Sara Arguijo
El cantaor onubense acaba de lanzar al mercado «Al este del cante», su proyecto con el coro de las Nuevas Voces Búlgaras en el que también rinde homenaje a Camarón, Morente y Lole Manuel, «artistas que simbolizan dos conceptos básicos para mí: la valentía y la libertad»
-Decía Paco de Lucía que él hubiera querido grabar un solo disco toda su vida hasta que “lo tocara como a mí me gustara de verdad”, ¿usted sin embargo está imparable?
-Bueno, cada tiempo tiene lo suyo y la verdad es que estoy en una época muy productiva en la que me apetece hacer cosas nuevas, sobre todo, cosas que me divierten. Ese testeo y esa inquietud de ir probando es lo que más me gusta.
-En cualquier caso, es verdad que este álbum es fruto de un proyecto de años…
-Exacto, llevo cuatro años lo que pasa es que tal y como está ahora no ha estado nunca. Cuando me planteé grabarlo en disco la revisión fue completa, a nivel de arreglos musicales, de repertorio, de músicos, de todo. En realidad es la primera vez que he hecho el proceso a la inversa, porque el disco ha salido después de hacer la gira. Todo este tiempo me ha servido para darme cuenta de lo que funciona y de lo que no. Ha sido una prueba de fuego.
“No me apetece sentir el yugo de la presión de la profesión, lo que quiero es divertirme y hacer lo que quiera hacer”
-Mayte Martín defiende que éste es el proceso natural que debería tener cualquier disco, ¿está de acuerdo?
-En realidad tienen lógica ambas opciones porque, por una parte, el factor sorpresa de sacar el disco después de la gira lo pierdes, aunque hagas una revisión completa. Por otra, tiene sentido porque cuándo va a estar mejor que cuando está rodado… O no, puede estar más viciado también. Isidro Muñoz dice que un proyecto no se puede manosear tanto.
-De todas formas, ¿sirven los discos de algo más que de carta de presentación?
-Normalmente es una carta de presentación que te sirve para luego mostrar en directo tu concepto artístico. Aunque últimamente me interesan los discos y los espectáculos con un hilo argumental, contar una historia. Me apetece más esto que juntar diez temas.
-Y también grabarlos en directo, porque los dos últimos son así…
-El abismo de tener las balas que tienes me encanta. Cuando empieza el botón de grabación ya sabes que no hay vuelta atrás. No puedes pensar si podrías haberlo hecho de otra forma. No da lugar.
-¿Qué ha aprendido de su contacto con las Nuevas Voces Búlgaras?
-Lo que más me ha gustado es descubrir la grandeza que tiene el flamenco pero también darme cuenta que, en contra de lo que muchos sostienen, hay otras músicas de mucha calidad que se hacen con el mismo sentimiento. Parece que el flamenco es la única música que está legitimada para transmitir emociones. Creo que es importante hacer autocrítica con esto.
“En todas las disciplinas artísticas hace falta una mirada periférica. Soy defensor de la tradición pero me preocupa que no veas que hay otros horizontes”
-O sea, ¿no es la música que más transmite?
-Para nada, y creo que no beneficia decir esto. ¿Por qué creemos que el tío que toca el clarinete no puede tener sentimientos? ¿Lo tienes sólo tú porque haces flamenco? Hay gente maravillosa que se dedica a la música y que le pone todo su corazón.
-¿Con qué otras músicas se entiende mejor el flamenco?
-Depende del flamenco y del interlocutor. Está claro que como premisa inicial, como música popular, puede pensarse que con otras músicas populares. Pero que luego sea así o no y se pueda llevar mejor con el rock, no lo sabemos.
-En el disco, hay folclore pero también un homenaje a Camarón, Enrique Morente y Lole y Manuel. ¿Por qué estos tres y qué tiene de cada uno de ellos?
-Para mí simbolizan dos conceptos básicos, uno es la valentía y otro la libertad. Hay muchos más en la época pero ellos son con los que me siento más identificado. Creo que la valentía es necesaria, para dedicarse al arte y para vivir, y si no somos libres para hacer lo que queremos vamos mal. Ahora bien, no me gustaría representar la libertad desde el menosprecio a los demás porque crea que estoy por encima. Llego a la libertad porque ya no me apetece el yugo de la presión de la profesión, ni estar pendiente de qué dirán o qué pasará. Lo que quiero es divertirme y no voy a cambiar mi diálogo para que pase algo determinado.
-¿La diversión entendida como búsqueda en sí misma?
-Obviamente, entendida como lo que tiene que ser. Disfrutar de lo que consigue pero estar siempre en la búsqueda de algo que conseguir, para seguir divirtiéndote.
-Porque, ¿el sinvivir del qué dirán persigue siempre al artista?
-Ese sinvivir persigue al artista y a cualquier persona. Por eso, uno llega al convencimiento que hay que hacer lo que nos divierta. Creo que he mostrado sobradamente el respeto a la tradición pero también quiero poder cantar a mi forma. No quiero faltarle el respeto a nadie pero quiero hacer mi música, como yo la conciba.
