6ª Edición de los Veranos Flamencos de Amor de Dios con La Lupi, Rafael Estévez, Joaquín Grilo, Mercedes Ruiz, María Juncal y Alfonso Losa
Por su innovadora metodología y su planteamiento experiencial los Veranos Flamencos de Amor de Dios son ya una cita obligada en el calendario internacional de la formación en danza flamenca. Este año la convocatoria creada y dirigida por María Juncal y Alfonso Losa llega a su sexta edición, que se celebra del 5 al 31 de agosto. Con sus clases, sus conferencias y sus acciones escénicas los Veranos son más que una experiencia didáctica en la que los alumnos no solo aprenden: también viven el flamenco.
¿Por qué nacieron los Veranos Flamencos de Amor de Dios?
La verdad es que tanto María Juncal como yo estamos muy orgullosos de que, como decías, esta iniciativa se haya convertido ya en una cita indispensable para quienes sientan la danza flamenca, bien como una profesión, o bien como una verdadera afición a la que dedican buena parte de sus vidas. Nuestro reto ha sido plantear un curso de un mes entero en ese templo del flamenco que es Amor de Dios. No surgió como una ocurrencia, sino que estuvimos mucho tiempo diseñando una metodología para que los alumnos tuviesen una evolución real en ese tiempo. Al final, nuestro planteamiento fue invitar semanalmente a un profesional de la danza con prestigio y solvencia para complementar la docencia que impartimos María y yo, cada uno en nuestra línea, pero siempre en perfecta coordinación y con un sentido en todo ese mes.
Esa suma de técnica y coreografía, ese dinamismo, esa metodología dirigida favorece la comprensión del alumno
¿En qué consiste esa metodología?
Nosotros establecemos cuatro horas diarias muy intensas pero también muy dinámicas. Tres de esas cuatro horas las hacemos María y yo, alternándonos, con un tiempo para técnica de pies, otro tiempo para técnica de movimiento, giros, marcaje, etc., y finalmente reservamos un espacio también para coreografía. De esta forma siempre hay un esfuerzo importante en técnica, que es muy importante porque es lo que luego nos va a permitir bailar, pero lo hacemos de forma que no se enquiste el ritmo de la clase al tiempo que se van adquiriendo esas habilidades. Después vamos abordando la coreografía, que también está diseñada para que tenga una dirección y un progreso. Por ejemplo, nos fijamos en varios estilos y los dos vamos trabajando sobre ellos: sobre su estructura, etc. Al final, esa suma de técnica y coreografía, ese dinamismo, esa metodología dirigida favorece la comprensión del alumno.
Cada año invitáis a diferentes maestros, todos de gran nivel, para complementar esa base metodológica. En esta edición los invitados son La Lupi, Rafael Estévez, Joaquín Grilo y Mercedes Ruiz. ¿Qué aporta cada uno?
La Lupi nos trae ese flamenco visceral que ella lo enseña desde las sensaciones. Después viene Rafael Estévez, que además de excelente coreógrafo tiene esa dualidad de ser al mismo tiempo tradicional y experimental y, por tanto, plantea otra línea de aprendizaje. Luego recibimos a Joaquín Grilo, que nos trae ese flamenco natural y que propone a los alumnos que se suelten, que fluyan. Por su parte Mercedes Ruiz viene con otros aportes técnicos y otras intenciones de movimiento. De esa forma, además de nuestro diseño metodológico, estos maestros aportan la frescura de esos otros caminos, de esos otros puntos de vista que van a enriquecer la experiencia y la formación de los alumnos.
Con ese nivel ¿A quién van dirigidos los Veranos Flamencos? ¿Caben también los principiantes?
