle como la espectacularidad. Suelo utilizar las dos cosas dependiendo de dónde y con quién. El espectáculo lo dejo para sitios muy determinados pero aun así es muy cierto que busco mucho la sutileza. La gente que entiende va a ver justamente eso, el detalle. Sin embargo, para el público menos especializado esas sutilezas pasan desapercibidas. En cualquier caso, hay que intentar dominar las dos facetas.
Antes de salir al escenario ¿Sabes si estás bien o no? No. O mejor dicho, siempre que voy a salir al escenario pienso que estoy mal. Por eso procuro no pensarlo mucho y centrarme sólo en que tengo que salir a dar todo lo que pueda de mí. Después, conforme esté tu cuerpo ese día, todo fluye de una manera o de otra.
“Me gusta tanto el detalle como la espectacularidad”
Para llevar una Compañía ¿es más importante mandar o dirigir? Son dos conceptos que van juntos pero que hay que separar. Si diriges tienes que saber mandar. Dirigir es fácil si tienes las ideas claras, pero si lo que toca es mandar hay que saber hacerlo, porque dependiendo de cómo lo hagas te puede revertir en unos resultados u otros. Y si uno sabe mandar, también resulta más fácil dirigir. No es sencillo. Todo es muy complicado cuando el trabajo depende de mucha gente.
Estás haciendo dos espectáculos, uno en solitario y otro en Compañía, y tu Compañía se llama Taracea, como el espectáculo. La taracea es una técnica artesana de decoración. Se basa en incrustar en la madera diversos materiales y colores que van formando dibujos. Es una de las artesanías típicas de Granada.Y al igual que los trocitos de madera o de diferentes materiales van componiendo una imagen para una mesa, para un joyero o para un mueble, mi espectáculo está basado en diversas piezas que forman un baile y la suma de esos bailes conforma el espectáculo final en el que el espectador puede extraer una idea global.
Y ahí, supongo, vas pasando por distintos palos. Sí, el que más palos lleva siempre soy yo (ríe). Se hacen alegrías, romeras, fandangos de Granada, copla, taranto, tangos, etc. Todo va muy ligado y el encargado de ligar los doce palos soy yo. El espectáculo va sin descanso para que todo quede de esa forma… Es la misma filosofía que la taracea, que se basa en la unión armónica de muchos trocitos que cobran sentido cuando se ven en su globalidad, sin solución de continuidad.
“Soy un flamenco clásico adaptado a nuestros días”
¿Es más difícil concebir la criatura o criarla? Mantener un hijo cuesta mucho porque siempre quieres lo mejor para él. En el caso del espectáculo, también. Además, tienes que mantener a la gente y no siempre puedes tener a las mismas personas contigo. También hay que mantener el trabajo, y ahí tienen que estar los profesionales como el manager o el productor… Y quien dirige la Compañía, en este caso un servidor, no sólo tiene que coreografiar, sino que debe conseguir que el trabajo realizado tenga una continuidad, que la gente esté contenta, que sepa que va a haber trabajo. Realmente se trabaja muy duro para poder mantener una criatura.
¿Y las criaturas crecen con el tiempo? Siempre. Aparte de que uno se cansa de hacer lo mismo,la vida te va enseñando cosas que uno va trasladando su trabajo.
¿Cuándo te ha destemplado últimamente el cante? En un pueblo de Zaragoza, mi cantaor hizo un trocito de farruca que, no sé cómo me pilló, pero me salieron dos lagrimones. Cuando terminé de bailar todavía me preguntaba ¿qué me ha pasado?
¿Has llorado viendo bailar o escuchando cantar o tocar? Se me saltaron las lágrimas viendo bailar a Eva Yerbabuena por soleá en el teatro de El Escorial. Ella no lo sabe, pero fue así…. (silencio).
A pesar de lo que digas, no creo que Adrián Sánchez sea sólo “un tío normal”. Además de tu baile, de tu arte, además de la dignidad y la humildad que demuestras dentro y fuera del escenario ¿Qué otras cosas definen a Adrián Sánchez? El amor a mi familia.
¿Te gusta leer? Procuro dejarme siempre algún rato para la lectura. Como te decía, me gustan los temas de misterio y el último libro que me he leído es de la colección Cuarto Milenio. Y ahora me estoy leyendo “La sombra del viento”. Me habían hablado muy bien de él. También tiene su misterio, pero envuelto en un romanticismo exquisito. En el fondo, me parece un libro que rinde homenaje a los libros, a la imaginación, a la fantasía, al amor… y al amor que los libros son capaces de despertar por la propia lectura.
¿Qué película te ha gustado más últimamente? “Volver”, de Pedro Almodóvar.
Almodóvar es otro enamorado del flamenco…Como sabes, en “Volver” canta tu paisana Estrella Morente… ¿Te imaginas cómo hubiera sido tu vida sin el flamenco? No. No puedo. No hay otro oficio que me guste que el de bailaor flamenco. No me lo puedo imaginar. Ni me lo planteo.
Dedicarse a se bailaor flamenco es un compromiso. Ese compromiso lo adquirí en el momento que empecé a trabajar con quince años, cuando vi que podía y quería vivir del baile flamenco.
¿Cuál es tu sueño? Primero, trabajar. Después trabajar en sitios dignos. El reconocimiento viene después. Soy ambicioso, pero no demasiado.
¿Qué te hace feliz? Primero la familia porque sin la familia no eres nada. Después, mi profesión.
¿Te has dejado piel en el camino? Mucha. Y me seguiré dejando la que haga falta, con convencimiento y sin convencimiento. Por defender mi profesión sería capaz de casi cualquier cosa.
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