Rafael Manjavacas
«Con-secuenciA es un punto de partida hacia otros lenguajes, hacia otra forma de entender los espectáculos»
Es uno de los artistas más reconocidos y respetados en la profesión. Su baile ha inspirado a los más grandes (Manuela Carrasco, Farruquito, Morente, Tomatito, Niño Josele, etc.) y ha conquistado galardones en concursos tan prestigiosos como El Desplante del Cante Las Minas, el Nacional de Córdoba o el Certamen de Coreografía de Madrid. Ahora, en plena madurez artística -y tras seis montajes propios y cuatro más en colaboración con otros bailaores -, Alfonso Losa da un nuevo paso en su carrera: con-secuenciA se estrena el 1 de marzo en el XXII Festival de Jerez.
La entrevista en video:
¿Es tu primer estreno en el Teatro Villamarta?
Sí, en el Villamarta será la primera vez. He estrenado dos espectáculos en la Sala Compañía y he estado en el Villamarta como artista invitado con Gerardo Núñez y otros artistas, pero con mi propia producción es la primera vez que puedo presentar mi espectáculo en ese gran teatro.
¿También lo podremos ver en el Festival Flamenco Madrid?
Sí.
¿Es una coproducción?
No es tanto una coproducción como una apuesta en común de los dos festivales para apoyar este espectáculo con diversas acciones y el 25 de mayo lo haremos aquí en Madrid.
Dices que este espectáculo, con-secuenciA, no es una conclusión sino un punto de partida, y además aseguras que quieres desaprender para crecer… Cuéntanos qué significan esos conceptos.
Este espectáculo refleja el momento que estoy viviendo y es un paso hacia adelante. Es cierto que a nivel de baile no voy a perder mi identidad en mi forma de bailar, pero sí me estoy rodeando de un gran equipo, entre ellos Florencio Campo, que es un gran director de escena que me está ayudando a poner en pie este espectáculo. Con todos mis años de experiencia en la danza podría pensar que ya tengo todo lo que necesito para expresarme, pero me ocurre justo lo contrario: necesito seguir aprendiendo y eso solo puedo hacerlo trabajando con gente que me aporte cosas que yo no sé o no tengo. Y a veces, para seguir aprendiendo tengo que cuestionar algunas ideas que yo daba como absolutas. Para aprender y para crecer hay que volver un poco atrás y avanzar por otras puertas que alguien te va abriendo. Por eso hablo de desaprender. Y en cuanto a la consecuencia como punto de partida, te cuento. Busco una nueva forma de expresar lo que siento y no solo de bailar flamenco -que ya de por sí el flamenco expresa muchas cosas- sino también teniendo un hilo argumental interno a partir del cual voy pasando por distintas motivaciones. De hecho, de eso trata el espectáculo: juego con el título en un doble sentido: planteo una serie de secuencias y cada una de ellas tiene una motivación, como por ejemplo, el ritmo interior, el amor, los artistas coetáneos como Rocío Molina, etc. En esos actos o secuencias partimos de una motivación y no sabemos hacia dónde vamos porque en el fondo es una investigación, es una improvisación dentro de un orden.
¿Y qué entiendes por improvisación?
La improvisación consiste en tirarte a la piscina. Es verdad que hay un orden dentro de una estructura, pero significa hacer lo que uno siente directamente. Para mí es importante la improvisación porque, en mi opinión, es lo que matiza la identidad del artista. Es algo tan directo que no se puede definir: es tu personalidad.
“Para aprender y para crecer hay que volver un poco atrás y avanzar por otras puertas que alguien te va abriendo. Por eso hablo de desaprender”
Dentro de ese orden que también hay en con-secuenciA ¿Qué estilos abordas?
También en este espectáculo me he aventurado a bailar por palos por los que normalmente no estoy acostumbrado y eso también hace que sea todo un poco más arriesgado. Bailo por romance, por alegrías, por tientos… estilos que no son habituales en mí. Y también la primera escena parte de una improvisación total: todo lo que se hace es una improvisación que marca la pauta de lo que va a ser después el espectáculo.
Pero si tanta importancia tiene la improvisación ¿cómo te coordinas con el resto del elenco?
Es que dentro de las improvisaciones siempre hay unas pautas que todos entendemos y por las que todos vamos a caer en el mismo sitio, dentro de la libertad. También estoy trabajando con un elenco muy joven y muy libre que entiende el flamenco como yo también lo entiendo, como algo vivo, y son artistas a los que les gusta mucho improvisar.