Por supuesto. Ese fue otro de los retos que se nos planteó desde el primer momento. Tanto María como yo tenemos mucha experiencia en impartir cursos, así que pusimos en común nuestros conocimientos para que esta formación fuera inclusiva y no fuera dirigida solo a alumnos con una preparación excelente. Por eso establecimos tres niveles: un principiante, un intermedio y un nivel avanzado. Esto hace que nosotros podamos seleccionar con mucho rigor y ubicar a cada alumno en el nivel más adecuado para que con cada grupo se pueda trabajar bien y haya un verdadero progreso. Esto es muy importante, sobre todo en los grupos de principiantes, porque parece que “principiante” e “intensivo” son dos conceptos dispares, pero en estos años hemos ido logrando que casen perfectamente. Obviamente, la metodología es más relajada con ellos para que no se vean superados y se desanimen. Más bien ocurre al contrario: al año siguiente esos alumnos principiantes suelen venir al nivel intermedio y van entrando en el mundo de la danza flamenca de una forma muy fluida.
¿De dónde suelen venir los alumnos?
Están viniendo de todo el mundo. Creo que el año pasado teníamos alumnos de 21 países distintos. ¡De hecho hemos tenido alumnos de países que no sé ni nombrar! Para ellos es una experiencia única porque no solamente es la docencia y el rigor de la enseñanza, sino que también tenemos una parte de acción escénica en la que todos los maestros invitados y nosotros mismos bailamos en un estudio pequeño. Lo llamamos las Noches del Estudio 4 y en ellas creamos un ambiente muy íntimo. Y es que no es lo mismo hacer solo enseñanza que complementar esa docencia con ese tipo de actuaciones donde nosotros les mostramos la finalidad de todo ese aprendizaje.
Clases, acciones escénicas, fiestas con cante, con baile, la cercanía del profesorado es real… Los alumnos viven una experiencia completa de lo que es el flamenco.
De justicia es destacar el espacio en el que se desarrollan estos cursos: Amor de Dios es toda una institución en el mundo del flamenco y de la danza española.
Es que Amor de Dios es nuestra seña de identidad y el motor de nuestro compromiso también a nivel personal. Y no debemos olvidar que es la escuela en la que se han creado yo diría que todas las escuelas del mundo. Todos los maestros que hoy están impartiendo docencia por el mundo pasaron por Amor de Dios hace dos, tres o cuatro décadas. Estar en Amor de Dios es estar en el centro mundial del flamenco y es estar también con Joaquín San Juan, que además de ser el padre artístico de la mayoría de nosotros también participa en estos cursos con conferencias. Aprovecho para decir también que los Veranos Flamencos de Amor de Dios incorporan conferencias, entrevistas, clases magistrales complementarias con nuestros propios maestros como Güito o Merche Esmeralda para que no se pierda el contacto con las diferentes generaciones. Y, como te decía, Joaquín San Juan también está con nosotros aportando su conocimiento del flamenco, que es inmenso. De hecho, Joaquín ha conocido a cinco generaciones de artistas flamencos. A mí me conoció con 12 años, por ejemplo. Así que Joaquín San Juan es una persona idónea para mostrar a los alumnos los diferentes caminos en los que se pueden ubicar dentro de este arte. Él nos da un plus de cariño y de compromiso y es bueno que las nuevas generaciones tengan la experiencia de conocerle y de aprender de sus conocimientos.
En solo 5 años los Veranos Flamencos de Amor de Dios se han convertido en una referencia docente ¿a qué crees que se ha debido ese éxito?
A todo lo que te he ido contando, en general, pero además, por estar aquí en Madrid, en esta casa tan emblemática que es Amor de Dios, por vivir esa experiencia de aprendizaje, por tener el aporte de todos los maestros que han ido viniendo a lo largo de estos años y también por algo tan importante como es la convivencia con nosotros. Además de las clases están las acciones escénicas, hacemos nuestras fiestas con cante, con baile, la cercanía del profesorado es real, cada uno se muestra como es… Al final estamos hablando de ese intercambio de conocimiento natural que hemos tenido siempre entre nosotros y que es lo que intentamos mostrar a los alumnos con rigor, sí, pero también con momentos de relax para contrarrestar el esfuerzo de toda la semana trabajando duro… En definitiva, creo que el éxito consiste en que los alumnos viven una experiencia completa de lo que es el flamenco.
¿Quedan plazas?
Todavía sí, pero no muchas, así que quien quiera venir con nosotros este mes de agosto no debe pensárselo mucho.
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