Israel Fernández nace en el seno de una familia gitana asentada en Corral de Almaguer (Toledo), pero de orígenes andaluces. Es allí, en su entorno familiar, donde empieza vivir el flamenco de una manera natural. Su madre y su abuela son las que prenden la llama de su interés profundo hacia el flamenco. Pronto se convierte un niño prodigio y empieza a frecuentar concursos televisivos, hasta que con 18 años graba su primer disco. A partir de entonces, es cuando Israel saca su verdadero “yo”, dejando a un lado las influencias externas de ser un niño.
En Israel se encierran dos mundos, el antiguo y el contemporáneo, que hacen de su cante una evolución natural del flamenco. Es un absoluto apasionado del cante más arraigado. Se cuentan entre sus artistas de cabecera algunos nombres como el de Tomás Pavón, El Garrido de Jerez, El Cojo de Málaga, Corruco de Algeciras, Carbonerillo, Manuel Escacena, Antonio Chacón, Juanito Mojama, Porrinas de Badajoz y especialmente la Niña de los Peines, de los que bebe profundamente. Esa influencia antigua confluye con sus referencias más actuales como Camarón, Enrique Morente o la saga de los Rubios, cuyo patriarca es Tío Antonio El Rubio.
Israel consigue rejuvenecer el cante antiguo para dotarlo de elementos nuevos y hacerlo llegar a la afición actual. Por ejemplificar, es capaz de hacer que una taranta de Escacena suene fresca, sin perder el hilo argumentativo ni melódico del original, sin utilizar recursos superfluos ni forzados. En él se da una circunstancia especial, su voz está dotada de un espectro muy amplio, donde el desgarro, el pellizco y lo gitano se aúnan con la velocidad, la melodía y la musicalidad. De ahí que su cante suene añejo, puesto que aquellas eran las características de los grandes cantaores de la primera mitad del siglo XX. Con estas premisas, el joven cantaor toledano está llamado a ser una de las grandes figuras del flamenco actual. A pesar de su corta edad, se ha ido convirtiendo en referencia para sus propios compañeros, adoptando en ocasiones el rol de “artista de artistas”.
Entre sus cualidades más destacables se encuentra la personalidad que impregna todo lo que toca. Ello, sumado a su extenso conocimiento, su afinación exacta, su sentido del ritmo y del compás exhaustivo, la dulzura de su voz y su sensibilidad innata hacen que la afición al flamenco deposite grandes expectativas en el joven cantaor toledano.
En pocas palabras se podría definir a Israel como un cantaor que ha sabido recoger el testigo de los más grandes cantaores para dotarlo de su propia personalidad sin restarle calidad a aquellas obras de arte que legaron aquellos maestros.