DeFlamenco.com
Un cafetín con espíritu de flamenco «salvaje».
Algo alejado del centro de ocio de la ciudad, en un barrio más tranquilo, cerca de la Plaza de Toros de las Ventas, hace ya unos cuantos años nació “El Cafetín de la Quimera”, con ánimo de ofrecer un flamenco diferente, auténtico, “salvaje”.
Ese es el lema “Flamenco Salvaje aquí”, tal como indica una pizarra en la calle, subrayado con la frase “El flamenco debe hacer sentir, no sólo asombrar” resume un poco la filosofía de este cafetín tablao, sólo que al revés. Todo parece preparado para “asombrar”. Por un lado, introduciendo todos los elementos típicos que el visitante puede imaginar sobre la imagen de España y por otro ofreciendo un espectáculo flamenco basado en intensidad y fuerza, cercano al “salvajismo” buscado y tan lejano al flamenco auténtico.
Nada más entrar uno se da cuenta que llega a un sitio singular, pequeño, pero confortable, mesas bien dispuestas con buena visibilidad, una decoración “tipical”, inspirada en Granada, el mundo árabe, con calderería típica en las Cuevas de Sacromonte, cerámica de Triana, sillas de enea, el yunque típico de las fraguas, mantones de manila, luces de navidad y hasta una lámpara maravillosa tamaño industrial.
Nos llama la atención de que hay una buena proporción de público nacional, quizás sea porque es el sitio más barato de todos los de Madrid, sólo 18.50 Euros -incluyendo bebida-. Consta de un pase diario a las 22:00h, excepto viernes y sábados que hay dos pases, a las 20.00h y a las 22.30h. Además, ofrecen clases de flamenco, una hora antes del espectáculo, imaginamos que generales, puesto que se pueden reservar de forma individual, en otros tablaos sabemos que se ofrecen clases puntuales a grupos, aquí se ofrece como un producto más, de igual forma que los espectáculos.
También se puede cenar, en la web se ofrecen diferentes menús, “a compartir”, “especial” e incluso “menú vegetariano”, a precios asequibles y con platos típicos de gastronomía nacional, tortilla, jamón, paella, morcilla, migas, etc. no falta de nada. Los sábados y domingos al mediodía, si hay “cuórum” suficiente, se ofrece espectáculo + cocido madrileño, en su web podéis leer una alegoría en defensa del Flamenco y el Cocido madrileño, ambos “en peligro de extinción” y que desde el cafetín se ofrecen en “recuperarlo” haciéndolo asequible a las minorías “no pudientes” ¿!¡¡¡¡?. Todo es tan ¡a lo bestia!, que, si no reservas desde la web, te costará el doble, sea espectáculo, clases o cena, y no sólo eso, en estos casos sólo podrás pagar en efectivo, ya que las tarjetas de crédito son demasiado actuales.
Espectáculo flamenco.
El escenario, el tablao donde se encuentran los artistas, es realmente pequeño, en el rincón del local, con buena visibilidad. La filosofía del tablao, según su web, pide a los artistas que se entreguen al público de una forma “visceral” y sin “efectismos”, con la verdad por delante. No hay micrófonos, ni altavoces “para ayudar a la voz y a la guitarra”, pero pasa lo contrario, la guitarra no se oye en ningún momento, queda tapado por el estruendoso ruido de los zapateados. Hay cinco artistas en escena, tres bailaores, un guitarrista y un cantaor, cada uno de ellos se entrega a la causa “visceral” pero con demasiados “efectismos”, los taconeos son constantes e impiden totalmente escuchar la voz del cantaor y mucho menos la guitarra, sin duda, buscando el “asombro” y esa sensación de autenticidad. El baile de Carlos Velázquez, -un buen bailaor-, por alegrías, es un reto constante a la capacidad física del mismo, acabando totalmente exhausto, consiguiendo la admiración y asombro del público y el nuestro. Leticia Gómez, bailó por soleá, también con visceralidad y un exceso de zapateado y taconeos que hace difícil seguir la estructura del palo flamenco y de la música, aunque por momentos se pausan los taconeos y se aprecia la guitarra y el buen cante. Un descanso de 5 minutos, que son 15 y vuelta al escenario con renovado vestuario, el público se adapta al sonido ambiente y es difícil de abandonar el murmullo en la sala, suena la guitarra por bulerías, esta vez sí, se aprecia, que el guitarrista, es guitarrista flamenco y sabe lo que hace. Otro baile final, esta vez por parte del bailaor sevillano Juan Ramírez que dentro de la estructura ‘visceral’ del espectáculo ofrece los mejores momentos del mismo. Fin de fiesta por bulerías, con participación espontanea de una bailaora que se encontraba en el público y objetivo conseguido.
Artistas flamencos, atrapados en una estructura de espectáculo y filosofía de la casa en la búsqueda de ese flamenco “salvaje” en el sólo consiguen “asombrar” al público, pero no en el Flamenco que “hace sentir”, tal como reza sus eslóganes. Si es cierto que el público asistente, así parece asimilarlo y sale fascinado con la experiencia. Tanto es así que El Cafetín de la Quimera figura entre los más valorados por los usuarios de Trip Advisor.
Conoce la experiencia de Flamenco Real