El mundo del flamenco está de luto. Anoche nos dejó Eduardo Serrano Iglesias, conocido artísticamente como El Güito, una de las figuras más emblemáticas del baile flamenco. Nacido en Madrid en 1942, su vida fue un tributo apasionado al arte que defendió con maestría, creatividad y una entrega inigualable.
Homenaje a El Güito (10-6-2014)
Con solo 14 años, debutó como profesional en el Ballet de Pilar López, compartiendo escenario con otros gigantes como Antonio Gades y Mario Maya. Su talento lo llevó a recibir el prestigioso Premio Sara Bernard en el Teatro de las Naciones de París, marcando el inicio de una carrera internacional que lo consolidó como un referente indiscutible.
A lo largo de las décadas, El Güito brilló en colaboraciones inolvidables como el Trío Madrid junto a Carmen Mora y Mario Maya, además de ser artista invitado del Ballet Nacional de España y de la compañía de Manuela Vargas. Su obra maestra por Soleá se convirtió en un hito que elevó el baile flamenco a un nivel universal.
Durante los años 80 y 90, participó en espectáculos legendarios como Flamenco Puro, junto a figuras como Farruco y Manuela Carrasco, y dejó su huella en festivales de todo el mundo, desde Japón hasta Estados Unidos. Entre sus numerosos galardones, destacan el Premio de la Cátedra de Flamencología de Jerez y el reconocimiento del Festival Flamenco de Madrid.
El Güito no solo fue un intérprete excepcional, sino también un maestro y coreógrafo que dedicó los últimos años a transmitir su legado en espacios como Amor de Dios y la Casa de Cultura de Torrelodones.
Su muerte deja un vacío imposible de llenar, pero su arte, su estilo único y su amor por el flamenco permanecerán vivos en la memoria de quienes lo vieron bailar y en las generaciones futuras.
Hoy, el flamenco pierde a un genio, pero su duende seguirá danzando en los escenarios eternos del recuerdo.
Descansa en paz, Maestro.