Háblanos de ellos…
En la guitarra y en la composición de la música de toda la obra está Yerai Cortés, que con solo 21 años es impresionante cómo toca la guitarra. No entiendo cómo con esa edad se puede tener ese concepto de guitarra en la cabeza. No es normal. Toca como una persona de 80 años y, al mismo tiempo, con el aire más moderno que puedes encontrar hoy. Viene también Ismael de la Rosa “El bola”, Manuel Tañé y La Tana al cante, que son de diferentes generaciones y estilos, pero muy grandes los tres. Además tenemos al percusionista Manu Masaedo que sabe tratar magníficamente los ritmos.
Todo el mundo alaba tu técnica ¿qué es la técnica para ti?
Para mí la técnica es una inquietud. Por ejemplo cuando veo algo nuevo en algún compañero lo quiero aprender. Me encanta bailar y, como te decía antes, me encanta aprender. Si tienes inquietud puedes conseguir la técnica, con mucho esfuerzo, lógicamente, pero se puede conseguir. Pero para mí es sobre todo un vehículo para poder bailar y para poder improvisar. La técnica es muy importante para mí, pero no porque sea una meta sino porque me da recursos para poder desarrollar mejor mi lenguaje.
“Con-secuenciA es un punto de partida hacia otros lenguajes, hacia otra forma de entender los espectáculos”
Afirmas que en este espectáculo son muy importantes las energías, que según nos dices, van unidas a las emociones. ¿qué sentido tienen unas y otras en este montaje?
Para bailar y para hacer un espectáculo necesito emocionarme artísticamente. Si uno no se emociona en cada función no tiene sentido este trabajo. Por eso para mi es muy importante sentir cada palo, y no solo sentir lo que hay dentro de mí, sino sentir también lo que hay dentro de cada músico. No es cuestión solo de cantar, de tocar o de bailar con oficio, sino de sentir. Así se van creando energías en el escenario: energías que son distintas en cada momento, en cada estilo. Y si todos sentimos en el escenario, si somos todos capaces de generar esas energías, el público lo nota y siente con nosotros. Eso es lo que yo persigo en cada una de las secuencias que forman el espectáculo.
Rocío Molina te acompaña en con-secuenciA, aunque de una manera especial.
Rocío forma parte de mi espectáculo y prácticamente de mi vida. La conozco desde que ella tenía 15 años, cuando llegó a Madrid. Me impresionó desde el primer momento: tenía una mirada muy inquieta y siempre supe que iba a ser muy grande. No paraba de crecer. En mi espectáculo Rocío representa la libertad en la danza, la inquietud, el hambre de baile, el hacer lo que le dice su instinto… Ese punto de libertad es el que ella representa como nadie. Y que Rocío esté conmigo también es un apoyo para mí. Con todo el trabajo que tiene, con todos los proyectos que desarrolla, el que se haya detenido para hacer esta colaboración es algo muy bonito. Ella representa también el compañerismo y también es muy bonito el mensaje que se da: todos somos compañeros y tenemos que tener admiración mutua. La libertad, la danza, el compañerismo… todos esos mensajes están en la aportación de Rocío Molina.
Pero no está físicamente, sino en un audiovisual, aunque tú interactúas con ella ¿no?
Sí, es una improvisación que dejó grabada, pero para mí está presente. Solo de la emoción que sentí cuando grabó su pieza, para mí es como si la tuviera a mi lado. Y creo que así lo va a sentir también el público.
En este espectáculo incorporas un elemento nuevo en tu carrera: la dirección de escena ¿Qué te aporta?
He querido contar con Florencio Campo porque tiene una gran trayectoria y todos sentimos una gran admiración por él: le hemos visto bailar, le hemos visto cómo pisa el escenario, cómo se emociona, le hemos visto dirigir… Que él esté conmigo es muy importante para mí sobre todo para tener un hilo argumental, para saber estar en escena, para emocionarme con otro tipo de pautas que nosotros en general no manejamos… Creo que eso engrandece muchísimo el espectáculo. El trabajo escénico que ha hecho ha sido maravilloso. Escénico y también de dirección personal conmigo.
Sabemos que todos los artistas de la danza flamenca, incluidos los más renombrados, te tienen mucho respeto y te admiran, pero tu proyección pública es menor que algunos de esos artistas ¿A qué crees que se debe?
Sí, es cierto que tratando a esta carrera y al flamenco con esfuerzo, con cariño y con seriedad, llega un momento en que los compañeros valoran precisamente esas cualidades, esa seriedad, ese cariño, ese respeto y ese esfuerzo. Y con respecto al público pues continuamos luchando, planteando cada vez mejores propuestas, estando cada vez mejor situado y creo sinceramente que ahora estoy en un muy buen momento artístico.