-Nina Simone decía que la libertad era no tener miedo. Sin embargo su hija confesaba que su problema era precisamente que “era Nina Simone siempre”…
-Estoy de acuerdo a medias. La libertad es no tener miedo… bueno, también es libre el que lo siente. A veces olvidamos que estamos trabajando. No podemos proyectar todos nuestros miedos o nuestras inseguridades en un trabajo. Sí, salimos a emocionarnos, pero estamos trabajando. Es decir, ¿es verdad que el artista se comió a la persona o fue la persona la que se comió a la artista? Muchas veces creemos que el arte está fuera del ser humano, cuando lo hacen personas, por eso muta dependiendo de tus conocimientos, tu vida, tu suerte… solemos separar equivocadamente al artista de la persona y para mí es lo mismo.
“Los propios flamencos no hemos remado a favor de obra para que el flamenco tenga la consideración que merece. Nos hemos perdido en guerra de guerrillas”
-‘Al este del cante’ también parece confirmar su posición en los márgenes, ¿le hace falta al flamenco mirar para otros horizontes?
-En todas las disciplinas artísticas hace falta una mirada periférica. Ahora bien, la conversación está en si esa mirada la tienen que tener la tradición de ese arte o los tradicionalistas. A mí no me hiere admitir que hay una tradición que tiene una forma y es llamada así, soy defensor de las raíces, pero me preocupa más que uno se quede anclado en eso y no vea que hay otros horizontes…
-Recientemente se han entregado las Medallas de Andalucía que usted recibió el año pasado, ¿qué es el flamenco en Andalucía y qué debería ser?
-En Andalucía el flamenco no alcanza ni la cota ni la cuota que debiera tener. Primero porque por parte de las instituciones no se ha hecho una labor suficiente en cuanto a difusión, posicionamiento y defensa de nuestro arte. También porque los propios flamencos no hemos remado a favor de obra y nos hemos perdido en guerra de guerrillas. Luego, hay una cuestión que es lo que más nos mata y es que seguimos creyendo que sí tiene el sitio que merece entre los andaluces cuando no es así. Me toca la moral que mi hijo sepa quién es Beyoncé y no quién es la Niña de los Peines. Eso puede pasar en Burgos o en León pero aquí no.
-¿Qué le gustaría que le contaran a su hijo?
-Pues que el flamenco ha sido el vehículo cultural a través del cual los andaluces históricamente se han expresado. El problema es que siempre que se ha hecho algo para el flamenco se ha hecho en pro de la industria pero no en pro de la simple difusión.
“Me toca la moral que mi hijo sepa quién es Beyoncé y no quién es la Niña de los Peines. Eso puede pasar en Burgos o en León pero en Andalucía no”
-¿Sería necesario una mayor divulgación?
-Yo empezaría por darle al flamenco la dimensión y la categoría que se merece como género musical y eso se consigue desde el respeto de las instituciones, desde una ley que permita que entre en el sistema educativo, una ley que obliga a los medios públicos a cumplir con una cuota de pantalla… Ése es el primer paso, sobre todo, porque hay que subir el valor de estima que el flamenco tiene entre los andaluces. El flamenco es el único género donde siempre viene un tonto y te dice te hagas un cantecito.
-¿Son los flamencos menospreciados en este sentido?
-Me molesta la banalización sobre nuestro trabajo. Me mata cada vez que escucho ah, pero te lo pasas bien. Yo contesto siempre, faltaría más. Pero igual me molesta el victimismo, como si fuera el trabajo más duro. Lo que pretendo es que sea considerado como una profesión, tanto por lo de los fuera como por lo de dentro. En el flamenco que un artista sea profesional se ve incluso con desprecio.
“El flamenco se ha hecho eco de muchos topicazos que perjudican la visión que mucha gente tiene de nosotros. A veces escucho, ¿cómo va a tocar bien por seguiriya teniendo un cochazo en la puerta? ¿Por qué no, tocaré mejor, más tranquilo?”
-Es mejor pasar fatigas, ¿no?
-Eso, qué dices de fatigas… el flamenco se ha hecho eco de muchos topicazos que perjudican bastante a la visión que mucha gente tiene de nosotros. Pasa en el arte general pero aquí más porque la industria es más joven y porque igual nace de una estructura social determinada. A veces escucho, ¿cómo va a tocar bien por seguiriya teniendo un cochazo en la puerta? ¿Por qué no, tocaré mejor, más tranquilo?
-O que el hambre agudiza el ingenio…
-Hombre si llamamos ingenio a no tener para comer y hacer lo que sea por conseguirlo… Eso es supervivencia. No dudo que haya gente que en situaciones extremas ingenien cosas pero que también se desarrolla la creatividad cuando las circunstancias te acompañan y, en cualquier caso, eso patrimonio del flamenco tampoco.
Arcángel & Dani de Morón & Las voces búlgaras en Suma Flamenca 2016