Anoche la cañailla Niña Pastori celebró en el Teatro Real más de dos décadas de carrera artística junto a artistas invitados como Miguel Poveda, Rosalía, Malú etc.
La gaditana conquista por derecho, sin esfuerzo aparente, blandiendo ese arma infalible que es la naturalidad. Su concierto en la tercera jornada del Universal Music Festival 2018, con todo el papel vendido y el público dispuesto a festejar desde el izado de telón, ha tenido ese componente de celebración que caracteriza a las citas verdaderamente señaladas. Cantar en el Teatro Real de Madrid rodeada de amigos y seres queridos no está alcance de cualquiera.
Arropada por un amplio dispositivo escénico e instrumental –que incluía una templadísima sección de metales, piano, percusiones y coros, además de una brillante banda base– la de San Fernando estuvo extraordinaria. Su interpretación sustantiva y rica en matices. Y la mixtura entre flamenco y pop –y Caribe– que precursores como Ketama acuñaron en la década de los ochenta, cuando ella era una cría, sigue siendo su especialidad.
Muy bien acompañada desde el principio, contó en esta velada tan especial –que ha quedado registrada en formato audiovisual para su posterior publicación– con las colaboraciones de amigos como India Martínez, Pastora Soler, Miguel Poveda, Antonio Orozco, Malú, Manuel Carrasco y Rosalía, quienes le acompañaron en algunas de las canciones clave de su discografía. “Ya no quiero ser”, henchida de flamencura, arrancó jaleos al público. Y cuando desgranó bulerías pudimos comprobar cómo el tiempo y la devoción hacia el oficio le ha llevado a profundizar en su arte, que siempre ha sido mucho.
La versatilidad –impresiona cómo cantó “Válgame Dios”, todo contención, en contraste con el poderío mostrado en “Yo tengo una cosa”– es uno de los rasgos que mejor definen a Niña Pastori. El inicio del bis, con “Yo me he vuelto a enamorar” fue la mejor prueba de esa sutileza, esa serenidad, que cada día maneja mejor. Tras rematar el espectáculo en plena calentura con “Y para qué…”, reunió a la familia, a amigos y a parte de los invitados para convertir el escenario del Real en un tablao desbordante de pasión y hechizo. Una demostración de amor, confianza y generosidad de las que no se olvidan así como así. La liaron buena. Inenarrable.
Debe estar conectado para enviar un comentario.