Y además es que tú ha sido maestro de muchos de tus compañeros: les has dado clases a muchos artistas que ahora están girando por el mundo ¿A Rocío Molina también?
No, a Rocío no.
“Para bailar bien por farruca tienes que estar bailando diez años por farruca”
Pero ella sí lleva un paso tuyo a muchos de sus espectáculos ¿no?
Sí, eso sí. Es que a mí me gusta mucho crear pasos y por muchos palos. Tengo mucho material. Y no solo trabajo con mis compañeros dando clases, sino colaborando con ellos o simplemente estando en un estudio y dándoles lo que tengo. Muchos artistas hacen pasos que yo he compartido con ellos y los llevan a sus espectáculos. Para mí es una satisfacción inmensa.
En una entrevista que le hice a Farruquito le comentaba que él estaba creando escuela y que se hablaba del estilo “farruquero”, pero él me decía: en realidad soy yo el que aprendo de los que hacen ese estilo que dicen “farruquero”, y en particular te señalaba a ti.
Bueno, creo que englobar a determinados artistas en un determinado estilo es una equivocación porque cada uno tenemos nuestros matices. Hay que ser un poco más riguroso y reconocer que cada artista tiene su personalidad. Hay mucha diferencia entre artistas que aparentemente pueda parecer que manejan las mismas energías: hay muchos matices que nos separan a unos de otros. De hecho, cuando hay admiración entre nosotros ya confirma que cada uno tenemos nuestra personalidad. Nos puede unir una tendencia que es una forma de manejar el flamenco, pero al mismo tiempo es una tendencia muy abierta también, igual que hay otros estilos de baile que también son parecidos. Pero si se analiza bien, cada artista tiene su personalidad.
Quizás esa tendencia a englobar venga de esa manía de poner etiquetas a todo. ¿Te molesta que te digan que tienes un estilo “farruquero”?
No, no. Para mí es un orgullo. Yo sé quién soy y sé los matices que tengo, pero para mí es un orgullo: para mí Farruco ha sido un genio. Y si alguien piensa que yo tengo algo parecido a ese hombre o a ese estilo, es un auténtico orgullo.
“Realmente bailo por necesidad”
¿Te ves evolucionando a lenguajes como los de Rocío Molina, Andrés Marín o Israel Galván, por poner algunos ejemplos?
¿Por qué no? A mí me encantan. Yo voy a un espectáculo de Rocío y salgo del teatro como volando. También me pasa cuando veo a otros artistas más, digamos, tradicionales: salgo volando también cuando veo a Manuela Carrasco, por ejemplo. Son diferentes lenguajes de danza y a mí me apasiona la danza. Pasé por el conservatorio precisamente por eso. El camino de Rocío y otros compañeros es atrevido, pero me gusta. En mi caso tendría que ser poco a poco y siempre que mi necesidad de expresar me lo pidiera, porque lo que no haré nunca será bailar algo que no considere mío, que no salga de mí, que no tenga verdad para mí. Pero me gustaría, sí. Y de hecho, este espectáculo es un punto de partida hacia otros lenguajes, hacia otra forma de entender los espectáculos. Sí, me gustaría investigar más en otras líneas, claro que sí.
Llevas toda la vida bailando… ¿Te has parado a pensar por qué bailas?
Sí. Sé por lo que bailo. Bailo por disfrutar, pero el baile para mi es también un equilibrio personal. El baile ha sido mi psicólogo. Con el baile puedo echar todo lo que tengo y disfrutar también de todo lo que tengo. Por eso digo que es un equilibrio. Si no bailo estoy peor como persona. Realmente bailo por necesidad.
En un espectáculo de Mario Maya había una pieza titulada “y lo que queda por cantar” ¿Qué te queda a ti por bailar?
Muchísimas cosas. Solo dentro del flamenco más estipulado hay un montón de estilos en los que todavía no he entrado y me gustaría hacerlo. Pienso que bailar bien por un palo no se consigue en un rato. Para bailar bien por farruca tienes que estar bailando diez años por farruca. Para enfrentarme bien a un palo necesito entenderlo bien, desarrollarlo bien, tener la suficiente confianza como para poder improvisar y viajar libre en él… Eso en los estilos más flamencos, pero imagínate si me planteo abordar otros lenguajes… Sí, me queda muchísimo por bailar. Me queda toda una vida por bailar.