SOLEDAD LA DEL CEPILLO

SOLEDAD LA DEL CEPILLO

SOLEDAD LA DEL CEPILLO

Pertenece a una familia gitana, asentada en El Puerto de Santa María desde, por lo menos, el siglo XVII. Sus ocupaciones han sido la de tablajeros y matarifes en el Matadero Municipal, y herreros, con fragua abierta en plena gitanería portuense: en las calles de la Rosa y Lechería. No hay que olvidar a los toreros surgidos en esta familia: a Manuel y a Miguel del Pino (Niños del Matadero) o a su tío Juan «Gitanillo de El Puerto» o a Julio La O…
Desde su tatarabuela, que vivió en la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del XX, Soledad La O, conocida por Soledad, la del Cepillo, y aún antes, esta familia ha venido conservando, por tradición oral, una serie de materiales folklóricos inhallables en cualquier otro lugar del mundo hispánico: los corridos, corridas o carrerillas, romances de tipo épico e histórico que mantienen de generación en generación, de cuyo fragmentismo y deturpación ha surgido un fenómeno que hoy conocemos en el estado terminal de su desarrollo como cante flamenco. El mantenimiento vivo de temas romancísticos como el ciclo de Bernardo del Carpio, el Cid, todo el ciclo carolingio, o las quejas del Alfonso V ante Nápoles, entre otros muchos, hacen del romancero conservado por esta familia algo único y un tesoro digno de ser protegido.
A ello se unen otros riquísimos y raros materiales encontrados a su bisabuelo Luis El Viejo, a sus tíos-bisabuelos Alonso, Juana o Dolores los del Cepillo, a su tía-bisabuela Jeroma La del Planchero, a su tía La Pijota o su tío Luis Panete… La interconexión de esta familia con otras como la de José de los Reyes «El Negro», Ramón Medrano, Juan Pavón «El Cojo Pavón» o «Agujetas El Viejo» y el aprecio general ha enriquecido el ya de por sí rico repertorio familiar con incorporaciones muy valiosas aún no divulgadas.
Antológica y muy parcialmente algunos de sus cantes han sido grabados por los anteriormente citados para T.V.E., o para la casa Hispavox, en los años 1970. También fueron expuestos en las anuales Fiestas del Cante de los Puertos que se celebraron en El Puerto de Santa María de 1971 a 1974. Sin embargo, es mucho, todavía, lo que queda inédito y por recoger.
Pertenece esta familia gitana al llamado «sector intimista» del cante, ajeno al conocido como «artisteo», y escasamente actuó en público, sino en contadas ocasiones. Puede decirse que solamente en las Fiestas del Cante de los Puertos, antes citadas y en el IV Coloquio Internacional del Romancero de Tradición Oral, en 1987, organizado por el I.U. Seminario Ramón Menéndez Pidal al que asistieron hispanistas de todo el mundo.
Ese inmenso caudal conservado corre serios peligros de desaparición. Sobre todo porque, en los tiempos actuales circulan, como flamenco, los llamados «temitas» de autor, escritos y compuestos por quienes se han querido subir a un carro en el que, ciertamente, no deben tener cabida.
La verdadera tradición oral antigua está sufriendo uno de los más poderosos ataques y, sin embargo, es preciso conservarla para las generaciones venideras.
En este ambiente, en que nace y crece la solicitante, se han mantenido las tradiciones antiguas y puede decirse que su familia es dueña de ese caudal inmaterial y efímero, aunque en peligro de perderse.
A su sólida formación musical se une la conciencia de ser el último eslabón de una saga que ha mantenido estas manifestaciones que llamaron la atención a los Profesores Paul Benichou ( de la Un. de La Sorbona), Diego Catalán Menéndez Pidal (Fundación R. Menéndez Pidal), a Giuseppe Di Stéfano (Un. de Pisa), a Samuel G. Armistead (Un. de Davis California), a José Manuel Pedrosa (Un. de Alcalá de Henares), a Luis Suárez Ávila (I. U. Seminario Menéndez Pidal U. Complutense), Francisco Gutiérrez Carbajo (UNED), Faustino Núñez (Conservatorio de Música de Córdoba), entre otros… y las han hecho objeto de sus estudios y publicaciones.
No obstante ello, quedan todavía, soterrados, sin haber sido expuestos a la comunidad intelectual, infinidad de materiales, venturosamente conservados por esta familia, cuyos portadores tienen edades muy avanzadas. En esa tarea ha estado desde muy pequeña, dedicada a su recolección y regeneración para hacer, luego, esos materiales asequibles al público, a su estudio y su divulgación y, sobre todo, a evitar, casi «in artículo mortis», su pérdida definitiva.
En cuanto a sus cualidades, han de resaltarse «el poseer una voz «muy flamenca», con infinidad de registros y un gran sentido del ritmo y los esquemas cantaores. Si a ello se unen su sólida formación musical y el conocimiento de la voz, la respiración y el manejo del diafragma, con el pertenecer a casa de tanta prosapia flamenca como la conocida por los «del Cepillo», estamos ante un caso único en la historia del flamenco, un ejemplo de conciencia de ser un eslabón imprescindible en la cadena de trasmisión oral y un ser digno de protección «, como ha escrito don Luis Suárez Ávila.

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